Actualizado 16/10/2006 18:52

RSC.- Un experto de la FAO constata la relación existente "entre buenas prácticas agrícolas y políticas"


MADRID, 16 Oct. (EUROPA PRESS) -

El representante regional de la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, hizo hincapié en la importancia de las políticas públicas "como complemento necesario para el desarrollo de la agricultura familiar y las Buenas Prácticas Agrícolas".

En el marco del seminario subregional 'Buenas Prácticas Agrícolas para la Agricultura Familiar de los países del Mercosur ampliado', realizado la semana pasada en la Universidad de Talca (Chile), Da Silva, destacó que la "viabilidad del pequeño productor depende más que nunca del acceso a las herramientas claves del desarrollo". "Estoy hablando de crédito barato y disponible, de la tecnología necesaria y, sobre todo, de políticas públicas que aseguren la participación en los mercados", indicó.

El experto recordó que "es irreal esperar que los productores de pequeña escala funcionen de la misma forma en que lo hacen las grandes empresas transnacionales. Ellas cuentan con vastos recursos económicos, mano de obra barata, redes internacionales e incentivos fiscales ventajosos. Además, disponen de una enorme capacidad para presionar políticamente a los gobiernos y llegar a las mentes de los consumidores a través de millones de dólares invertidos en marketing".

"La suerte de la agricultura familiar, al contrario, está indisociablemente unida a un proyecto de desarrollo soberano", continuó. "Me refiero a políticas públicas que aseguren a los actores locales un espacio en la generación de riqueza y la repartición de sus frutos", señaló Da Silva.

Por todos estos motivos, el experto es de la opinión de que "el primer paso para difundir Buenas Prácticas Agrícolas consiste en inyectar competitividad en la producción familiar y campesina" por lo que abogó por que "los gobiernos de la Región deben reducir la distancia entre los mercados locales y los mundiales, incrementando la competitividad de los sectores más sólidos y protegiendo aquellos que son más vulnerables".

Da Silva mencionó "la disponibilidad de tecnología y la definición de una política de precios justos" como otro factor importante para impulsar las Buenas Prácticas. "No hablo sólo de una tabla indicativa, sino de iniciativas institucionales de adquisición de alimentos y materias primas que aseguren al productor un retorno de largo plazo. Es preciso reconocer que nada de esto tendrá viabilidad si el Estado no define una política de crédito a costo bajo, capaz de apoyar la pequeña producción", afirmó.

"No estamos cometiendo ninguna herejía al exigir políticas específicas de incentivos y protección para el pequeño productor del campo. No se pueden abrir las fronteras y lanzarse al desarrollo dejando atrás a sectores tan importantes como la agricultura familiar", lamentó.

"Las buenas prácticas agrícolas exigen buenas prácticas en políticas públicas. Ambas se deben intercalar de forma inseparable para asegurar a la agricultura familiar el espacio al que tiene derecho en el mercado, el desarrollo y la democracia", sentenció.

La Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, el Ministerio de Agricultura de Chile, el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario y la Universidad de Talca apoyaron la puesta en marcha de este taller, cuyo objetivo consistía en "facilitar la implementación de una estrategia de promoción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en cadenas agroalimentarias y agroenergéticas para la Agricultura Familiar de los países del Mercorsur ampliado".

Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, orientadas a asegurar la protección de la higiene, la salud humana y el Medio Ambiente, mediante métodos ecológicamente seguros y económicamente factibles traducidos en la obtención de productos alimenticios y no alimenticios más inocuos y saludables.