BARCELONA, 19 Jun. (EUROPA PRESS) -
El conseller de Educación, Ernest Maragall, aseguró que el Govern tiene "herramientas" para evitar la aplicación de la tercera hora de castellano en las escuelas catalanas, y vio innecesaria la proposición de ley de CiU para blindar la inmersión lingüística.
"La previsión que hacemos en la Ley de Educación de Catalunya (LEC) en relación al conjunto de la competencia curricular de la Generalitat es absolutamente superior y más potente", aseguró Maragall en respuesta a una interpelación de CiU.
Añadió que sería "contraproducente" presentar ahora una proposición que podría levantar ampollas en el Gobierno cuando el año que viene se puede aprobar una ley propia. De momento, la Conselleria de Educación ha pospuesto la aplicación de la tercera hora un año.
Indicó que la "precipitación no es la mejor consejera", y aseguró que el sistema educativo catalán "no está en peligro", ya que el Govern tiene las "herramientas" necesarias para no tener que ponerla en práctica porque no hay razones para su aplicación "obligada" derivadas del Decreto estatal de Enseñanzas Mínimas de Educación Primaria.
Si se aprueba la proposición ahora, según el conseller, sólo se conseguirá que el resto de España mire a Catalunya "con mucha más suspicacia y beligerancia". "No hay urgencia", concluyó.
Por su parte, la diputada de CiU Irene Rigau pidió al conseller que se apruebe un "avance" de la LEC para que los colegios puedan iniciar el próximo curso sabiendo cuántas horas deben impartir de cada materia.
"Usted lo deja abierto hasta junio que viene", le reprochó la diputada, que reclamó una "norma clara y catalana" que permita a los centros configurar los proyectos lingüísticos "que necesiten sus alumnos, y no supeditados a una realidad que no es la catalana".
Rigau lamentó que los centros vivan en esta "inseguridad jurídica" cuando nunca como ahora Catalunya había tenido tantas competencias en materia de educación. Remarcó que la diferencia radica en el Govern, comandado antes por Jordi Pujol, que era capaz de dar un "puñetazo encima de la mesa" cuando el Gobierno atacaba a la inmersión lingüística.
