Publicado 20/08/2020 19:03

Alimentacion.- El Centro Oceanográfico de Baleares lidera un estudio sobre los riesgos de los ecosistemas en los océanos profundos

PALMA DE MALLORCA, 20 Ago. (EUROPA PRESS) -

Un estudio liderado por el Instituto Español de Oceanografía a través del Centro Oceanográfico de Baleares, ha reunido la información publicada hasta la fecha sobre los efectos de las propiedades de las masas de agua -como la temperatura, la salinidad, la disponibilidad de alimento, y la química del carbonato y oxígeno- en la megafauna bentónica de profundidad en el Atlántico Norte.

Esta información basada en trabajos experimentales, observaciones in situ y resultados de diferentes modelos estadísticos, según han señalado, es clave para entender los procesos oceanográficos que controlan la biodiversidad y la biogeografía de los organismos bentónicos de las profundidades.

En el estudio han colaborado la Scottish Association for Marine Science, el Centro OKEANOS del Instituto do Mar, la School of GeoSciences de la Universidad de Edimburgo, el Institute of Oceanography de Canadá, la University of North Carolina Wilmington, el Institute of Oceanography de Taiwan y MARBEC.

Los resultados del estudio reflejan que la temperatura es probablemente la principal variable que controla los patrones recientes de biodiversidad a gran escala.

Afecta además, entre otros parámetros, al metabolismo, la reproducción y la conectividad, a pesar de que las respuestas pueden ser muy diferentes para cada especie.

A una escala espacial más local, como las diferentes regiones del Atlántico Norte o incluso a nivel de montañas submarinas o cañones, la disponibilidad de alimento parece ser uno de los factores más importantes para el bentos profundo.

La química del carbonato es especialmente relevante para organismos como los corales, puesto que el nivel de pH del agua determinará su posibilidad de crecimiento o la disolución de sus esqueletos.

Finalmente, la expansión de áreas con muy bajos niveles de oxígeno disuelto en el Atlántico podría afectar la supervivencia, distribución y conectividad de muchos organismos profundos.

Por otra parte, los expertos han utilizado modelos de predicción, con un horizonte temporal del año 2100, para evaluar la evolución de las propiedades de las masas de agua y sus posibles impactos en los ecosistemas profundos del Atlántico Norte.

El ritmo y la intensidad de los impactos del cambio climático varían a lo largo de las diferentes regiones.

Sin embargo, las predicciones para 2100 indican que todo el Atlántico Norte estará expuesto a múltiples impactos, como un calentamiento del agua de más de 2C, reducción del flujo de carbono orgánico en hasta un 50%, la acidificación y subida del horizonte de saturación de carbonato y/o la reducción del oxígeno disuelto hasta un 5%.

Al menos uno de estos impactos resultará crítico para la supervivencia de los corales de aguas frías: se calcula que el 75% de los que se encuentran por debajo de 1000 metros de profundidad se encontrarán expuestos a aguas ácidas que podrían disolver sus esqueletos.

Por tanto, el trabajo revela que es bastante improbable que los ecosistemas marinos vulnerables del océano profundo, ya afectados por los impactos antropogénicos y los efectos crecientes del cambio climático, puedan soportar presiones adicionales derivadas de otras actividades humanas como, por ejemplo, la pesca no sostenible, la minería, etc.

El estudio advierte de la necesidad de proteger estos ecosistemas, pero también pone de manifiesto la necesidad aún de obtener información relevante (rangos de tolerancia, capacidad de adaptación, resiliencia, etc.) sobre los procesos biológicos y los límites ambientales para el correcto funcionamiento de los mismos y la dinámica oceanográfica del océano profundo.

"Entender mejor los efectos de las masas de agua nos ayudará a entender mejor los riesgos y cómo mitigarlos, por ejemplo, dónde ser más cautelosos en el desarrollo económico y explotación de los recursos marinos, dónde es más necesario invertir en seguimiento y gestión o cómo establecer medidas de regulación y protección más eficientes para conservar estos ecosistemas tan preciados y frágiles", subraya Patricia Puerta, primera autora del trabajo.

Más allá de la planificación espacial marina, los diferentes marcos de regulación y las acciones de conservación, la llamada 'economía azul' debería desarrollarse siguiendo el principio de precaución para no llevar a un límite cada vez más cercano la explotación de los recursos marinos y asegurar así un desarrollo sostenible.

El trabajo se ha llevado a cabo por investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en colaboración con instituciones internacionales participantes en el proyecto ATLAS del programa Horizonte 2020.

Leer más acerca de: