Actualizado: martes, 12 marzo 2013 9:10

MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -

Una investigación del diario británico 'The Guardian' en torno a la aparición de 110 cadáveres de civiles ejecutados en el río Quweik a su paso por la localidad de Alepo en enero ha revelado que todos ellos desaparecieron en puestos de control de Gobierno en la localidad y recoge las declaraciones de algunos familiares de los fallecidos, que apuntan inequívocamente a las fuerzas de seguridad como responsables.

En un extenso artículo firmado por el periodista Martin Chulov, que informa desde el interior de Siria desde hace meses, el diario apunta que todos los fallecidos residían en el lado este de la ciudad, que se encontraba bajo control rebelde en el momento de los hechos. Además, recalca que la mayoría de ellos eran menores de 30 años de edad.

En base al mismo, todos los fallecidos habían estado en el oeste de la localidad, bajo control de las fuerzas de seguridad, o intentaban llegar a esa parte de la ciudad a través de los puestos de control levantados por las mismas o por la 'shabbiha', una fuerza paramilitar leal a Damasco.

Un total de once familiares de las víctimas fueron entrevistadas durante la recolección de datos en el marco de la investigación. "Todas ellas confirmaron que sus familiares muertos desaparecieron en áreas controladas por el régimen o intentaban llegar a ellas", resalta.

Asimismo, 'The Guardian' entrevistó a dos hombres que fueron arrestados en dichos puestos pero posteriormente liberados. "Ambos aseguraron que el asesinato en masa tuvo lugar en las prisiones en las que estuvieron encerrados", más concretamente el edificio de Inteligencia Militar y el edificio de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas, ambas reconocidas como dos de los centros más infames de las fuerzas de seguridad del país.

En base a las declaraciones recabadas por el rotativo, las ejecuciones tuvieron lugar en el parque que hay ubicado en la zona oeste de la ciudad, situado unos cuatro kilómetros río arriba del punto en el que fueron recuperados los cadáveres.

Este parque divide la ciudad en dos partes y está ubicado cerca de la estación de trenes y del barrio de Ashrafiyeh, controlado por fuerzas kurdas. Al parecer, los cadáveres fueron lanzados a las aguas del Quweik en un momento de fuerte caudal, lo que permitió que los cuerpos fueran arrastrados río abajo.

RELATO DE DOS LIBERADOS

Uno de los liberados por las fuerzas de seguridad, identificado como Abdel Rezzaq, de 19 años de edad, redactó un texto en el que indicó que, durante su encarcelamiento en el edificio de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas escuchó la ejecución de al menos 30 personas.

"Vivía en el área de Bustan al Qasr y trabajaba como carpintero. Fui al centro de la ciudad para comprar un bocadillo y el Ejército me capturó y comenzó a golpear, acusándome de ser miembro del Ejército Libre Sirio (ELS). Antes de liberarme llevaron a 30 personas a celdas de aislamiento y les ejecutaron", dijo.

"Les echaron ácido. El olor era muy fuerte y nos asfixiábamos con él. Luego escuché disparos. El día siguiente me pusieron junto a otros frente a un grupo de hombres armados, pero no nos dispararon. Me liberaron más tarde ese mismo día", relató.

El segundo liberado, que no se quiso identificar por temor a las represalias, facilitó un relato muy similar, pese a que permaneció encerrado en el edificio de Inteligencia Militar. "Una noche nos llevaron a una zona exterior, cerca del parque, y pensé que eso era todo", manifestó.

"Me preparé para morir rezando y empezaron a disparar frente a un muro en el que estábamos alineados. Quedaban alrededor de cuatro personas a mi derecha cuando pararon. Escuché a un oficial decir 'Dejadles marchar'", dijo.

VERSIÓN DE LOS FAMILIARES

Por su parte, los familiares de los ejecutados entrevistados por el diario han apuntado unánimemente a las fuerzas de seguridad como responsables de las ejecuciones. El jeque Al Aurora insistió en que su familia se vengará por la muerte de su sobrino Mohamed Hamandush, detenido cuando acudía al dentista.

Al Aurora reconoció ser miembro del ELS pero negó que Hamandush se hubiera unido a las filas rebeldes. "Soy uno de los combatientes de la resistencia en Alepo. Lucho contra un régimen terrorista. Mohamed fue detenido porque era joven y el Ejército pensó que pertenecía al ELS", apuntó.

"Sabíamos donde estaba encarcelado, así que su padre fue allí para verle, pero el Ejército dijo que se había unido a las Fuerzas Armadas. Días después encontramos su cadáver en el río", manifestó. "Esto es un régimen dictatorial. Fue porque era suní, esta guerra es evidente, es un mensaje del régimen chií a los suníes", agregó.

Otro de los entrevistados, que se identificó como Abu Lufti, aseguró que sus familiares buscaron a un familiar desaparecido, Mohamed Waez, hasta localizarle en una prisión militar. "Era mercader y fue detenido en un puesto de control. Fuimos a preguntar por él y nos dijeron que sería liberado en diez días. En diez días encontramos su cadáver en el río", dijo.

Por su parte, Amer al Alí, miembro del ELS recalcó que su familia busca venganza desde la ejecución de dos de sus sobrinos, de 14 y 20 años de edad. "Eran sastres y el sustento económico de la familia. Fueron a trabajar y tardaron mucho en volver. Cuando oímos sobre la masacre fuimos a recuperar sus cadáveres del río", destacó.

POSTURA DEL GOBIERNO

Tras la localización de los cadáveres, el Gobierno acusó al Frente al Nusra --grupo insurgente con vínculos con la organización terrorista Al Qaeda-- de la ejecución de los civiles. "El grupo armado Frente al Nusra perpetró una nueva masacre el martes en Alepo. Los terroristas llevaron a cabo una ejecución en masa de decenas de civiles secuestrados antes de lanzar sus cuerpos al río Quweik", indicó el Ministerio de Exteriores y Expatriados en dos misivas enviadas al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y al secretario general del organismo internacional, Ban Ki Moon.

Así, resaltó que "los hechos indican que los cadáveres fueron encontrados en una zona donde los terroristas están presentes y donde el Ejército no está desplegado".

En este sentido, argumentó que las autoridades colocaron alambre de espino en el cauce del río para separar la región de los centros del Ejército, al tiempo que valoró que el nivel de agua en el río era muy bajo y que está estancado, por lo que descartó que la corriente hubiera podido arrastrar los cadáveres río abajo.

Estos argumentos fueron publicados previamente por la agencia estatal siria de noticias, SANA, antes de que el Gobierno se pronunciara sobre la masacre.

Sin embargo, todos los entrevistados por 'The Guardian' rechazaron esta versión, que afirmaron que pese a que el Frente al Nusra no cuenta con la confianza de grandes partes de los rebeldes por sus visiones, no existe temor por parte de la población civil.

"no son buenos chicos. No piensan como yo, pero se comportan de forma respetable", dijo Ahmed al Sobhi, que trabaja en un hospital. "No matan a civiles, hay que ser ciego voluntariamente para no saber quién cometió la masacre", agregó.

En esta misma línea se expresó Al Alí, quien subrayó que "el Frente al Nusra no haría una cosa tan horrible". "Ningún musulmán haría una cosa así, pero este régimen sí", arguyó.

Por su parte, el jeque Al Aurora recalcó que el Frente al Nusra "es más honesto y noble que Bashar al Assad y su banda". "No cometerían un crimen así. Son ellos los que han entregado comida, ropa y cobijo a la gente. ¿Por qué les darían todo eso para matarles?", se preguntó.

El Frente al Nusra ha reclamado la autoría de múltiples atentados contra objetivos militares y civiles en varias localidades del país, principalmente Damasco, Alepo y Hama. El Gobierno de Estados Unidos decidió en noviembre incluir a la formación en su lista de organizaciones terroristas por sus lazos con Al Qaeda.

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