Empieza un jardín de cero

Aprovisiónate de semillas y crea tu propio jardín.
EP
Actualizado: jueves, 13 agosto 2009 13:30

Si quieres ser la envidia del vecindario y tener un jardín de plantas variadas y mínima inversión de dinero puedes conseguirlo, aunque no tengas absolutamente nada plantado. Para lograrlo, tan sólo tendrás que aprovisionarte de una buena colección de semillas. Además crear un jardín desde cero es mucho más divertido.

Puedes adquirirlas en viveros, mercados de intercambio o comprarlas por catálogo. A la hora de sembrarlas deberás tener en cuenta ciertas premisas básicas para que el resultado sea el esperado.

Siembra de semillas

Las semillas tendrán que sembrarse en la superficie, y a un nivel y distancia lo más parejo posible. De este modo, la mayoría de ellas crecerán a la vez, poblando poco a poco tu jardín de una manera lo más homogénea posible.

Eso sí, antes de plantarlas deberás escogerlas con cuidado, decantándote por las especies que mejor se adapten al clima de tu zona. Las semillas necesitan un período de frío antes de germinar, como los capullos. Por esta razón, es aconsejable que las plantes a finales de invierno o al principio de la primavera.

Siempre se piensa que hay que plantar las semillas directamente en la tierra del jardín. Sin embargo, también pueden plantarse en cazuelas, contenedores, bandejas, etc. Pero siempre dependerá de la cantidad de semillas que pretendas cultivar y del espacio que necesiten las mismas para crecer.

Antes de introducirlas en cualquier recipiente, éste deberá estar completamente limpio. Luego cúbrelo casi hasta el borde con la mezcla escogida para germinar las plantas. Los expertos recomiendan que esta mezcla sea estéril. Si quieres esterilizar la tierra, hay un secreto casero bastante económico y muy útil. Coloca la tierra en el horno, en un bandeja chata o en una plancha para cocinar galletas. Caliéntala a 350 grados Fahrenheit durante media hora. Tras este tiempo tu tierra ya estará preparada, ya que el calor matará los gérmenes susceptibles de atacar a las plantas más jóvenes.

Una vez colocada la tierra en el contenedor, apisónala ligeramente en los bordes. De esta forma te asegurarás de que no queden huecos por donde pueda colarse el aire, que es perjudicial para las raíces de la planta. Sin embargo no debes aplastarla, sino dejarla un poco suelta, porque hay que dejar respirar a la planta. Para fijar la tierra dale un golpe seco a la base del contenedor contra una superficie dura.

Tras realizar estas simples tareas, la tierra estará lista para recibir las semillas. Siémbralas en la superficie, a un nivel y a una distancia lo más pareja posible. Dependiendo del tamaño de la semilla, cúbrela con una cantidad de tierra parecida al tamaño de la propia semilla.

Para que todas sean lo más parejas posibles, antes de plantarlas vuelca el paquete sobre un papel limpio, y distribúyelas de la forma más adecuada, separándolas por tamaño.

Por otra parte, si las semillas escogidas necesitan luz para germinar, tan sólo tendrás que hundirlas ligeramente con la yema de los dedos en la superficie de la tierra, cubriéndolas lo justo para que reciban la luz solar que necesitan.

A la hora de regarlas es preferible que lo hagas desde la base. Para ello, introduce el contenedor dentro de una fuente de agua. De este modo se irán humedeciendo poco a poco desde abajo. Sin embargo, tampoco es recomendable que el contenedor esté sumergido en agua durante demasiado tiempo. Esto es perjudicial porque la tierra absorberá mucha agua, produciendo como consecuencia brotes enfermos, o peor aún, dañados antes de la germinación.

Para que las semillas germine a la perfección, lo más recomendable es que las coloques en una ventana que reciba sombra, a no ser que las semillas necesiten la luz del sol para realizar esta función. Pero si ninguna de tus ventanas está a la sombra, puedes solucionarlo cubriendo la maceta con un periódico o una tela. De todos modos, procura que en la superficie reciban suficiente aire fresco, por lo que debes dejar una rendija de la ventana abierta. Esto es fundamental para que no se formen gérmenes ni en la tierra ni en las propia semilla.

Tan pronto como el primer brote comience a salir, deberás cambiar algunas cosas. Lo primero que debes hacer es remover cualquier cobertura que hayas puesto. Por otra parte, expónlas a la luz solar directa y mantén la tierra bien humedecida. Y cuando las plantas hayan desarrollado al menos cuatro hojas, pero no más de ocho, lo más conveniente es que las trasplantes a su lugar definitivo en el jardín.

Un jardín de primavera todo el año

Cuando todas las plantas de tu jardín hayan crecido tu jardín será la envidia del vecindario. Para mantenerlo, tendrás que realizar algunas tareas. La fertilización del suelo del jardín es fundamental para conservar el jardín en perfectas condiciones durante todo el año.

Antes de fertilizar debes conocer, aunque sólo sea de forma aproximada, la composición del suelo. Piensa que en algunos lugares es necesario echar abonos ricos en calcio y fósforo, pero en otros se requieren mayores cantidades de potasio y nitrógeno.

Si pretendes que el efecto sea lo más rápido posible, será necesario que utilices abonos químicos. Para que éstos logren su máxima eficacia, deben estar mezclados con agua y aplicarlos en forma de riego alrededor de las plantas, pero evitando que lleguen al follaje.

Pero si el abono es de asimilación lenta o progresiva, es preferible que utilices abonos de origen orgánico, como el estiércol, la cáscara de huevo molida, la turba o las cenizas de madera. Sin embargo, los fertilizantes líquidos son los más adecuados para las macetas.