El acusado de violar a sus hijas renuncia a su abogado para evitar la repercusión mediática del 'caso Mari Luz'

MADRID, 1 Abr. (EUROPA PRESS) -

Un acusado de violar a sus hijas en San Fernando de Henares renunció hoy a la defensa de su abogado para obligar a retrasar el juicio que estaba previsto que se celebrara por la repercusión mediática debido a la similitud de los hechos con los protagonizados por el asesino de la niña Mari Luz Cortes, quien abusó de su propia hija y de su hermana.

Francisco S.F. se encuentra desde ahora a la espera de que se le asigne un nuevo letrado de oficio. Su estrategia consiguió aplazar la vista oral hasta los próximos 25 y 26 de junio, según informaron fuentes jurídicas. Esos días se enfrentará a una petición fiscal de 18 años de prisión por un presunto delito continuado de agresión sexual y otro de abusos sexuales cometidos entre 2004 y 2005 en San Fernando de Henares contra sus hijas, que se encuentran en tratamiento psicológico.

Además de la pena de cárcel, la Fiscalía de Madrid reclama que se le retire durante seis años la patria potestad sobre sus hijas, a quienes deberá indemnizar con 15.000 euros por los daños derivados de los abusos sexuales.

En el escrito de acusación, el representante del Ministerio Público sitúa la primera agresión sexual en mayo de 2004. "Con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales", Francisco "se metió en la cama de una de sus hijas y le quitó la ropa interior, tocándole los genitales".

"La penetró vaginalmente, manteniendo idénticas relaciones al menos seis veces más en los meses sucesivos hasta julio de 2005", señala el fiscal, que especifica que éstas últimas se consumieron en la caseta del huerto de la casa, situada en el número 35 de la calle Gonzalo de Córdoba de San Fernando.

EN UN CASETA

La joven solía acudía a esta caseta a ayudar a su padre. "En varias ocasiones al negarse la menor --apunta el fiscal--, el procesado la empujaba y agarraba obligándola a realizar el acto sexual". En el mismo año, Francisco se introdujo en la cama de su otra hija, a quien "comenzó a acariciar la vagina, siendo rechazado por la menor".

A consecuencia de los hechos, una de las hijas sufrió un trastorno de estrés postraumático y un síndrome de acomodación al abuso, por el que sigue un tratamiento psicológico. Igualmente, su hermana precisa de asistencia psicológica por la desestabilización emocional ocasionada por la experiencia dramática vivida.