MADRID, 15 Abr. (EUROPA PRESS) -
Decenas de miembros de la minoría hazara han mantenido este lunes por tercer día consecutivo su sentada en la ciudad paquistaní de Quetta, capital de la provincia de Balochistán, para pedir protección tras el atentado perpetrado la semana pasada por el grupo yihadista Estado Islámico.
Los yihadistas reclamaron la autoría del ataque, ejecutado con una bomba en el mercado de Hazarganji, frecuentado por trabajadores y compradores de esta minoría chií del país. El atentado se saldó con 20 muertos, entre ellos nueve hazaras.
Los manifestantes han reclamado al primer ministro, Imran Jan, que visite la ciudad y que aplique de manera imparcial el Plan de Acción Nacional --un paquete de medidas contra el terrorismo-- para aumentar la protección de la comunidad, objetivo de varios atentados por parte de grupos extremistas en los últimos meses.
El subinspector general de la Policía, Abdul Razzaq Cheema, confirmó que el ataque iba dirigido contra la comunidad hazara. El resto de víctimas mortales eran soldados y diez personas que se encontraban en la zona en el momento de la explosión.
Jan expresó su tristeza por el ataque, que condenó "firmemente". "He pedido una investigación inmediata y aumentar la seguridad para la gente", dijo en un mensaje publicado en su cuenta en la red social Twitter.
Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, tildó el atentado de "acto cobarde" y expresó sus condolencias a las familias de las víctimas, así como al Gobierno y a la población de Pakistán.
"Naciones Unidas expresa toda su solidaridad con el Gobierno de Pakistán en su lucha contra el terrorismo y el extremismo violento", manifestó el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric.
La zona de Hazarganji ha sufrido varios ataques en anteriores ocasiones. Los vendedores hazaras son conocidos por vender verduras y frutas en sus propias tiendas. Las autoridades les ponen escolta por el riesgo a sufrir ataques.
