GIRONA 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
El nuevo obispo de Girona, Francesc Pardo Artigas, dijo hoy durante la alocución al pueblo en el día de su ordenación, que no era el momento de "presentar propuestas y prioridades pastorales", porque prefiere "escuchar y reflexionar" a través de los consejos diocesanos antes de marcarse objetivos. Más de 2.000 personas asistieron a la misa celebrada en la catedral de Girona y oficiada por el nuncio del Vaticano en España, Manuel Monteiro de Castro.
"Hoy es el momento de manifestar mi compromiso con todos vosotros como obispo de Girona", afirmó Pardo en una alocución que arrancó aplausos entre los centenares de fieles que llenaban el templo. "Pienso que hoy no es el momento de presentar propuestas y prioridades pastorales, hará falta hacerlo escuchando y reflexionando con los consejos diocesanos", manifestó.
Gran parte de su discurso lo aprovechó para dar las gracias a las personas con las que trabajó para la iglesia desde pequeño. Así, tuvo unas palabras de agradecimiento para los obispos eméritos Jaume Camprodon y Carles Soler. Este último, presente en la ceremonia, ocupó el cargo de obispo de Girona durante los últimos siete años y se jubiló el pasado día 5 de octubre en un misa celebrada en la mismo catedral que congregó a unas 1.200 personas.
Pardo concluyó su alocución presentándose a los feligreses, "desde hoy", como un nuevo gerundense con la vocación de servir "a la ciudad y a todos los pueblos, 'vilas' y ciudades de esta querida tierra". Uno de los gestos simpáticos del discurso tuvo lugar cuando se dirigió a su familia y les pidió disculpas por no haberles dedicado el tiempo que se merecen.
La ceremonia, de casi tres horas, tuvo uno de los instantes más esperados y simbólicos cuando, después de ser ordenado, el obispo que presidía la misa lo acompañó hasta la 'silla de Carlemany' y le invitó a sentarse, mientras el coro de la iglesia y los asistentes cantaban un adagio. A partir de ese momento, pasó a presidir la celebración.
Desde el 21 de octubre de 1973, día en el que se ordenó al actual obispo emérito de Girona Jaume Camprodon, no se realizaba una ceremonia de estas características en el catedral de Girona, ya que cuando Soler llegó a la ciudad para presidir la diócesis ya era obispo. Los asistentes, aplaudieron en distintos momentos de la misa, en especial cuando Pardo salió a saludar el centenar de personas que no pudieron entrar en el templo y que siguieron los actos desde la Plaza de los Apóstoles a través de pantallas de televisión instaladas para la ocasión.
Acompañaron a Pardo, el Cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, el Arzobispo emérito Ricard Maria Carles, el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, y el de Poblet, Josep Alegre, además de los nueve obispos del resto de diócesis de Catalunya y otros diez del conjunto de España.
63 autoridades del mundo político, económico, judicial y social de la provincia de toda Catalunya asistieron también a la misa de ordenación, entre ellos el vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, Josep Lluís Carod-Rovira, el conseller de Política Territorial y Obras Públicas, Joaquim Nadal, el subdelegado del Gobierno en Girona, Francesc Francisco Busquets, y el presidente de la Diputación de Girona, Enric Vilert. Aunque el ex presidente de la Generalitat Pasqual Maragall tenía confirmada su presencia, finalmente no asistió al acto.
Benedicto XVI anunció el pasado mes de agosto que el nuevo obispo de Girona seria el actual Vicario General del Obispado de Terrassa (Barcelona), Francesc Pardo Artigas. Con la noticia se desvanecían algunas de las hipótesis sobre el sucesor de Soler en el cargo. Hasta el momento, se habían barajado distintas posibilidades, que pasaban por el obispo de Ibiza, Juan Vicente Segura o el vicario de la Seu d'Urgell, Joan Pujol Balcells.
El pasado 5 de octubre la comunidad religiosa y gran parte de la clase política gerundense (unas 1.200 personas) asistieron a la misa solemne en la catedral de Girona de despedida del obispo Carles Soler. En la ceremonia, de casi dos horas de duración, participaron un centenar de curas y fue celebrada por el antiguo obispo Jaume Camprodon. Soler fue la máxima autoridad católica de la demarcación durante los últimos siete años, y escogió el municipio de Banyoles (Girona) para retirarse.