¿Te quiero, no te quiero?

Te quiero
RECURSO
   
Actualizado: jueves, 22 septiembre 2016 11:21

MADRID, 16 Sep. (Elena Bermúdez Escamilla) -

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) afecta a más de cien millones de personas en todo el mundo. El contenido de los pensamientos intrusivos u obsesiones que estas personas padecen puede ser de todo tipo. La limpieza, el orden o la comprobación reiterada de que las puertas o el gas están cerrados son algunos de los comportamientos obsesivos más comunes.

Pero cada vez aparecen más casos del llamado relationship obsessive-compulsive disorder (rOCD) o TOC "de relación", en el que la persona se obsesiona con la idea de no estar enamorado, incluso cuando sí lo está. Dada la naturaleza de las dudas, es fácil confundir la enfermedad con problemas amorosos comunes, por lo que hay personas que no saben que lo padecen y, por tanto, no acuden a un profesional en busca del diagnóstico correcto.

Amo, luego existo. El título del libro del filósofo español Manuel Cruz no es más que la constatación de que el amor es una parte inherente e inseparable del ser humano. Por ello no es de extrañar que sea un asunto que preocupe y sobre el que se quiera tener la mayor certidumbre posible, dado que afecta a la vida propia y a la de otra persona.

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Sin embargo, cuando alguien se pasa el día entero pensando si realmente está enamorado o no, e intenta analizar todos sus sentimientos y pensamientos para obtener una respuesta definitiva, que nunca parece llegar, puede tratarse de un caso de trastorno obsesivo-compulsivo donde el amor es el contenido de los pensamientos indeseados y recurrentes.

En España, si bien es un tema muy poco tratado hasta el momento y que no suele aparecer en los medios de comunicación, coloquialmente comienza ya a hablarse de TOC "de amores".

Sin embargo, no se recoge como tal en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés), dado que no se trata de una enfermedad nueva o diferente sino que el diagnóstico se hace de trastorno obsesivo-compulsivo en general.

La enfermedad se acentúa con el "fueron felices y comieron perdices" y demás iconos recogidos desde la antigua mitología. La industria de Hollywood ha perpetuado esa idea de amor de Romeo y Julieta que, aunque irreal por naturaleza, puede hacer pensar a los individuos que es la forma que tiene el amor verdadero, que solo merece la pena luchar por un 'príncipe azul'.


EL DÍA A DÍA CON TOC “DE AMORES”


El Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense (NIMH por sus siglas en inglés) define el trastorno obsesivo-compulsivo como “un trastorno común, crónico y de larga duración en el que la persona tiene pensamientos recurrentes e incontrolables (obsesiones) y comportamientos (compulsiones) que siente la necesidad de repetir una y otra vez”.


Sara Llorens, psicóloga especialista en terapia cognitivo-conductual (una de las más utilizadas para tratar el TOC), explica que el 90% de la población tiene pensamientos intrusivos, pero generalmente son vistos como algo natural y no se les da importancia. Es solo un 3% de la población el que deriva en trastorno, siempre relativo a los temas que realmente preocupan a la persona, que representan su talón de Aquiles.

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No se debe perder de vista que todas las personas pueden tener dudas sobre su relación en determinados momentos. Es algo normal, forma parte de la naturaleza humana y no se considera TOC “de amores”. Así, una buena indicación de que se padece puede ser ver cuánto tiempo se dedica a analizar la relación con el objetivo de discernir la respuesta a preguntas como “¿estoy realmente enamorado?”, y si esto impide un desarrollo normal de la vida.

Bajo el seudónimo de Lucy, una joven de 19 años explica:  “de repente se me metió en la cabeza que ya no lo quería y cada día me atormentaba, lloraba, le pedía perdón porque me sentía culpable. Sentía todo el tiempo presión en el pecho y de vez en cuando me faltaba el aire. También tenía muchos dolores de cabeza de pensar todo el día”.

Cuando estos pensamientos asaltan la mente del enfermo una y otra vez, siente la
necesidad de comprobar sus sentimientos: se trata de la parte compulsiva del trastorno. Para ello, se imagina cómo se sentía al principio con esa persona y lo compara con la actualidad, o con la imagen que se tiene de otras parejas del entorno.

Asimismo es muy común recurrir a Internet para ver cuáles son los signos del
desenamoramiento, mirar fotografías de la pareja para ver si despiertan algún
sentimiento o analizar racionalmente lo que se siente al verla o besarla.

Puesto que el amor no es cuantificable o medible, el paciente nunca consigue una
respuesta rotunda sobre si está o no enamorado, y si lo hace es solo hasta que una nueva duda toque a la puerta de su mente para volver a desestabilizarlo, como explica Desiré:

“Mi novio está un poco enfermo. Al principio me he preocupado pero solo ha sido durante una milésima de segundo”. La misma persona que pensaba que si estuviera enamorada se habría preocupado más por su novio, decía solo unos días más tarde: “todo es perfecto y maravilloso. El problema está en lo que sea que tengo en la cabeza. Soy muy feliz con él”.

Si el TOC “de amores” se perpetúa a lo largo del tiempo, puede generar un estado de
ansiedad o depresión que reduzca la capacidad emocional del paciente, falta de
atracción que se toma como un nuevo síntoma de desenamoramiento. Esto puede
dificultar la vida sexual o incluso conducir a la ruptura. Puesto que se trata de un
problema de la salud del paciente y no de su relación amorosa, si se pone fin a ésta el
trastorno podría volver a iniciarse con la siguiente pareja.

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LA MITIFICACIÓN DEL AMOR


Además de la educación y el ambiente en que la persona vive o su propio carácter y
forma de pensar, pueden afectar al paciente las creencias de que cuando alguien está realmente enamorado no puede sentir jamás atracción por otra persona o que las “mariposas” en el estómago han de mantenerse de forma indefinida.


Es cierto que aspectos similares a estos pueden indicar en ocasiones el fin de un
sentimiento amoroso. Sin embargo, por sí solas son ideas relativas y que no demuestran nada de forma categórica, teniendo en cuenta que el amor no es racional o cuantificable. Por tanto, asumirlas de forma radical y descontextualizada puede hacer que se confundan con “pruebas” del desenamoramiento.


El cerebro de una persona enamorada libera varias sustancias químicas, como
dopamina, norepinefrina y adrenalina, que actúan de forma similar a la adicción
provocada por las drogas. Conforme va pasando el tiempo, el cuerpo se habitúa a esas grandes cantidades y termina por tolerarlo.


Para sentir las mismas sensaciones físicas sería necesario un aumento de las dosis. Esta sería la explicación de por qué la pasión se va reduciendo conforme pasa el tiempo, quedando relegada a momentos concretos, y de cómo unos sentimientos se van sustituyendo por otros como el cariño y la sensación de estabilidad.


EN BUSCA DE UNA SOLUCIÓN


Para poder superar este problema o ante la sospecha de padecerlo, la primera
recomendación es acudir a un profesional. La terapia psicológica permitirá discernir lo racional de lo irracional y comprender las causas del TOC “de amores” en el caso
concreto de cada paciente. Siempre que sea necesario, puede que se receten también medicamentos contra la ansiedad o la depresión.

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Quienes sufren TOC “de amores” pueden estar continuamente deseando sentir amor.
Sin embargo, esta ansiedad es precisamente la que dificulta la capacidad de sentir.  Por tanto, es importante vivir el presente y no llevar ideas preconcebidas o expectativas sobre lo que ocurrirá o no en la próxima cita.


También es recomendable mantener la mente ocupada. Ir al gimnasio, apuntarse a
clases, leer, el cine y las técnicas de relajación son algunas actividades con las que aprovechar el tiempo libre, los momentos más propicios para las obsesiones. Asimismo, se debe evitar buscar respuestas en Internet ya que pueden alimentar las preocupaciones.


Por su parte, Bruno Ping explica en su libro Love you, love you not (guía de
recuperación disponible en el blog RelationshipOCD.com) que el cerebro se divide en tres partes: el reptiliano, el cerebro mamífero y el neocórtex.

Puesto que solo podemos controlar este último (la parte pensante), de nada serviría intentar resolver racionalmente las dudas porque se crean en las otras zonas y pueden reaparecer por sí solas.