DESCONECTA, 09 Oct.
La historia de Lázaro es un caso excepcional de cómo un perro pudo sobrevivir a dos inyecciones letales y a un accidente de coche para convertirse en un 'perro milagro' desafiando todos los pronósticos.
Lázaro, un perro mestizo de 4 años, de Helena, Alabama, llegó el 19 de agosto a Ozark City Animal Shelter entregado por su dueño alegando que se estaba mudando y que no podía hacerse cargo de él. El animal llegó sangrando, producto de un accidente de coche grave que le arrancó la almohadilla de una pata trasera; además presentaba un severo caso de gusanos en el corazón.
A pesar de los intentos por el refugio de encontrarle un hogar a través de las redes sociales nadie preguntó por él, de modo que, siguiendo el protocolo, al perro se le programó una eutanasia.
Una voluntaria acompañó al perro al veterinario y fue testigo de aquel momento. Al animal se le inyectó una dosis acorde con su peso para dormirlo. "Después de aplicar una eutanasia a los perros se verifica que los latidos del corazón han cesado" , comentó una voluntaria. El corazón del animal seguía latiendo por lo que repitieron el proceso con una segunda inyección, habiendo cesado esta vez los latidos.
Milagrosamente y contra todo pronóstico, al día siguiente el mestizo de 4 años estaba de pie en su jaula desorientado y un poco asustado pero vivo y con apetito pues se había comido el resto de alimento que habían dejado del día anterior en un cuenco.
Después de aquello, el perro fue acogido por Two by Two Rescue y le llamaron Lázaro porque el nombre recuerda al personaje de la Biblia que había vuelto a la vida gracias a Jesús. Desde allí publicaron de nuevo su milagrosa historia en las redes sociales y Jane Holston se enamoró de él al instante, según declaraciones a Associated Press.
Ahora Lázaro vive en familia con un nuevo compañero de juegos, también rescatado, a las afueras de Burmingham (Alabama, EE.UU).
Según cuenta Two by Two Rescue en su Facebook: "Tiene un gran apetito y está muy feliz con su nueva familia. Responde a su nombre de Lázaro. No ha ladrado ni una vez ys el perfecto perro educado en casa, pasea con correa y se sienta para comer. Bueno, corregimos, ¡le hemos oído ladrar por primera vez mientras dormía!".
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