Actualizado 12/02/2009 19:16

El sociólogo Waisman advierte de que las consecuencias de la crisis podrían ser "mayores" que las del 'crack del 29'

BILBAO, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -

El sociólogo argentino Carlos H. Waisman, uno de los investigadores en el análisis político y económico más reconocidos a nivel internacional, advirtió hoy de que posibles consecuencias políticas y sociales de la crisis económica podrían ser "mayores" que las del crack del 29.

El investigador expuso estas reflexiones en la conferencia que ofreció esta tarde en el Museo Guggenheim sobre las posibles implicaciones sociales de la crisis económica, dentro de la iniciativa Zientzia Foroa, surgida de la colaboración del foro Ikerbasque y Jakiunde.

Carlos H. Waisman es profesor de Sociología y Estudios Internacionales en la Universidad de California y doctorado en Sociología por Harvard en 1977. A lo largo de su trayectoria académica ha sido profesor en universidades como Yale, Stanford o Notre Dame.

Como investigador se ha especializado en el análisis económico e histórico de los movimientos sociales, especialmente de América Latina. Waisman es autor de varios estudios, entre los que destacan 'Inversión del desarrollo en la Argentina', 'Sociedad civil y democracia en América Latina' y 'Modernización y clase trabajadora; las políticas de legitimación'.

En la conferencia, titulada "¿Hacia dónde vamos? Las consecuencias políticas de la crisis económica mundial en el espejo de la década de los 30", Waisman partió del análisis de las consecuencias políticas que tuvo el crack de 1929 como el surgimiento de movimientos totalitarios como el nazismo, "surgidos del descontento de la población".

A partir de ese análisis, hizo una reflexión sobre las posibles implicaciones sociales de la actual recesión. El experto cree que, pese a que esta crisis no es en términos económicos "tan grave" como la de los años 30, de prolongarse en el tiempo, sus consecuencias políticas "podrían ser aún mayores".

"En primer lugar, porque nos enfrentamos a una crisis global, y en segundo, porque se produce en un momento histórico de inestabilidad política en el que la nuevas democracias -surgidas en América Latina y en Europa tras la caída del comunismo- aún no están suficientemente legitimadas entre sus ciudadanos y en el que cada vez cobra mayor relevancia la emergencia del fundamentalismo islámico como alternativa a algunas monarquías árabes", apuntó.

"Cunde en Europa la movilización de las víctimas de la recesión (que aún no son muchas) y de aquellos que temen sus efectos futuros (que sí lo son). Desde Francia hasta Rusia, se ven expresiones masivas de descontento. El Gobierno ha caído en Islandia y hay manifestaciones multitudinarias pidiendo la dimisión del de Letonia", citó, para añadir que, "en ninguno de estos casos está en juego, por ahora, las instituciones como tales, pero el proceso acaba de comenzar".

Frente a la opinión de los economistas liberales, que entienden las crisis como "reajustes necesarios y saludables" y confían en que será el propio mercado el que reequilibre el sistema económico, Waisman sostiene que este mecanismo es "intolerable" para la sociedad.

"Implica, en el caso de una recesión seria, la liquidación de capitales y patrimonios, el paro masivo, la ruina de ciudades y regiones deprimidas y la relocalización geográfica del capital y la fuerza del trabajo", explicó, para añadir que "la única manera de evitar o reducir los efectos negativos de una recesión consiste en la intervención gubernamental".

El profesor de Columbia cree que la no actuación -o la actuación ineficiente- por parte de las administraciones ante la "convulsión económica" podría poner el riesgo la propia "supervivencia de las instituciones políticas", como ocurrió en varios casos durante la depresión de los años 30. En aquellos años, apuntó, democracias recién implantadas (como las repúblicas española y alemana) dieron paso al establecimiento de regímenes autoritarios o, en el caso más radical de transformación política, totalitarios.

"Las respuestas económicas a la crisis en estos países variaron notablemente en términos de eficacia, pero el rasgo común a todos ellos fue el colapso de las instituciones democráticas", recordó Waisman.