Herrenchiemsee, el "Versalles" alemán

Fuente y fachada del palacio
EP
Actualizado: jueves, 31 marzo 2011 13:00

En el sur de Alemania, enmarcado en uno de los parajes más bellos de Baviera y a solo unos kilómetros de la frontera austriaca, se levanta un palacio, copia del Versalles francés, que tomó el nombre de "Herrenchiemsee" por obra y gracia de su constructor, el rey Luis II de Baviera, el llamado popularmente "rey loco". Con la idea de rememorar el antiguo esplendor de siglos pasados en el que imperaba el absolutismo y para homenajear la figura de Luis XIV de Francia, Luis II se dedicó -casi como una obsesión- a levantar palacios y éste de Herrenchiemsee pasa por ser el más lujoso de los tres que se erigieron en Baviera bajo su mandato. Incluso algunos historiadores defienden la teoría de que este bello y lujoso palacio es superior artísticamente a Versalles.

El Palacio de Herrenchiemsee está enclavado en una isla de 240 hectáreas del lago de Chiemsee, lo que los alemanes denominan "mar de Baviera", por lo que sólo se tiene acceso al histórico edificio a través de los barcos que parten principalmente desde Prien. Este fue el tercer gran palacio -tras Neuschwanstein y Linderhof - que construyó Luis II y es sin duda su obra monumental más apabullante, su más bella creación, el sueño que acariciaba el monarca bávaro tras visitar Versalles, aunque desgraciadamente para él no pudo disfrutarlo como él hubiera deseado.

El palacio, en realidad su parte central, réplica del modelo francés, fue edificado en siete años, entre 1878 y 1885, y las alas derecha e izquierda se quedaron al final en los planos del proyecto. La fachada central que da directamente al parque y a las fuentes es igual a la de Versalles y el monarca dispuso desde los estanques de un canal que comunicaba directamente al lago de Chiemsee.

En el interior, donde el lujo se puede encontrar en cualquier rincón por expreso deseo del monarca, se pueden visitar más de veinte salas. La pieza más sobresaliente es la Escalera de Embajadores o Gran Escalera de Gala, una réplica exacta de la escalera principal de Versalles (esta no se puede visitar porque fue demolida en 1752) que le hace ser única en el mundo. Fue diseñada en el siglo XVII por Le Brun.

También merece la pena detenerse en la Gran Galería de los Espejos, con sus 52 candelabros, 33 arañas y sus frescos de la bóveda; la Pequeña Galería, similar a la anterior pero más reducida y también desaparecida en Versalles; el Dormitorio del Rey, una dorada explosión de lujo que raya en lo majestuoso y en lo cargante con un color predominante, el azul, favorito del rey, y otros salones como el de porcelanas o el azul, este último con unos espejos muy llamativos que ensanchan el espacio en lo infinito. Todos ellos son salones fantásticos que nos recuerdan a los retratados en "Las mil y una noches".

Al terminar la visita del palacio resulta muy recomendable entrar en el museo dedicado a Luis II, donde pueden admirarse pinturas originales, trajes de gala (no perderse el auténtico manto de Gran Maestro de la Orden de los Caballeros de San Jorge), fotos, muebles, piezas de artesanía, bustos y documentos históricos que hablan también de su especial relación como mecenas con el compositor Richard Wagner.

Herrenchiemsee nunca llegó a ser terminado. El 7 de junio de 1886 se produjo un complot contra el rey en Munich, por lo que su primo, el príncipe Luitpoldo, asumió la regencia del país. La familia de Luis II y los políticos de Baviera juzgaron que el carácter del "rey loco" era fruto de una enfermedad mental y le recluyeron en el castillo de Berg. Seis días después, el 13 de junio, murió ahogado en el lago de Starnberg. Según la versión oficial se trató de un suicidio, aunque otros mantienen que fue asesinado pues los poderes bávaros no soportaban el extraño carácter del rey y su propensión a vaciar las arcas públicas del país.

Desgraciadamente para él, Luis II sólo vivió en el palacio de Herrenchiemsee diez días, pero dejó para su país un gran regalo artístico que es hoy una de las atracciones turísticas más visitadas de toda Alemania. Todo eso a pesar de que el palacio se levantó sin ninguna razón de estado y solo como un gran homenaje a las monarquías totalitarias