Crónica Irak.- Las grandes petroleras regresan a Irak ante el posible acuerdo de seguridad entre Washington y Bagdad

Actualizado: sábado, 21 junio 2008 15:39

ExxonMobil, Chevron, Shell, Total y BP promenten desarrollar el crudo iraquí frente a la oposición de sindicatos e insurgentes. MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -

No es coincidencia que las nuevas evoluciones sobre el acuerdo de "seguridad" entre las autoridades estadounidenses e iraquíes coincida con el inminente regreso de las grandes petroleras al país árabe. ExxonMobil, Shell, Chevron, Total y BP están a punto de firmar los acuerdos pertinentes para reimpulsar la producción de petróleo en Irak durante los próximos dos años y necesitarán de toda la ayuda posible para proteger sus intereses en lo que a seguridad se refiere.

El Gobierno iraquí saldría beneficiado con la firma de este acuerdo económico, dadas las dificultades que atraviesa actualmente a la hora de organizar el reparto de beneficios derivados de su nacionalizada industria del petróleo entre las comunidades locales. La inyección monetaria que procedería de la firma del texto supondría un respiro para el Ejecutivo federal del primer ministro Nuri Al Maliki, pero todavía quedaría salvar la cuestión de los ataques insurgentes sobre las instalaciones petroleras, o la presión de los sindicatos del petróleo sobre una propuesta de ley que tampoco garantiza, por sí misma, un aumento sustancial de la producción de crudo.

El caso es que tras cinco años de conflicto, las cinco compañías, que menos Chevron eran socios originales de la Iraq Petroleum Company (el consorcio que entre 1928 y 1961 mantuvo el total y absoluto monopolio de la explotación de crudo en el país), están listas para firmar "contratos de seguridad técnica" con el Gobierno de Bagdad por un período de dos años con opción a otros doce meses. No se trata de operaciones directas para extraer petróleo del suelo iraquí. En realidad, el objetivo de estas compañías es actualizar las decrépitas operaciones emprendidas por los gestores iraquíes y modernizar el equipamiento de extracción de hidrocarburos para incrementar la producción del petróleo en Irak hasta los 500.000 barriles al día; un 20 por ciento más de lo que jamás llegó a extraer el país árabe antes de la invasión estadounidense en marzo de 2003.

Al precio actual del crudo, el acuerdo podría terminar aportando miles de millones de dólares a la semana al deficitario Gobierno iraquí. Para las compañías, supone un tímido regreso a algunos de los campos petroleros más grandes del planeta, y un paso previo a lo que podría ser una estancia a largo plazo con acceso sin límites a las segundas reservas mundiales de petróleo, sólo por detrás de las de Arabia Saudí.

ESTANCAMIENTO POLÍTICO

Pero este plan no está exento de obstáculos, que comienzan por los roces entre el Gobierno iraquí sobre los derechos de explotación correspondientes a cada comunidad del país, y que están retrasando la firma del acuerdo, estancado en el Parlamento de Bagdad. Los analistas sospechan que la precaria situación del Gobierno del primer ministro Nuri Al Maliki, podría afectar sustancialmente al desarrollo de la industria petrolera en Irak. "No me queda muy claro", explicó el analista Tariq Shafik, que contribuyó a la redacción del proyecto de ley, "cómo van a conseguir aumentar la producción. La producción no es mágica".

Así, los políticos iraquíes permanecen enzarzados en una disputa sobre la amplitud del control que el Gobierno federal debería ejercer sobre las operaciones petroleras de cada región, así como la forma de distribuir los beneficios entre los Gobiernos locales. Un acuerdo "técnico" con las compañías occidentales contribuiría a desbloquear el acuerdo, ya que las empresas ofrecerían pagar por sus servicios en lugar de exigir una parte del crudo extraído, salvando las dudas de gran parte de los políticos iraquíes que se oponen a vender directamente los derechos de extracción a las compañías extranjeras.

"Los campos petroleros de Irak carecen de mantenimiento, de maquinaria de repuesto, y han empleado soluciones chapuceras durante décadas (para continuar con el nivel de producción", afirma la analista sobre el petróleo de Oriente Próximo para el grupo Cambridge Energy Research Associates, Leila Benali a la revista 'Time'. Campos como el de Rumaila, con reservas para 17.000 millones de barriles de petróleo; el de Kirkuk (8.500 millones de barriles), o Majnoon (entre 11 y 20.000 millones).

SEGURIDAD

Los ataques insurgentes sobre las instalaciones petroleras han disparado los precios de la producción de crudo, mientras en el mercado negro se gestiona diariamente la venta de millones de barriles. Como segunda reserva de petróleo mundial, estos problemas domésticos tienen su impacto en el resto del mercado. Antes de que la guerra comenzara, el analista Shafik estimaba una inversión mínima de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares para potenciar el incremento de la producción hasta el medio millón de barriles diarios. Ahora, esa cifra "podría ser un 70% más alta".

El regreso de las compañías occidentales, además, no cuenta con el beneplácito del Sindicato General de Trabajadores del Petróleo iraquí (GUOE, por sus siglas en inglés), que se opone rotundamente tanto a la presencia extranjera en Irak "por sentimiento patriótico", según su declaración de principios, como a cualquier asomo de privatización de los recursos petroleros a través de un "plan imperialista que pondría la riqueza de Irak en manos del capitalismo internacional". Bajo el GUOE se encuentran afiliados 23.000 trabajadores y su capacidad para la huelga atemoriza al Gobierno iraquí, que en 2005 vio como el sindicato ordenó la paralización absoluta de la producción de petróleo en el sur del país durante 24 horas.

Ante esta situación, Estados Unidos pretende acompañar el regreso de las empresas petroleras con un dispositivo de seguridad preparado para la ocasión. La inercia comenzó a actuar el pasado mes de marzo, cuando el vicepresidente estadounidense, Dick Cheney --de visita en Irak--, y el máximo comandante de las fuerzas norteamericanas en el país árabe, David Petraeus, relacionaban directamente la aprobación de la ley de petróleo iraquí con la situación de seguridad en el país.

"El primer ministro Al Maliki desea que las grandes corporaciones occidentales se reincorporen a los sectores de electricidad y petróleo", explicó Petraeus, "y ha pedido que hagamos un par de llamadas a las grandes empresas para que vuelvan a Irak, cosa que harán, pero sólo bajo ciertas condiciones".

"Obviamente, (las compañías)tendrán que tener en cuenta los desafíos para la seguridad, y de ésos hay muchos... nos encontramos con elementos extremistas, actividades criminales, y corrupción. Todos ellos son problemas que tendrán que ser abordados por Irak, y forman parte del entorno operativo al que las grandes compañías tendrán que enfrentarse", prosiguió el general.

Así, las fuerzas estadounidenses se enfrentan a un doble enemigo a la hora de proteger este "acuerdo de índole técnica" para desarrollar la producción de crudo: los ataques de la insurgencia, por un lado, y la presión de los los grupos sociales iraquíes antiprivatización como la GUOC.

Para contenerlos serían necesarias amplias competencias a la hora de emplear la fuerza para detener cualquier tipo de ataque. Pero de conseguir la firma del acuerdo de seguridad, que incluye la permanencia indefinida de al menos 50 bases militares en Irak, el control del espacio aéreo por debajo de 29.000 pies de altitud y, sobre todo, completa libertad en el desarrollo de operaciones militares con total impunidad oficial para soldados o personal civil bajo mando estadounidense, no cabe duda de que su capacidad de actuación a este respecto se vería francamente favorecida.