El americano que vendió entradas falsas del Mundial dice que tenían el distintivo oficial

Actualizado: viernes, 1 julio 2016 12:13

Reconoce que vendió los boletos a Pablo Casanova, juzgado en mayo por la Audiencia Nacional

MADRID, 1 Jul. (EUROPA PRESS) -

El estadounidense Aaron Michael Isley, detenido y enviado a prisión por la Audiencia Nacional por vender entradas falsas del Mundial de Fútbol de Sudáfrica (2010) y que se encontraba en busca y captura desde hace más de cinco años, destacó ante la juez instructora Carmen Lamela que los boletos tenían el distintivo oficial y que había una tercera empresa que las distribuía.

Según el audio del interrogatorio, al que ha tenido acceso Europa Press, Isley explicó que conoció personalmente a Pablo Casanova Freije --administrador de una agencia de viajes de Las Rozas (Madrid), condenado el pasado mayo y que denunció haber sido engañado por el estadounidense-- en Madrid y que volvió a verle una vez más en Johannesburgo (Sudáfrica). Antes de estos encuentros sólo habían contactado por correo electrónico para gestionar las entradas.

En un principio, quedaron en Madrid para hacer la entrega de las entradas, pero debido a que Casanova no hizo la transferencia bancaria, "de unos 100.000 euros", a tiempo, los jefes de Isley le ordenaron que viajase hasta Sudáfrica para hacer esta gestión. Según la información que figura en el sumario de la causa, el importe entregado por transferencia por Casanova fue de 173.570 euros y la misma fue emitida y certificada por el banco Popular el 9 de julio.

Isley reconoció ante Lamela que Casanova sí le entregó un dinero correspondiente al pago de los tickets, pero ha matizado que esa cuantía no estaba dirigida a él, sino a su empresa, Euroteam Travel de Oslo (Noruega), y que por ello le entregó un recibí.

CONTACTÓ CON OTRA EMPRESA PARA DISTRIBUIR LAS ENTRADAS No obstante, según constató, debido a que la transferencia no llegó a tiempo, la empresa noruega para la que trabajaba Isley se puso en contacto con otra agencia de viaje británica para que Casanova pudiese adquirir todas las entradas que quería.

Una vez en Johannesburgo --cree que fue el 11 de julio, mismo día de la final del campeonato que jugó España y Holanda--, Isley contactó por teléfono con el cliente y con el representante de la empresa británica para hacer la compraventa de las entradas en la recepción de un hotel. Allí, los tres interesados comprobaron que las entradas tenían "todos los distintivos oficiales", y que venían en "un fajo con su troquelado".

Preguntado por el fiscal por la cantidad de entradas, dijo que no recuerda exactamente cuántas eran pero que cree que se trataba entre 30 y 50 entradas.

PRISIÓN POR LA "INNEGABLE TENTACIÓN DE HUIDA"

El acusado solicitó la libertad alegando que tiene domicilio en Dinamarca y es allí donde planea abrir una empresa, acompañado de un sexólogo y un periodista, para proporcionar asistencia terapéutica a parejas.

La juez de la Audiencia Nacional ratificó en un auto la decisión de su compañero Ismael Moreno y acordó decretar el ingreso en prisión incondicional de Isley, al considerar que existe una "innegable tentación de huida" dada la gravedad de los delitos a los que se enfrenta y que carece de arraigo en España.

La magistrada recuerda que el acusado se encontraba en paradero desconocido, lo que condujo a la emisión de múltiples órdenes de detención desde 2011, después de que decenas de personas denunciaran haber sido estafadas para presenciar la final del Mundial de Sudáfrica.

Tras haber sido localizado en los Países Bajos, Aaron Michael Isley, acusado de delitos continuados de estafa y falsedad, dio cuenta en su declaración de su "facilidad" para viajar por distintos países, sin acreditar "mínimamente" su fuente de ingresos y la licitud de los trabajos desempeñados en los últimos tiempos.

Casanova denunció a la empresa Euroteam por vender 200 entradas por valor de 220.000 dólares para Sudáfrica a su agencia de viajes 'Kangaroo Viajes' y alertó de que Isley solía cambiar su identidad para ocultarse ante la Justicia. Firmó un contrato con el representante de la empresa noruega Andreas Gyrre, que se comprometía a venderle "entradas auténticas" y permanece en paradero desconocido.