JAIME OSTOS/IMAGEN DE ARCHIVO
MADRID, 5 Jun. (CHANCE) -
Toda una vida dedicada al toreo y al ruedo pasa factura y eso es algo que sabe muy bien Jaime Ostos, ya que siempre se ha mantenido vinculado, de una forma u otra, a la profesión que lleva en las venas desde antes de debutar en la Plaza de toros de Zaragoza en el año 1956.
Entrega y pasión son las características que debe tener todo matador de toros para plantarle cara, coraje y elegancia al animal y tener la suficiente valentía para hacer vibrar una plaza y conseguir salir por la puerta grande, cualidades de las que el diestro Jaime Ostos ha gozado, ya que ha reconocido que sueña con toros, se cae de la cama y se despierta sobresaltado buscándolos, "sueño con los toros. Ésta noche soñé que me cogía uno y me caí de la cama... buscaba el toro pero no lo encontré", algo que resulta más una pesadilla.
Tras llevar catorce años retirado, el maestro sigue sin poder desconectar de su trayectoria y sigue viviendo lo bueno y lo malo de las corridas tanto en sueños como en las gradas, ya que es un indiscutible de la tardes taurinas. Y es que, un torero, es torero toda la vida.