SALAMANCA, 22 Ene. (EUROPA PRESS) -
Las rocas no se lo pusieron fácil, pero lo consiguió. El río Tormes se abrió camino en un abrupto terreno y ese esfuerzo dejó una estampa digna de contemplación, la del paso del agua por Ledesma.
En ese paraje son dos puentes los que permiten sortear la corriente y llegar a una villa fortificada llena de encanto, que ha sabido conservar su esencia amurallada y que es cruce de caminos, pues desde ella se puede conectar con las vías que llevan a Arribes del Duero, el vecino Portugal o Salamanca capital.