Archivo - Sede del TSJCyL en Burgos - EUROPA PRESS - Archivo
VALLADOLID 22 Oct. (EUROPA PRESS) -
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha acordado rebajar de cinco a dos años de cárcel la pena impuesta a un varón por delito de abusos sexuales cometido sobre una joven, a la que conocía de entrenar en el mismo gimnasio, y a la que penetró vaginal y analmente aprovechando que ella se encontraba totalmente embriagada tras participar ambos en una fiesta que había organizado el club deportivo al que acudían.
En su sentencia, la Sala de lo Penal del TSJCyL, con sede en Burgos, estima parcialmente el recurso de apelación del condenado y justifica la rebaja de pena en la aplicación al recurrente de la atenuante análoga de embriaguez, de ahí la pena de dos años de prisión finalmente impuesta.
"Resulta lógico pensar que, durante esas más de seis horas, la consumición de tal bebida alcohólica--en alusión a la cerveza--, y posiblemente otras de más graduación, no tuvo que ser moderada y que, por lo tanto, al igual que ello provocó en la denunciante llegar al estado pleno de intoxicación etílica que ya hemos referido, provocaría también en el acusado un estado similar, aunque no podamos lógicamente determinar el grado exacto de la misma", apunta la sentencia comunicada por el Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León recogida por Europa Press.
Pese a la rebaja en la pena privativa de libertad, se mantiene el resto de fallo de la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia de Valladolid, que incluye la inhabilitación especial del condenado para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular y directo con menores de edad por espacio de ocho años, así como la prohibición de acercarse a la víctima a una distancia inferior a 500 metros y de comunicar con ella durante siete años, junto con libertad vigilada por idéntico periodo.
En el ámbito de la responsabilidad civil, se mantiene igualmente la obligación del condenado de indemnizar a la víctima en la cantidad de 4.950 euros por lesiones y 8.000 euros por secuelas y al Sacyl en 791,36 euros.
El autor de los hechos, de 38 años, acudía acudía como usuario a un gimnasio a primera hora de la mañana, donde coincidía con la víctima, de 26 años, de forma que ambos participaron en una fiesta que dicho establecimiento convocó para el día 11 de diciembre de 2021 en un bar de la Plaza del Poniente de Valladolid.
Durante la celebración, el condenado y la víctima estuvieron departiendo con los compañeros que en número de unos 70 u 80 habían acudido al evento y ella, que no tenía hábito de consumo de alcohol, se vio progresivamente afectada por las distintas consumiciones de bebidas alcohólicas que hizo.
Según avanzaba la tarde, ella se mostró más próxima al acusado, con quien se abrazó en varias ocasiones, y al abandonar el local la joven se encontraba ya bajo los efectos de una intoxicación etílica aguda, lo que alteró de forma sustancial sus facultades intelectivas y volitivas.
Fue entonces cuando ambos se dirigieron al aparcamiento donde él había estacionado su automóvil y con el que circularon hasta Zaratán, donde el condenado se detuvo junto a una de las rotondas. Allí, salieron ambos al exterior y ella cayó al suelo manchando su ropa, pelo y rostro con el barro que había, lo que fue aprovechado por él, dado el estado de embriaguez de su acompañante, para besarla, desabrocharle el sujetador, bajarla los pantalones y sacar una de las piernas del tanga y tocarla en los genitales, introduciendo en la vagina y en el ano de la joven el pene u otro miembro corporal.
Seguidamente, montaron de nuevo en el vehículo, circulando hasta el cruce de las calles Federico Landrove Moiño y Eusebio González Suárez, donde ambos bajaron del vehículo. La joven se sentó en la acera con la espalda apoyada en una pared, teniendo la cabeza hacia abajo, entre las piernas, momento en el que el acusado montó en su vehículo y la dejó allí.
AUXILIADA POR UN AMIGO Y EL NOVIO
Otro joven que pasó por allí y reconoció a la joven por haber acudido juntos al Instituto trató de socorrerla, si bien ella, dado el estado en el que se encontraba, no fue capaz de decirle nada coherente. Así, el joven cogió su teléfono y logró ponerse en contacto con su novio, al que conocía por haber jugado con él al rugby.
Fue este último el que trasladó a su novia a la casa que compartían y allí comprobó que Gabriela tenía el sujetador subido, a la altura del escote, y que la braga estaba introducida solo en una de sus piernas, por lo que avisó a la policía.
Personada una dotación de la Policía Nacional en el domicilio de ambos, los agentes solicitaron a la joven que les entregara la ropa que vestía, para a continuación trasladarla al Hospital del Río Hortega donde se activó el protocolo de agresión sexual y se realizó un análisis que reflejó una alcoholemia de 212 mg/dl, al tiempo que se le tomaron diversas muestras biológicas que fueron remitidas al Instituto Nacional de Toxicología.
En la exploración se le apreciaron distintas erosiones y, además, el Instituto Nacional de Toxicología analizó restos de ADN de varón humano hallados en la zona íntima de la joven y en la braga, que resultaron coincidentes con las del ahora condenado.