MADRID, 6 May. (CHANCE) -
Una de las más grandes historias de amor de la literatura, llevada al cine de nuevo. El Gran Gatsby, se ambienta en los años en los que nació el que es uno de los hoteles de referencia del Mediterráneo, el Barceló Formentor, que invita a sus huéspedes a escribir su propia historia con una estancia que rememora esta época dorada.
Alojarse en la habitación donde Charles Chaplin se retiraba del bullicio hollywoodiense, leer a James Joyce, Ernest Hemingway, John Steinbeck o F. Scott Fitzgerald por los sinuosos caminos de un jardín por donde han paseado algunas de las figuras más representativas del último siglo, o cenar en menú con el que en 1929 se inauguró un hotel único en su especie: el Barceló Formentor propone a los huéspedes una escapada que se convertirá en una experiencia para los sentidos, difícil de olvidar.
El establecimiento más icónico de todo el Mediterráneo mira a la época dorada de su creación para ofrecer una experiencia única ahora que los años 20 vuelven a la actualidad con más fuerza que nunca con el estreno de El Gran Gatsby. Una película basada en el libro de F. Scott Fitzgerald, que cuenta con un antecedente en 1974 (protagonizada por Robert Redford), que además podrá verse en el cine del hotel (bajo petición).
"Aun guarda entre sus muros alguna esencia del perfume de los felices años 20". Son palabras de uno de los asiduos artistas huéspedes (y amantes) de un hotel que es mucho más que un establecimiento. Con esta iniciativa, el Barceló Formentor hace memoria de su apasionante historia, y en concreto de sus orígenes, para que esa esencia se respire aun más intensamente y hacer así partícipes a sus huéspedes de una época que para este hotel, a pesar de las tendencias, nunca pasará de moda.
GATSBY Y DIEHL: DOS HOMBRES DE PERSONALIDAD CARISMÁTICA
Al igual que el protagonista de la obra llevada al cine de nuevo, el artífice del proyecto de Barceló Formentor es un hombre de carácter arrollador y personalidad carismática. Con esta vuelta a sus orígenes, el hotel también rinde tributo a Adan Diehl. Poeta argentino, amante de las artes, amigo de la belleza, el paisaje, la vida y la cultura, soñó el mejor hotel que se pudiera construir, no solo por su diseño o su arquitectura, sino por su entorno, su paisaje y su relación con él.
Mucho más que un hotel, una utopía cultural, artística y hotelera capaz de convertirse en epicentro de la buena vida, el estilo y las ideas más avanzadas. Un lugar forjado con las ideas de notables artistas de cuya amistad gozaba -pintores, arquitectos, escritores*- y que contribuyeron al sueño con sus ideas, sus visiones, y a menudo, simplemente con el apoyo, la amistad o el reconocimiento.
Diehl eligió para su proyecto una tierra casi inexplorada; una península apenas visitada, desconocida entonces para la mayoría de los habitantes de la isla, prácticamente incomunicada salvo por mar, y durante siglos únicamente frecuentada por piratas o contrabandistas. Pero en este paisaje él vio algo más: el inmenso e imbatible valor de la belleza, la emoción, el respeto y la modernidad.
Adan actuó movido, sobre todo, por una gran visión. La de una utopía que años después acabaría por ser cierta: un lugar que congregara a los grandes creadores, a los mejores artistas, a las grandes personalidades del siglo XX, para debatir, pensar, compartir, descansar o simplemente vivir, en un contexto único, privilegiado, enfocado a que mostraran y se encontraran con lo mejor de sí mismos.