EDIZIONES, 29.Jul
Como muchas aldeas de Japón que son víctimas del éxodo de sus habitantes, Nagoro se está convirtiendo en un pueblo fantasma. O más bien de muñecos. Y es que en la pequeña villa nipona ya 'habitan' más de 150 maniquíes que Ayano Tsukimi colocó en las calles para suplantar a los vecinos que murieron o que se marcharon a otras ciudades.
¿Pero cuál fue el origen de esta insólita idea? A pesar de que la mujer lleva más de 15 años cosiendo muñecos de tamaño real, no fue hasta que volvió a su pueblo natal, tras vivir varias décadas en Osaka, cuando decidió compensar el 'vacío' de Nagoro, que apenas cuenta con 35 habitantes.
"Recuerdo a la anciana que solía beber el té en el porche de casa, al anciano que le encantaba contar historias... Decidí que tenía que hacer algo para darle más vida al pueblo donde me crié", comenta Ayano que, a sus 65 años, es una de las habitantes más jóvenes.
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Creó su primer espantapájaros con el objetivo de ahuyentar a las aves que se comían las semillas de su jardín pero ahora, años después, los muñecos ocupan las calles, las paradas de autobús y hasta las aulas desiertas de los colegios.
"De una u otra forma los muñecos me traen recuerdos de cuando todos estaban vivos y bien", ha recalcado Ayano en más de una ocasión.
Nagoro no es el único municipio japonés que lleva por título "pueblo fantasma". Debido al exilio de sus habitantes y a que la población nipona empezó a descender en 2010, se estima que hay otros 10.000 pueblos japoneses que 'sufren' de abandono.
