Actualizado 03/04/2007 19:20

Peret: "Ya me había retirado, no tenía demasiada salud y pensaba que ya no podría trabajar más"

EL GITANO CATALÁN REGRESA TRAS SUPERAR UNA GRAVE ENFERMEDAD

Diez años de silencio discográfico hacía que mucha gente diera por jubilado a Peret, el rey de la rumba catalana. Su lucha contra el cáncer hizo que se tuviera que apartar del estudio de grabación y aparcar los escenarios, pero ahora, superadas las adversidades y con más fuerza que nunca, vuelve a la calle con Que levante el dedo , un disco cargado de energía en el que defiende a las prostitutas.

Nos encontramos con él en su barrio de toda la vida, San Antonio, en Barcelona, donde conserva el hogar familiar y un pequeño estudio en el que dedica el tiempo libre a la pintura. Es fantástico, todo el mundo debería pintar . Bueno, los pocos ratitos que le dejan sus seis biznietos, a los que él adora, y a quienes dedica el tiempo que los años de trabajo le impidieron dedicar a sus hijos durante su infancia.

YA ME HABÍA RETIRADO

- Peret, saca un nuevo disco al mercado tras una década de silencio. ¿Está contento?

- Sí, estoy contentísimo del disco.

- ¿Por qué ha tardado tantos años?

- Bueno, ahora se tarda mucho en grabar un disco. Antes grababas dos discos al año, pero cada vez se tarda menos. Yo pensaba ya no hacer nada más, me había retirado. No tenía demasiada salud y pensaba que ya no podría trabajar más. Pero me animaron. Estuve en la Sociedad de Artistas, me entregaron un premio y vinieron todos los presidentes de todos los países de América y todos me preguntaron por qué no grababa. Y les hice caso. A los cuatro días ya había gente interesada en producir el disco.

- ¿Cómo ha sido este proceso de grabación? ¿Qué ha sentido volviendo a entrar en un estudio?

- Yo ahora estoy más contento que nunca, porque el año pasado, en mi pequeño estudio, comencé a aprender lo que era la música. Desde los 22 años me gano la vida con la música y, darte cuenta ahora del placer que te puede dar la música y poder disfrutar de ella ¡Más vale tarde que nunca! Y estoy muy satisfecho.

NO TENGO ESTUDIOS, ASÍ QUE POCAS COSAS HUBIERA PODIDO HACER

- ¿Cómo hubiera sido su vida si no hubiera podido cantar?

- Yo no tengo estudios, así que pocas cosas hubiera podido hacer. Supongo que iría a vender por las casas, que es lo que hacía y no gustaba nada, me sabía mal por aquella gente porque en el fondo les estaba engañando. O a lo mejor tendría un puesto de castañas, altramuces, avellanas... Como quería dejar de vender, yo envidiaba a un hombre que tenía un quiosco en las esquina de la calle de la Cera.

- ¿Se considera un afortunado? ¿Cree que la vida le ha tratado bien?

- Muy bien, mucho. Lo que es la vida, es una mierda. Mientras eres joven y todo te va bien, fenómeno. Pero, ¿y si no eres guapa, si no tienes salud? Pero estamos en este baile y tenemos que bailar. Yo tuve un accidente de moto a los 16 años y eso me marcó.

NO TENGO PÚBLICO, TENGO AMIGOS

- ¿Qué le ocurrió?

- Una paya me tiró una maldición, me dijo ojalá que te estrelles , porque quería salir conmigo y yo preferí irme de juerga con los amigos. Al cabo de una hora pasé por el puente de Santa Catalina y me estrellé con la moto, me rompí la pierna. Y aquella chica me venía a ver asustada y pidiéndome perdón. Pero me considero muy afortunado, porque con todo lo que he pasado, creo que he tenido mucha suerte. Hace 50 años que estoy casado, tengo hijos, nietos y seis biznietos. Y tengo muchos amigos. Yo no tengo público, tengo amigos.

- ¿Disfruta quedándose en casa con sus biznietos?

- Se tiene que vivir esto. Cuando llego a casa vienen dos perros a recibirme y se me echan encima. Pero luego llegan corriendo también los biznietos, que tienen de 1 a 9 años y me asusto. El otro día los tenía a todos encima y no me podía ni mover mientras veíamos una película. Y llamé a Santa y le dije por favor, sácame algo de encima porque no puedo más . Pero, ¡disfrutas tanto con esto! Sólo lo sabe quien lo disfruta.

NO ME PUEDO QUEJAR

- ¿Ha disfrutado más de sus nietos y de sus biznietos que de sus propios hijos?

- Sí. Con mis hijos he disfrutado mucho, pero no los he podido tener tanto como hubiera querido. Aquellos viajes a América En aquella época no podías llamar, las conferencias eran carísimas. Y yo me moría si tenía que estar dos días sin saber de la familia. Lo primero que hacía cuando llegaba al hotel era invitar a la telefonista a cenar para que me pasara las conferencias. Luego vienen los nietos y los disfrutas más porque tienes más tiempo para estar con ellos. Y, los biznietos, ni decirlo. Es maravilloso, es fantástico. Por eso digo que no me quejo.

- ¿Está contento de su vida?

- Aunque esta vida es una mentira, nacemos para morir, hay que aprender a disfrutar. Yo, lo poco que he aprendido, lo he aprendido de los más necesitados, de los enfermos, de los pobres Que están contentos con nada, no necesitan gran cosa. Están sufriendo pero están felices y contentos. Ellos son los que te enseñan.

- La enfermedad que usted ha sufrido, ¿le ha hecho reflexionar mucho? ¿Ha influido en usted?

- Todo influye en la vida. Hay gente que no cambia nunca, pero yo creo que tenemos que ir aprendiendo. Si tengo salud y puedo vivir un año más, seguro que el año que viene diré ¡qué burro era yo el año pasado! .

SIEMPRE FUI UN NIÑO ENFERMIZO

- Superar la enfermedad, ¿le ha hecho más fuerte?

- Sí. Hay gente que no está nunca enferma y un día coge un resfriado y se muere. Y hay gente que toda la vida ha estado enferma, como yo. Toda la vida he estado enfermo, desde bien pequeño. Nací en el año 35 y entonces no se pasaba muy bien. Siempre fui un niño enfermizo. Pero he vivido feliz a pesar de las enfermedades y los problemas.

- ¿Cómo recuerda su infancia?

- Los primeros años los pasé en unos corrales de ratas y no había nada para comer, teníamos que esperar a que viniera mi tía o mi abuela a traernos algo que comíamos entre todos. Vivíamos en una barraca en la que nos mojábamos si llovía, sin luz ni agua, el suelo era tierra negra. No teníamos ninguna calidad de vida, ¡pero éramos tan felices! Nos lo pasábamos muy bien, cantábamos y bailábamos, jugaba con mi prima Un año los Reyes me trajeron un cine que eran dos rollos de papel al que daba vueltas con una manivela y pasaba un dibujo. Pero éramos felices con aquello. Mis nietos y mis biznietos han tenido todos los juguetes del mundo y a lo mejor se han puesto a jugar con una silla. La felicidad no está en tener mucho, sino en necesitar poco. Y tengo muy buenos recuerdos de mi infancia, en Mataró, en Barcelona, en Menorca, en Mallorca Porque siempre estábamos viajando y conservo amigos por todas partes.

UN CARIÑOSO RECUERDO DE SUS PADRES

- ¿Cuál ha sido el momento más dulce y el más amargo en su vida?

- Amargos he tenido unos cuantos. He tenido la desgracia de perder a cuatro seres queridos míos, jóvenes todos, en la carretera. Y cuando suena el teléfono para darte una noticia de estas, parece que te mueres, porque te quitan a alguien de golpe y no te lo puedes creer. Cuando muere un familiar tuyo, tu padre, tu madre, son momentos muy amargos. Y también he tenido muy buenos momentos. Así es la vida, tener momentos buenos y malos. El día más feliz de mi vida es uno que pasé todo el día con mis padres: nos levantamos, se arreglaron, fuimos a hacernos una foto de familia, fuimos a comer al restaurante, fuimos a cenar y fuimos al cine al aire libre, a ver Una noche en Casablanca . ¡Reí tanto con aquella película que, ya en la cama, aún reía! También cuando nacieron mis hijos y mis nietos fueron momentos de gran felicidad.