Aung San Suu Kyi
SOE ZEYA TUN / REUTERS
Actualizado: jueves, 30 marzo 2017 8:12

La intensidad de conflictos como el de Rajine y la falta de avances económicos eclipsan el ascenso de Suu Kyi

RANGÚN, 30 Mar. (Reuters/EP) -

El 30 de marzo de 2016 simbolizó para Birmania un punto de inflexión en el terreno político, con la toma de posesión de un Gobierno civil conformado por la otrora denostada Liga Nacional para la Democracia (LND) y con la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi como principal bandera. Un año después, Birmania echa la vista atrás a las luces de un cambio que también ha dejado sombras.

A principios de este año, Suu Kyi se sentó junto a uno de sus asesores para analizar las prioridades de cara a los meses siguientes y pidió disculpas por el lento avance de las prometidas reformas económicas. "Debes estar decepcionado", reconoció, antes de apuntar que su "plan" pasaba por completar el "proceso de paz" y, después, "dedicar la atención a la economía".

La declaración, divulgada por la agencia Reuters, deja entrever algunas de las cuestiones que han marcado estos últimos doce meses para el Gobierno birmano, en general, y para Suu Kyi, en particular: la continuación de los combates con grupos armados en el norte, un lento progreso económico lastrado por décadas de régimen militar y la escasa disposición de la dirigente a delegar el poder.

Suu Kyi, incapacitada por ley para ser presidenta por tener familia extranjera, se autoproclamó consejera de Estado y asumió diferentes carteras, entre ellas la de Exteriores, lo que le convirtió en la principal cara de una Administración que aspira a contentar al mismo tiempo a los ciudadanos locales y a la comunidad internacional.

UN AÑO DESPUÉS

La semana pasada, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU confirmó una investigación por los presuntos crímenes contra la Humanidad cometidos contra la población musulmana rohingya por parte del Ejército birmano, con el beneplácito precisamente de Suu Kyi.

La operación de seguridad lanzada en el estado de Rajine, en el noroeste del país, ha obligado a 75.000 apátridas a huir a Bangladesh y se ha saldado, según Naciones Unidas, con más de 2.000 muertos.

Suu Kyi se fijó como prioridad número uno la resolución de la amalgama de conflictos étnicos que implican a más de 20 grupos rebeldes y que han dejado al país en un estado de semiguerra desde la independencia en 1948. La meta se antoja de momento inalcanzable.

"Tenía al mundo entero y a todos dentro del país de su lado. Y mira lo que ha ocurrido: ha ignorado a las etnias, ha perdido la batalla en Rajine y no se ha centrado en la economía", ha lamentado un diplomático occidental que trabajó recientemente en Birmania.

El diputado de la LND Myo Zaw Aung ha admitido que "muchos votantes se sienten frustrados" un año después y ha citado la persistente corrupción como uno de los motivos de desafección entre una población que sufre uno de los peores niveles del sudeste asiático en materia de servicios públicos y riqueza.

"La gente tenía unas expectativas estratosféricas para la LND, pero en realidad el cambio no puede ser tan radical. No ven un cambio obvio que se está produciendo a nivel base", ha añadido este legislador.

Los defensores de Suu Kyi sostienen también que tiene las manos atadas por una Constitución escrita por el Ejército --la misma que le impidió aspirar a la Jefatura de Estado-- y que gran parte del control del aparato estatal sigue en manos de los antiguos miembros de la junta militar.

El responsable de la Escuela de Ciencia Política de Rangún, Myat Thu, ha apuntado que esta coexistencia con el Ejército podría ser "parte de la estrategia" de Suu Kyi para lograr que los militares apoyen una reescritura de la Constitución. Sin embargo, también ha advertido de que "muchas personas quieren ver resultados concretos".

Uno de los líderes de la LND, Han Tha Myint, ha explicado que Suu Kyi quiere gobernar "como una madre", un estilo que ha considerado "muy peligroso" para tratar a una burocracia que "aún usa las mismas tácticas de antes, negando todas las acusaciones y entorpeciendo todo". "Los niños están malcriados y necesitan medidas drásticas", ha reclamado.

LA PAZ COMO OBJETIVO

Suu Kyi, que se marcó la paz como objetivo primordial, desmanteló tras su ascenso un centro de negociaciones instaurado por la anterior administración civil y conformado por expertos que habían sabido ganarse la confianza de algunas de las minorías más exigentes.

Un antiguo negociador ha explicado que el cambio se tradujo también en una complicación de las negociaciones: "los líderes de las etnias describen los encuentros (con Suu Kyi) como si fuera una institutriz y sus estudiantes". "Siempre está en lo alto y trata a los demás como si estuvieran por debajo", ha añadido.

Varios conflictos, de hecho, se han recrudecido en el último año, obligando a unas 160.000 personas a abandonar sus hogares, según datos de la ONU. Los enfrentamientos con los rebeldes kokang han empujado a 20.000 personas a la provincia china de Yunnan.

Uno de estos refugiados, Tao Xiaoshun, ha relatado que aún busca a su hijo perdido entre el caos, tras unos enfrentamientos que "nunca se acaban". Esta mujer considera que el Gobierno "está demasiado lejos" de los problemas locales y "no se preocupa" de gente cómo ella.

ECONOMÍA

Una de las escasas concesiones que Suu Kyi ha hecho en su agenda a la economía tuvo lugar en septiembre de 2016, cuando viajó a Estados Unidos coincidiendo con la cancelación de las sanciones impuestas durante años a Birmania. Se reunió con potenciales inversores, en lo que un asesor ha descrito como un simple "momento" dentro de los trabajos de doce meses.

La premio Nobel tardó meses en nombrar a los miembros de una comisión encargada de aprobar las inversiones y la ley empresarial que revisará, entre otras cuestiones, los cotos a la propiedad extranjera, ha quedado varada en el Parlamento.

Esta lentitud se ha traducido en que los proyectos extranjeros aprobados durante los primeros once meses del último ejercicio fiscal --hasta febrero de 2017-- apenas suponían 6.000 millones de dólares, por debajo de los 9.500 millones de dólares comprometidos en el anterior periodo.

El Banco Mundial prevé que el crecimiento del PIB se reduzca al 6,5 por ciento, por debajo del 7,3 por ciento del ejercicio anterior y del 8 por ciento registrado en el periodo 2014-2015. El director de la consultora estadounidense Albright Stonebridge Group, Anthony Nelson, ha instado al Gobierno birmano a priorizar el desarrollo agrícola y de infraestructuras.

Los defensores de Suu Kyi, entretanto, han hecho hincapié en la reordenación presupuestaria, gracias a la cual el dinero que se destinaba al sobredimensionado Ejército ha ido en parte a parar a las partidas destinadas a sanidad o educación.

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