El factor humano

Una trabajadora de Acción contra el Hambre analiza las necesidades tras el terremoto en el norte de Siria
Una trabajadora de Acción contra el Hambre analiza las necesidades tras el terremoto en el norte de Siria - ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE
Actualizado: viernes, 24 febrero 2023 10:54

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MADRID, 20 Feb. (Por Olivier Longué, Director General de Acción contra el Hambre) -

Cuando se cumplen dos semanas del terremoto que han sufrido Turquía y Siria, los siguientes tres elementos nos pueden ayudar a comprender mejor el factor humano que se encuentra detrás de una emergencia como la que están viviendo muchas personas en estos dos países.

El terremoto que ha asolado Turquía y Siria hace justo dos semanas nos sorprendió por su violencia. El horrible contador de víctimas desgrana las decenas de miles de personas que han muerto, los heridos o desaparecidos y vemos ciudades destruidas y miles de edificios derrumbados.

Los medios nos explican las causas de la tragedia: edificios con demasiada altura, sin refuerzos antisísmicos, con estructuras endebles, etc. pero, a menudo, se olvidan de lo realmente importante de una crisis de esta magnitud: el factor humano.

He vivido, debido a mi trabajo de más de 35 años en acción humanitaria, muchas emergencias y de diferentes tipos, algunas similares, cada una siendo única por el horror que provoca, como fue el terremoto de Bam (Irán, 2003) que dejó en ruinas esta histórica ciudad y mató a 40.000 personas o el de Haití (2010) que ocasionó 220.000 fallecidos, entre los que se encontraban 16 trabajadores de Acción contra el Hambre.

Y en casi todos los casos, por lo general, nos entretenemos explicando las causas y nos falta tiempo para detenernos a comprender a las personas que las están sufriendo. En este sentido, destacaría tres elementos que nos pueden ayudar a comprender el factor humano que se encuentra detrás de una emergencia como la que estamos viviendo en Turquía y Siria.

Primero, ante un terremoto que ha causado efectos tan destructivos, nos encontramos con la desaparición de los referentes. Todas las referencias visuales de las personas que viven en el lugar ya no existen. Nadie reconoce nada. Calles cortadas, carreteras y puentes destruidos... ya no existe ni siquiera un plano fiable de la ciudad. Todo está derrumbado, modificado o irreconocible. El paisaje con el que estás acostumbrado a moverte, tu lugar, ya no es el que era. Te encuentras perdido y en estado de shock --no hay que olvidar que la voz etimológica de locura viene del latín locus (lugar) y significa la sensación de pérdida de tu lugar y tu espacio--.

Dentro de este primer elemento, me gustaría añadir lo importante que es, en esos primeros días, el apoyo de las organizaciones locales y gubernamentales. Pondré solo un ejemplo, en Haití la desorganización de los primeros días fue mucho más relevante porque el epicentro del terremoto sucedió en la propia capital y un tercio de los funcionarios del estado murieron en el desastre, con lo que el caos fue todavía mayor porque era la cabeza organizativa del estado la que había sido una de las grandes afectadas. En Turquía el terremoto sucedió a 600 kilómetros de la capital, Ankara, y a casi 1.200 de Estambul.

En segundo término, en un terremoto de esta magnitud se instala el miedo de manera permanente. Las réplicas del terremoto son constantes durante los siguientes días y te hacen vivir de un modo muy inestable donde tu propia seguridad no está garantizada.

En el caso del terremoto de Turquía y Siria se llegaron a contabilizar más de 3.000 réplicas en los días posteriores. Los que todavía tienen una casa donde poder dormir, ya no se sienten seguros y acaban durmiendo en sus coches aparcados en la calle, en templos o en refugios colectivos. En una época, además, con temperaturas muy bajas, nieve e incluso tormentas. Y no hay que olvidar, que estamos hablando de 24 millones de personas afectadas, de las cuales casi 8 millones son vulnerables.

Y, por último, ante esta marea de necesidades, nuestros equipos de emergencia tienen, además, otro temor: el de no equivocarse a la hora de saber qué es lo más urgente y quienes son los que lo necesitan de manera prioritaria. Cuando hay miles de víctimas, como ha sido el caso de este último terremoto, hay que saber priorizar para que la ayuda sea eficaz, efectiva y pertinente.

El apoyo psicológico a las víctimas, pero también a nuestros equipos de emergencia que intervienen en el terreno y que, a menudo, se encuentran con situaciones límite, es fundamental.

Detrás de una emergencia como la provocada por este terremoto (el más grave en lo que llevamos de siglo), recordemos siempre el factor humano. Tratar con consideración y humanidad a quienes están viviendo esta emergencia en primera persona y establecer conexiones humanas es la primera necesidad de cualquier emergencia humanitaria.

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