Una silla de bebé en una calle de Raqqa
REUTERS / ERIK DE CASTRO
   
Actualizado: lunes, 22 enero 2018 10:56

El desminado de la antigua capital del 'califato' de Estado Islámico, prioritario para garantizar la seguridad de quienes retornan

MADRID, 20 Ene. (EUROPA PRESS) -

Raqqa era una capital de provincia más de Siria hasta que a principios de 2014 el grupo islamista Estado Islámico se hizo con su control y en junio de 2015 la convirtió en la capital de su 'califato', poniéndola en el foco internacional y convirtiéndola en un objetivo a reconquistar. Ese día llegó el pasado 17 de octubre y vino de manos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza conformada por milicias kurdas y árabes.

Pero la liberación de la ciudad no supuso el fin del sufrimiento de sus habitantes. Antes de la ocupación, en ella vivían algo más de 200.000 personas y en los días finales antes de la caída de Estado Islámico aún permanecían atrapadas en ella algunos miles de personas. Ahora, y pese a que las circunstancias son adversas, la ONU calcula que unas 48.000 personas han regresado a la ciudad y sus alrededores.

"La batalla para recuperar el control de Raqqa ha terminado y Estado Islámico ha sido expulsado de la ciudad pero la población sigue sufriendo pese a que las cámaras y el foco de la comunidad internacional ya no están pendientes de ello", subraya Maartje Hoetjes, asesora médica para el norte de Siria de Médicos Sin Fronteras (MSF) y que visitó la semana pasada la ciudad.

"Es una ciudad totalmente destruida. Impresiona mucho recorrer sus calles y ver los edificios destruidos", relata a Europa Press la trabajadora de MSF, subrayando que "lo más importante es que la ciudad está sembrada de explosivos, como bombas trampa, colocadas para perjudicar a la población, pero también artefactos sin explotar como consecuencia de los combates".

"Muchas personas mueren o resultan heridas por la explosión de estos artefactos", lamenta la asesora médica de MSF, subrayando que mientras estuvo en la ciudad pudo escuchar "cada media hora un estallido" lo que suponía que "otra persona había resultado alcanzada".

MUERTOS Y HERIDOS POR EXPLOSIVOS

Desde la liberación de Raqqa en octubre, los equipos de MSF han tratado a 271 personas con lesiones por explosión, 64 de las cuales ya estaban muertas o a punto de morir cuando llegaron a su punto de estabilización a las afueras de la ciudad, desde donde los casos más graves son evacuados a Tal Abyad.

Por su parte, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), contabilizó entre el 20 de octubre y el 13 de diciembre, al menos 209 civiles muertos por la presencia de artefactos explosivos.Según la coalición internacional liderada por Estados Unidos, entre el 20 de octubre y el 3 de enero murieron al menos 220 civiles y varios cinetos más resultaron heridos.

En la primera semana de 2018, llegaron 33 pacientes con heridas de este tipo, de los que 13 eran niños, a la clínica que MSF. "Al principio eran hombres los que resultaban heridos cuando volvían a comprobar cómo estaban sus casas, pero ahora están regresando familias enteras por lo que vemos también cada vez más a mujeres y niños", destaca Hoetjes. Lamentablemente, las cifras seguramente sean mayores, reconoce, "ya que sabemos que mucha gente no llega a nuestras instalaciones sino que muere en el acto o en el camino".

Por ello, desde MSF defienden la "urgencia del desminado de Raqqa para que disminuyan las víctimas y para facilitar el retorno de la población, así como que las agencias humanitarias puedan trabajar y moverse, algo que ahora mismo es todo un reto", subraya la responsable de la ONG médica. "Muchas de estas muertes son evitables y si se aumentan las labores de desminado estaríamos evitando la pérdida de muchas vidas", incide.

También la ONU comparte la preocupación por la presencia de minas, bombas trampa y otros artefactos en Raqqa. "La contaminación por artefactos explosivos sigue obstaculizando el acceso humanitario y plantea una seria amenaza para la gente que intenta regresar", reconoce la portavoz de la OCHA en Siria, Linda Tom, en declaraciones a Europa Press.

"Dado que no se conoce plenamente el alcance de dicha contaminación, tanto la ONU como sus socios humanitarios siguen subrayando que debido a la presencia de explosivos Raqqa y sus alrededores no son un lugar seguro para que vuelvan los civiles", subraya la portavoz de la OCHA, lamentando que llegan informaciones de víctimas por explosivos "con alarmante frecuencia".

Y EN ESTE CONTEXTO VIVEN 22.000 NIÑOS

UNICEF estima que en la ciudad hay unos 22.000 niños. "Además de la seria necesidad de desminado, y también de concienciar sobre el riesgo de las minas, las familias en Raqqa necesitan acceso a servicios médicos, agua potable, comida y suministros invernales para poder soportar los meses de invierno", subraya el portavoz de esta agencia en Siria, Salam al Janabi, en declaraciones a Europa Press.

"La mayoría de Raqqa sigue sin ser segura para regresar pero, desgraciadamente, las familias aún siguen decidiendo hacerlo", lamenta Al Janabi, subrayando que aún hay un "acceso limitado a electricidad, agua y otros servicios que necesitan tanto los niños como sus familias", además de pocos alimentos.

La principal planta de agua de Raqqa funciona de forma limitada mientras que el reparto de agua con camiones cisterna no llega a todos los distritos de la ciudad, por lo que hay falta de agua potable, según la OCHA. Además, también hay falta de medicamentos y material médico y se tiene constancia de la reapertura de una clínica y de tres consultorios abiertos por tres médicos que han regresado a la ciudad.

Según Hoetjes, "la población está regresando porque muchos de los habitantes han estado viviendo los últimos meses en los campos de desplazados en situaciones muy extremas y quieren dar abrigo a sus familias frente al frío".

Quienes regresan se encuentran, además de con la destrucción de las viviendas --la ONU estima que el 80 por ciento de los edificios están seriamente dañados--, con que los servicios básicos "apenas funcionan" y no hay casi atención sanitaria, hay "falta de comida, de agua y saneamiento" y no cuentan con lo básico para sobrevivir. A esto se suma una "enorme falta de asistencia humanitaria", añade la responsable de MSF.

"Los servicios públicos aún no se han restaurado en muchas zonas", incide la portavoz de OCHA, que también expresa la preocupación del organismo por la "presencia de cadáveres sin enterrar bajo los escombros, lo que plantea un riesgo para la salud pública". La retirada de escombros es otro de los retos pendientes y muchos residentes están teniendo que pagar para poder limpiar sus viviendas.

A MSF le preocupa también que muchos de los niños no tienen su cartilla de vacunación al día tras 7 años de guerra, lo que plantea el riesgo de brotes de enfermedades como sarampión o polio que son prevenibles, además de que las mujeres tengan que dar a luz sin asistencia o que enfermos crónicos como diabéticos o hipertensos tampoco reciban la medicación que requieren.

Pero pese a todo, hay un rayo de esperanza entre quienes han regresado a Raqqa. "Los sirios son tremendamente resilientes", resalta la asesora de MSF. "Cuando recorrí las calles pude ver que la gente está intentando rehacer sus vidas con lo poco que tienen, rehabilitando sus casas, montando pequeños negocios pero lo están haciendo enfrentándose a un tremendo riesgo, especialmente quienes están retirando los escombros", subraya.

Pero es fundamental que se mejoren los servicios básicos y esto pasa por que la "comunidad internacional aumente sus esfuerzos aunque Raqqa ya no esté en el foco". "Nos gustaría que los gobiernos, donantes y otras organizaciones den a Raqqa el apoyo que necesita", confía Hoetjes.

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