MADRID, 29 Oct. (OTR/PRESS) -
La Sección Tercera de la Sala de lo Penal absolvió hoy a Arkaitz Agote Cillero del delito de estragos terroristas, por el que la Fiscalía pedía ocho años de cárcel, que presuntamente cometió al colocar una bomba en 2005 en los Juzgados de Paz de Zarauz (Guipúzcoa). El tribunal entiende que podría haber confesado bajo coacción y eso es motivo suficiente para invalidad su testimonio, la única prueba que existía en su contra. En su momento, el acusado presentó una denuncia por los supuestos malos tratos recibidos durante el tiempo que permaneció detenido por la Guardia Civil que fue archivada.
Concretamente, en su sentencia la Audiencia Nacional admite que tiene "dudas" de que la declaración ante la Guardia Civil en la que confesó que el acusado confesó que fue autor del atentado en Zarauz se realizara con "libertad y espontaneidad". recuerda que, según la jurisprudencia del Tribunal Supremo, una declaración policial ha de estar verificada por alguna prueba externa para que pueda ser validada por un tribunal, lo que no sucede en este caso, en el que la única evidencia que existe es una confesión que el acusado realizó tras ser detenido, en marzo de 2007, y de la que se desdijo ante el juez instructor.
Además, el tribunal constata que la documentación de la Guardia Civil correspondiente a la declaración pone de manifiesto la existencia de "un larguísimo lapso de tiempo" (en concreto, 55 horas) en el que no se practicó ninguna diligencia que justificara el mantenimiento de la detención. Por tanto, al constatar que la única prueba que existe contra él son unas declaraciones autoinculpatorias sobre las que no existe "certeza y convicción" de que fueran "total y absolutamente libres, espontáneas y voluntarias", el tribunal decreta su absolución.
DENUNCIA POR MALOS TRATOS
El tribunal también se refiere a la denuncia por malos tratos que presentó el acusado y que fue archivada sin que se realizaran las consiguientes diligencias de investigación. Una denuncia que, según el tribunal, estaba elaborada en términos "muy detallistas y corroborados por cuanto consta en el procedimiento", relataba que durante el tiempo en que se prolongó su detención la Guardia Civil le impidió dormir y le colocó una bolsa en la cabeza en cinco ocasiones, lo que le provocó síntomas de asfixia y dos pérdidas del conocimiento.
Por contra, durante el juicio los que participaron en el interrogatorio aseguraron que el detenido describió con todo detalle la composición de la bomba, que no llegó a estallar, ofreciendo datos que sólo podía conocer en caso de haberla elaborado y colocado ya que no habían trascendido. El tribunal, sin embargo, estima que el acusado "no da detalle alguno" a este respecto, "lo que choca con la minuciosa exhaustividad del procesado en sus declaraciones voluntarias".