Javier Santacruz Cano: "China no es que vaya mal, sino que tiene que ir de otra forma"

Javier Santacruz Cano
Foto: JAVIER SANTACRUZ CANO
Actualizado: viernes, 30 octubre 2015 10:31

MADRID, 30 Oct. (EUROPA PRESS) -

China abandona la política del hijo único y no es el único cambio que se avecina en el gigante asiático y que, sin lugar a dudas, se harán sentir en todo el mundo. Javier Santacruz Cano, economista y profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), además de socio fundador de China Capital responde a Mercado Financiero.

- China pone fin a la política del hijo único. ¿Qué representa?

Puede tener unas implicaciones brutales. Es algo que no estaba muy en el radar. Las estimaciones señalan que la demografía empieza a ser un problema, sobre todo de envejecimiento, que busca atajarse de forma radical levantando la prohibición para renovar la fuerza laboral. Si, además, la economía china va a ser de consumo, para consumir se necesitan personas.

- ¿El nuevo plan quinquenal chino supondrá cambios significativos?

El plan quinquenal se aprobará en el mes de marzo, pero lo que ya conocemos son cosas bastante importantes que van en la línea de reformar la economía y además hacerlo de manera más acelerada. Hay una premura de plazos, que en la manera china de pensar viene a ser 5 o 6 años.

- Además de la cuestión demográfica, ¿cuáles serán las medidas de mayor calado?

Una reforma del sector financiero junto a la reforma de las grandes empresas. Se pretende llevar a cabo una oleada de fusiones y adquisiciones para reducir el sector público estatal a sólo 40 empresas con el doble objetivo de sacarlas a Bolsa y en segundo lugar lanzar esas supercompañías al exterior, a la 'conquista' del mercado mundial.

- Una ambición que puede generar recelos, ¿no?

El recelo está claro que lo produce, pero hasta que se conoce. Quien más teme la expansión china son los monopolios y oligopolios, así como grandes compañías que mantienen posiciones de dominio del mercado, pero también hay muchos casos en los que la expansión china es una oportunidad porque permitirá encontrar un demandante que antes no existía.

- ¿Por qué ahora?

China ha crecido 30 años a tasas de doble dígito sobre un modelo compuesto de industria y exportaciones. Su manera de ser era vender mucho y muy barato y sobre todo al exterior. Lo que ha pasado es que el modelo se ha agotado, pero de una manera controlada. Ahora le toca apostar por un mercado interno de 1.300 millones de personas y la manera de hacerlo es el consumo.

- ¿Los datos macro nos hablan ya de este cambio de modelo?

El PIB en el 6,9% quedó por encima de la estimación del 6,8% que hacía el consenso. Es muy probable que lleguemos a finales de año y nos quedemos en el 6,9% o lleguemos al 7%. China no es que vaya mal, sino que tiene que ir de otra forma.

- ¿El desplome de las importaciones es la señal más clara de cambio?

Cuando las economías giran desde la industria hacia el consumo esto implica una caída de la producción y luego también un ajuste del sector exterior, que siempre se empieza por las importaciones.

China importaba e importa materias primas sobre todo, pero al girarnos hacia el consumo ya no son necesarias en las mismas magnitudes, empieza a bajar su importación y tiene lugar un desplazamiento de recursos productivos desde el sector industrial hacia el consumo.

- Parece que Pekín tiene bajo control el cambio, pero ¿estamos preparados los demás?

El problema precisamente es que los demás no estamos preparados. Podríamos hablar de un orden de preparación en el que europeos y americanos estarían algo mejor preparados, pero los que no lo están para nada son los mercados emergentes que han basado su modelo de crecimiento en las exportaciones de materias primas.

China ha decidido seguir un camino distinto en el que estos países no tienen un papel tan necesario y por tanto el problema es de aquellos que no han sabido adaptarse.

- Parece que nunca podemos estar todos contentos a la vez.

Nunca llueve a gusto de todos. Todos los cambios siempre tienen ganadores y perdedores. En China el modelo es que los ganadores compensan a los perdedores, de modo que el efecto total es positivo para todo el mundo.

- ¿Quiénes son los ganadores en China?

Los sectores de alto valor añadido, telecomunicaciones, consumo masivo... y los perdedores son la industria o la minería. Si te sientes perdedor ante un cambio lo que tienes que hacer es intentar cambiarte todo lo posible en el menor periodo de tiempo, revolucionarte a ti mismo. Eso es complicado y hay países que no tienen esa capacidad. Una economía en un 80% dependiente de las exportaciones de petróleo tiene muchas papeletas de pasarlo muy mal

- ¿Es este contagio a los emergentes lo que quizás debe preocupar más a España de la metamorfosis china?

A nosotros China en sí nos importa bastante poco como España. China es apenas un 4% de las exportaciones españolas. El problema es cómo China se ha expandido por los mercados emergentes, especialmente por Latinoamérica, donde en términos de inversión extranjera el principal actor extranjero es España junto a EEUU y es ahí por donde vienen los problemas.

- Brasil parece el caso más preocupante.

Brasil era el alumno aventajado. A finales de los 90 y los 2000 era un poco como 'la gallina de los huevos de oro'. El gran problema que tiene Brasil es que la sociedad está progresando más que sus instituciones, sobre todo las políticas, que se están quedando atrás y tratan de blindar una economía anticuada...Eso genera un daño enorme al potencial de crecimiento económico e introduce incertidumbre sobre los que están instalados dentro.

- ¿Cómo debe afrontar una empresa un deterioro tan acusado del panorama en un mercado como Brasil?

Lo primero es reconocer la realidad y no ocultarla. En segundo lugar toca 'apretar los dientes'. Una salida en este momento de un mercado donde te estabas expandiendo de forma importante es un suicidio. Si sales de un mercado de forma desordenada es un error que se termina pagando no sólo en el corto, sino en el largo plazo. Hay que tener un plan que incluya cubrir divisa, ajustar costes y en tercer lugar abandonar proyectos faraónicos.

- Aparte del impacto de las economías emergentes, ¿cómo ves la economía española?

En España ahora nos va muy bien, pero nos hace falta mucho más. Porque crecer al 3% es una situación que se da en este momento pero que dentro de un año puedes no tener y el problema es querer negar la realidad, envolverte en el cortoplacismo y decir aquí no pasa nada, que hemos hecho todo lo que teníamos que hacer.

- ¿Qué reformas consideras imprescindibles en España?

Cosas verdaderamente importantes como son las pensiones. ¿Qué pasa con la Seguridad Social? ¿Cómo nos planteamos el futuro? Porque creamos empleo, pero es evidente que es un tipo de empleo que no garantiza la sostenibilidad a largo plazo de la Seguridad Social.

Además, es fundamental una simplificación extraordinaria de las instituciones en España, no sólo el Estado y las autonomías, sino también en términos de leyes, para que uno al llegar a España sepa a qué marco regulatorio se enfrenta.

- ¿El BCE puede malacostumbrar a países como España y frenar las reformas?

En Europa vamos más atrás que EEUU, pero el problema es que no aprendemos las lecciones que nos han dado los que iban por delante y el BCE está cometiendo los mismos errores de la FED o el BoJ que es abordar el puzzle de una inflación muy baja y un crecimiento inferior a lo esperado mediante más dinero, pero la máquina de hacer dinero te soluciona problemas de liquidez pero no de solvencia. Más dinero no resuelve los problemas reales de la economía, lo que hace es enmascararlos.

- Al día siguiente de las palabras de Draghi, el Banco de China bajaba los tipos. ¿Otra batalla en la guerra de divisas?

En este caso no vamos a eso porque las balas las tienen muy agotadas la mayoría de los bancos centrales y porque además el Banco de China cuando baja los tipos no lo hace esencialmente por un animo de expansión monetaria, sino que busca liberalizar los tipos de interés, para lo que además acompaña la acción con la reducción del ratio de reservas. Una acción que mezcla el palo y la zanahoria.


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