Condenado a seis años de cárcel por asesinar a martillazos a su compañero en Churriana de la Vega (Granada)

Actualizado: lunes, 27 octubre 2008 19:04

GRANADA, 27 Oct. (EUROPA PRESS) -

La Audiencia de Granada ha condenado a seis años de cárcel a Juan G.R., de 45 años, como autor del asesinato, con la atenuante de alteración psíquica, de su compañero, a quien mató a martillazos en un cortijo en obras en Churriana de la Vega (Granada) el 5 de abril de 2006.

El fallo del tribunal, al que tuvo acceso Europa Press, se ha emitido después de que un jurado popular considerara el pasado 9 de octubre que el procesado, que deberá asimismo indemnizar a los cuatro hermanos de la víctima con un total de 64,409,43 euros, era culpable de asesinato, con la agravante de alevosía pero con la atenuante de trastorno mental transitorio.

En la sentencia, el magistrado-presidente del tribunal del jurado, Carlos Rodríguez Valverde, considera probado que el acusado conoció en el año 1996 al que fue su compañero, Alberto R.G., natural de Salta (Argentina) y nacido en 1931, cuando trabajaba de camarero en Benidorm.

Entonces se inició amistad entre ambos, ya que el primero había estado cursando estudios de Bellas Artes y el segundo era restaurador de obras de arte, amistad que derivó, dada la condición homosexual de ambos, en que se fueran a vivir juntos al domicilio de Alberto en Madrid.

Unos meses antes de producirse los hechos enjuiciados, entre los dos compraron al padre del procesado el cortijo de Churriana de la Vega, con el objeto de abrir en él un taller de cristal y de cerámica, una vez acondicionado el inmueble.

En el mes de febrero de 2006 el acusado inició las obras de restauración y acondicionamiento del cortijo, si bien al poco tiempo comenzó a mostrar un comportamiento "extraño" e "incoherente", por lo que fue llamado Alberto con el fin de hablar con él para ver lo que le pasaba.

Éste último llegó así a Granada el 3 de abril de ese año y al día siguiente, cuando comprobó el estado psicológico en que se encontraba el procesado, lo convenció para ir a la capital con la excusa de tomar café, como así hicieron, pero, cuando le propuso ir a un centro hospitalario, el procesado se marchó y desapareció durante todo el día, apareciendo a las 00.00 horas en el cortijo, al que llegó "en gran estado de excitación".

Aproximadamente a las 08.00 horas del día 5 Alberto se personó en el cortijo y comenzó a hablar con Juan insistiéndole en la necesidad de que se dejase tratar psiquiátricamente, momento en el que el segundo, "de forma súbita e inesperada", cogió un martillo y golpeó fuerte y repetidamente al segundo en la cabeza y ambos brazos.

Después, según el fallo, cogió una especie de piocha y le dio un golpe muy fuerte, tras lo que se lavó las manos y efectuó con su teléfono móvil sendas llamadas a la Policía Local de Granada y al 061, solicitando una ambulancia, porque en el cortijo, según dijo, había un hombre herido.

Posteriormente, Juan se marchó andando por la carretera, donde estuvo deambulando un rato, hasta que, a unos 100 metros de la casa, divisó una patrulla de la Guardia Civil, a la que comenzó a hacer gestos para que parasen, cosa que hicieron los agentes, que vieron al procesado en estado de gran excitación nerviosa y con la ropa manchada de sangre. A ellos les dijo: "Ahí en el cortijo hay dos bombas. Tened cuidado que yo he ido y me han pegado".

Según mantiene el magistrado en su sentencia, el acusado sufría un trastorno mental del tipo síndrome maniforme con sintomatología psicótica cuando ejecutó los hechos relatados que, sin embargo, no llegó a anular sus facultades cognitivas y volitivas, aunque las llegara a limitar de forma importante.

Durante la vista oral el acusado afirmó que "no habría hecho eso" de haber estado "en su sano juicio". "Me siento culpable por lo que he hecho. No sé si encontraré la paz", dijo entonces J.G.R., que había convivido durante diez años en Madrid con su víctima, restaurador de obras de arte.