Florencia: La ciudad de los Médici

Plaza  de la Signoria.
EP
Europa Press Chance
Actualizado: jueves, 2 julio 2009 12:23

Por Javier Carrión

Cuna del arte, la civilización y la cultura, Florencia está considerada como la reina de las ciudades italianas. Entre sus nobles piedras, la capital toscana guarda el cinco por ciento del patrimonio cultural de la humanidad: el Duomo, la plaza de la Signoria, la Galería de los Uffizi, la Accademia, el famoso Puente Vecchio o la Basílica de Santa Cruz* hablan de la historia y el pasado de esta gran urbe, que alcanzaría su máximo esplendor en el Renacimiento. Ni las terribles inundaciones que ha sufrido, la última de ellas en 1966, ni los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial han impedido que su magnífico legado artístico llegue a nuestras manos, el mismo que sedujera y admirara a nuestros antepasados.

¿Tranvía, sí o no? Este es el debate que ha encendido enciende a los habitantes de Florencia en este último año y medio. Los que viven en el casco viejo se niegan a aceptar un nuevo sistema de transporte público que según ellos "arruinará su legendario belleza", pero el extrarradio está claramente a favor. Los turistas, sin embargo, permanecen ajenos a esta polémica entre los expertos que quieren modernizar la ciudad y reducir el tráfico de coches y los ciudadanos que muestran en público sus serias dudas.

Los visitantes (italianos, norteamericanos y españoles encabezan el ranking) siguen llenando los monumentos de una capital toscana donde, además de visitar las legendarias bellezas, la sorpresa siempre es posible. Como, por ejemplo, con detalles minúsculos de la vieja Florencia como "la puerta del vino" -un ventanuco que servía de cantina para que los pobres pudieran recoger el vino que dejaban los ricos en sus magníficos palacios- "la puerta de la súplica" -un minúsculo reducto para las peticiones del pueblo- o el más conocido ascenso al Duomo, para los más atrevidos, de los 467 escalones que conducen, primero, a la primorosa cúpula pintada por Brunelleschi, y después, si el corazón aguanta, hasta la terraza exterior, donde la vista es fantástica, solo comparable a la que se puede divisar desde la plaza de Miguel Ángel y la preciosa Iglesia de San Miniato.

Un apunte histórico

Considerada la Cuna del Renacimiento, Florencia nació como ciudad romana de la mano de Julio César en el año 59 a.C., estableciéndose sobre los restos de un antiguo asentamiento etrusco. En el mismo corazón de la Toscaza, a orillas del río Arno y rodeada de recoletos pueblos medievales y colinas de viñedos y olivos, vivió sus años más oscuros en la Alta Edad Media, pero a partir de esa época la ciudad inició el lento camino del desarrollo gracias a la banca y al comercio de tejidos y paños. A partir de 1434, la historia de Florencia queda vinculada a los Médici, una familia de banqueros que controlarían no sólo Florencia, sino toda la Toscana a lo largo de tres siglos.

Bajo su mecenazgo, la ciudad se convirtió en germen y esencia del arte renacentista, acelerando el camino del humanismo y abanderando el movimiento de renovación europeo de los siglos XV y XVI. Así en esta espléndida y grandiosa Florencia se inscriben todos los nombres sagrados del arte y la cultura europeos, desde Giotto o Dante, hasta los grandes maestros del "Quattrocento" renacentista: Alberti, Donatello, Cellini, Fra Angelico, Botticelli, Paolo Ucello, Fra Filippo Lippi, Ghirlandaio o Petrarca. Y en el "Cinquecento", coincidirían tres de los más grandes genios del arte universal: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael.

La Plaza del Duomo

Uno de los principales enclaves turísticos de Florencia, desde donde se puede iniciar un interesante recorrido por la ciudad, es la plaza del Duomo. Considerada como centro religioso por excelencia, a ella se asoman algunos de los edificios más emblemáticos de la urbe. Entre ellos, el Baptisterio de San Juan, con sus famosas puertas de bronce que representan escenas de la vida de Cristo y de San Juan Bautista, y, la más importante realizada por Ghiberti, con Escenas del Antiguo Testamento. Ghiberti fue, sin duda, un hombre paciente pues empleó casi cincuenta años en culminar dos puertas "ganadas a concurso" (norte y este) de este Baptisterio que asombra siempre viendo su maravillosa cúpula de mosaicos de oro.

En esta misma plaza se encuentra la catedral, o Basílica de Santa María de las Flores, la cuarta catedral mayor del mundo tras San Pedro en Roma, San Pablo en Londres y la catedral de Milán; este edificio, de planta de cruz latina y fachada grandiosa aunque más moderna, está coronado por la impresionante cúpula a doble bóveda proyectada por Brunelleschi para superar a los más grandes edificios de Grecia y Roma. A la derecha del Duomo, aislado, se yergue el campanario de Giotto, cuyos pisos se adornan con tracerías caladas y coronamientos; de 87 metros de altura. También se puede ascender a lo más alto de esta torre -con otros cuatrocientos escalones para no ser menos que el Duomo-, pero si hay que dosificar esfuerzos es más recomendable la subida a la catedral.

La plaza de la Signoria y el Palacio Vecchio

Si la plaza del Duomo es conocida por sus edificios religiosos, la amplia y solemne plaza de la Signoria es sin duda el centro vital de Florencia. Antigua sede de asambleas y ceremonias públicas, con el tiempo este espacio se convirtió en taller y galería de arte al aire libre. Dominada por el Palacio Vecchio y por los arcos de la Galería de la Señoría, a sus inmediaciones se asoman el Tribunal de Mercatanzia, del siglo XIV y el Palacio Uguccioni. Todas las estatuas de la plaza forman un "teatro" que monta guardia en un grandioso y bello escenario público.

Merece la pena visitar el palacio Vecchio, edificio de estilo gótico, rematado por la famosa torre D*Arnolfo, que sirve de sede al Ayuntamiento de la ciudad. Proyectado en 1299 por Arnolfo di Cambio como Palacio de los Priores, en el siglo XV se convirtió en el Palacio de la Señoría y fue residencia de la familia Médici desde 1640 hasta 1565.

El puente Vecchio sobre las aguas del Arno

Las aguas del río Arno discurren muy cerca de la plaza de la Signoria, y sobre ellas, los puentes florentinos de Santa Trinita y el Puente Vecchio; este último, de origen etrusco, es el más antiguo de la ciudad (Hitler estuvo a punto de bombardearlo como otros en la ciudad, pero la iniciativa de un diplomático alemán convenció al Führer y finalmente no fue derribado). Su aspecto actual proviene del siglo XIV, cuando las tiendas que se encuentran en sus inmediaciones pertenecían al gremio de los carniceros. Por expreso deseo de Cosme de Médici, se asignaron a orfebres y plateros, los mismos que hoy las ocupan, junto a un buen números de pintores y retratistas. Un piso superior recorre el puente Vecchio; se trata del pasillo de Vasari, construido para comunicar los Oficios con el Palacio Pitti. Los Médici utilizaban este corredor, de más de un kilómetro de longitud, que incluso atraviesa una iglesia, Santa Felicitá, para no ser vistos por el pueblo. Y en el centro del puente, una curiosidad: junto al popular busto dedicado a Cellini hay que fijarse en la pequeña verja que lo rodea, donde los enamorados dejan sus candados cerrados en señal de "amor eterno".

El Palacio de Pitti es sin duda uno de los edificios más hermosos y paradigmáticos de Florencia. Fue mandado construir por la familia de banqueros y mercaderes a mediados del siglo XV y se amplió en 1558 adquiriendo sus actuales proporciones tras añadírsele las dos alas llamadas "rondó" en 1764 y 1839. De formas sencillas y grandiosas, está construido con piedra rústica de sillería, destacando su fachada, de 205 metros de largo. El palacio fue residencia Gran Ducal y formó parte de la Corte del nuevo Reino de Italia. En la actualidad, el edificio, junto con otros ubicados en el jardín anexo del Bóboli, alberga uno de los museos más interesantes de la ciudad.

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