Linderhof, el sueño francés del "Rey Loco"

Actualizado: jueves, 24 septiembre 2009 13:00

Por Javier Carrión

Si Luis II, el famoso monarca de Baviera al que conocemos en España como el "Rey Loco", se hubiera despertado tras su traumática muerte en un lago cercano a Munich y hubiera visto que solo unos meses después de su "suicidio" sus famosos castillos estaban ya abiertos al público, habría tenido un ataque de cólera, uno más de los muchos que sufría, y quien sabe si habría llegado a incendiarlos. Hoy estos castillos son una gran fuente de ingresos para Baviera, aunque en su tiempo, en el último tercio del siglo XIX, su construcción fue objeto de grandes polémicas por el despilfarro económico que significaron, primero, para las arcas del excéntrico monarca y, de rebote, para las del Reino. Uno de ellos, el Castillo de Linderhof, el más pequeño de los tres que Luis II construyó, fue su preferido y el único que vio acabado totalmente (1878). Un viejo pabellón de caza utilizado por su padre Maximiliano II, que conoció Ludwig en su infancia, y que acabó siendo su "sueño francés".

Cautivado por la figura histórica del Rey Loco", Luchino Visconti, el prestigioso director de cine italiano, tuvo muy claro dos cuestiones cuando decidió rodar en 1972 su película "Ludwig, el ocaso de los dioses" en torno a la vida del monarca bávaro. La primera de ellas era que el papel principal debía estar interpretado por el actor austriaco Helmut Berger, protagonista de varios filmes del realizador italiano y muy popular en los años setenta no solo por sus cualidades artísticas sino también por su ambigüedad sexual, y que el escenario principal del filme debía estar localizado en el Castillo de Linderhof a pesar de ser el de menor tamaño y el menos conocido de todos los que mandó edificar Luis II.

Hoy, a cualquiera que se acerque a este lugar, vea el castillo y, sobre todo, el escenario natural donde está levantado no puede extrañarle la decisión del fallecido director italiano. Linderhof se encuentra en un escondido valle muy próximo a Garmisch-Partenkirchen, a muy pocos kilómetros de la vecina Austria, en un paraje idílico junto a los Alpes bávaros. El edificio histórico y el parque ocupan una extensión de cincuenta hectáreas, donde destaca el coqueto y espléndido palacio diseñado en un caprichoso estilo rococó y con un incuestionable "sabor francés". Que nadie busque en su interior caras o recuerdos de la familia real de Ludwig, los Wittelsbach. Todas las pinturas del palacio reflejan personajes y escenas de la corte francesa de los reyes Luis XIV y Luis XV. En realidad, Luis II pretendía con sus castillos, especialmente en éste y en el de Herrenchiemsee, ya camino de Salzburgo, emular al gran Versalles, pero siempre prefirió habitar Linderhof por su peculiar atmósfera romántica.

Luis II levantó en la mitad del bosque, en uno de esos paisajes que cualquiera puede soñar lejos de la ciudad, este palacio y sus bellísimos jardines de influencia francesa, donde se pueden descubrir varios estilos: el renacentista italiano de sus terrazas, el barroco de los parterres, el inglés del parque, el griego de las estatuas y hasta algunos elementos de históricos palacios como el de La Granja en España... Delante de la fachada principal, un encantador estanque presidido por una estatua dorada con un espectacular chorro de agua -que alcanza los 22 metros- y por un viejo tilo, algo afectado por el paso de los años, donde el rey tomaba habitualmente sus desayunos. Detrás, varias escalinatas con sus terrazas correspondientes conducen a un templete en lo alto de una pequeña colina donde la vista panorámica del conjunto es cautivadora.

En el interior del palacio, al que se accede por el hall con una llamativa figura de Luis XIV, "el Rey Sol", no falta el clásico Salón de los Espejos, una constante en todos los palacios de Luis II, aunque al visitante lo que más le llama la atención es la espectacular cama del soberano (2,40 m. de largo por 2,20 de ancho), colocada en un gran dormitorio -ampliado en una reforma posterior- desde la que el rey disfrutaba de la vista orientada al norte del edificio hacia un bello conjunto escultórico dedicado a Neptuno con varias cascadas de agua. Luis II tenía en una sala contigua también su trono, aunque al parecer lo usaba en contadísimas ocasiones, y sí empleaba, en cambio, una mesa "mágica" en su comedor, casi de cuento de hadas, instalada sobre una plataforma y comunicada con la cocina, que quedaba en el piso inferior, de modo que podía ser bajada, servida y elevada sin contacto directo con el personal del servicio.

De hecho, en la última fase de la vida de Luis II, el monarca ni quería ver a nadie ni tampoco ser visto por curioso alguno y acostumbraba a vivir más por la noche que de día haciendo escapadas en sus trineos por los alrededores. Sus únicas compañías, masculinas y de baja estofa, fueron acentuando cada vez más su homosexualidad y sus escasas apariciones públicas eran calificadas de grotescas, pues aparecía entre ramos de flores, cortinas o velos, eso sin contar sus frecuentes ataques de furia que acabaron convirtiendo a su tío Luitpold en regente de Baviera.

En Linderhof, su residencia favorita pues fue la que más pisó hasta su muerte en 1886, Luis II también hizo realidad otro de sus sueños excéntricos al crear en el final de una pendiente del bosque que rodea al palacio una gruta artificial, conocida con el nombre de Venus, en la que el rey invitaba a sus amigos cantantes para interpretar fragmentos de sus obras favoritas, especialmente de Richard Wagner, del que fue su mecenas. Luis II se paseaba en una barca con forma de concha en un pequeño lago con cascadas, iluminado "mágicamente" con luz eléctrica. Hoy "la Gruta de Venus", la cueva artificial más grande de Europa (100 metros), es para muchos la atracción favorita de todo el recinto. Una auténtica delicia para el visitante.

Excursión a Ettal

A diez kilómetros de Linderhof se encuentra esta basílica benedictina fundada en 1330 por Luis el Bávaro y remodelada en el siglo XVIII en estilo barroco. En la actualidad la abadía, que cuenta con 55 monjes de la mencionada orden, funciona como un internado en el que estudian 150 alumnos. En su interior se elaboran unos famosos licores de hierbas (seco, dulce y amargo) y una apreciada cerveza (anualmente produce siete millones de botellas de medio litro). En el interior de la basílica destaca su gran cúpula, la más alta de Baviera (66 metros).

Información práctica

Cómo llegar: Lo más aconsejable es volar hasta Munich y luego conectar por carretera (A-95) o tren (hasta Oberammergau) con Linderhof. Lufthansa vuela hasta la capital bávara desde varias ciudades españolas. www.lufthansa.com / 902220101

Horarios del palacio: Abierto diariamente (Abril-Septiembre: 9 am-6 pm / Octubre-Marzo: 10 am-4 pm. Cerrado el 1 de enero, martes de Carnaval y el 24, 25 y 31 de Diciembre. Precio: 7 euros. Juegos de agua: fuentes cada media hora (desde abril hasta el 15 de octubre, todos los días, de 9 a 18 h)

Comer y dormir: Schlosshotel Linderhof. Linderhof 14 82488 Ettal .Tel: +49 (0) 88 22 - 79-0 www.schlosshotel-linderhof.de

Más información: www.alemania-turismo.com y www.linderhof.de