Un cesped "10"

Actualizado: jueves, 4 febrero 2010 12:00

El efecto relajante y fresco que produce una pradera sembrada de césped es difícil de comparar. El clima tiene mucho que decir a la hora de que la hierba crezca de una buena manera o no. En las zonas más atlánticas del país el césped se adapta a la perfección y cubre el suelo con facilidad y sin excesivo trabajo, sin embargo en las zonas de interior y la España más mediterránea la sequedad hace más difícil el mantenimiento y obliga a tener mayores cuidados así como a disponer de zonas verdes en su justa medida.

Suelo a punto

Para mantener un césped lustroso el suelo deberá estar bien preparado, ni excesivamente mullido, ni muy compacto, abonado y mejor limpio de piedras. La profundidad mínima es aproximadamente de 30 cm y la presencia de arena garantiza siempre un buen drenaje.

La siembra en grandes superficies conviene realizarla fuera de las épocas de calor o frío extremos. La pradera sembrada en otoño, que ha podido enraizar antes de crecer, es más resistente que la de la primavera ya que en esta temporada la raíz es muy fina y todavía pequeña, pero si no quieres esperar algunos meses, existe la posibilidad de instalar planchas de césped, tiras que ya vienen preparadas de viveros y están listas para acoplarse al jardín.

Una buena manera de prevenir el desgaste en exceso debido a las pisadas así como el aguante de situaciones de condiciones climatológicas extremas es plantando diferentes semillas de diversas variedades de césped.

Una pradera con buenas cualidades estéticas, una textura suave, un color vivo y verde llamativo realzará el resto de las especies del jardín, y también dejará un escenario muy logrado en conjunto con el resto de las piezas que formen parte del mismo, como puede ser el porche, una piscina, una fuente, un camino, etc.

Bonitos decorados

Si se da el caso de que en tu parcela la climatología impide que el césped luzca muy lustroso puedes prescindir de plantar una pradera entera de hierba y combinarla con otros elementos como puede ser el hormigón, un camino de losetas o rematar la misma con un límite sinuoso, un borde curvilíneo, que aunque exige mayor dedicación para mantenerlo la expresividad del jardín ganará muchos puntos.

La superficie del césped reforzada con un entramado de hormigón, sustituye a los pavimentos duros y a la vez rompe un escenario uniforme, introduciendo mayor variedad en el decorado. Pero el césped bien cuidado tiene la ventaja de aprovechar los efectos de la luz, las tonalidades cambiantes producidas por el claroscuro, o las luces y sombras que tienen lugar gracias al movimiento del sol.

En este sentido, los terrenos ondulados serán más cambiantes y el efecto será como el de un lienzo que se transforma según el punto desde el que se mire. Además, en el caso de que la parcela esté desnivelada, se podrá aprovechar la pendiente del lugar para que el entorno establezca un equilibrio entre las diferentes luces y sombras.

Por otro lado, los árboles y las plantas muy crecidas ofrecen una sensación permanente de movimiento al proyectar sus sombras y también cuando el viento sopla se agita la imagen del jardín aportando una mayor sensación de vida.

Rincones difíciles

En el caso de que en la parcela quede algún área sin aprovechar o "espacio muerto" las plantas tapizantes pueden sacarte de algún apuro puesto que en estos sitios el césped es difícil de plantar como de mantener. Por eso en las esquinas más accidentadas del jardín, una hiedra o algún pie de plantas aromáticas como son los laureles, el tomillo, romero o lavanda serán una buena solución para cubrir el suelo sin complicarse demasiado.