Un estudio asegura que el PSOE no tiene estructura piramidal y sufre déficit de militantes y simpatizantes

Actualizado: miércoles, 17 septiembre 2008 18:23

BARCELONA, 17 Sep. (EUROPA PRESS) -

Un estudio sobre partidos constata que el PSOE no tiene una estructura piramidal, ya que no hay una correlación progresiva entre los profesionales de la política, los militantes, los simpatizantes --que no tienen carnet pero tienen incentivos, como su participación en primarias-- y los votantes.

Así lo detalla un estudio sobre las fórmulas de éxito de distintos partidos a escala internacional hecho por la Generalitat y presentado hoy.

Los partidos con una estructura más piramidal son el Frente Amplio de Uruguay y el Scottish National Party. En estos casos, el número de votantes supera al de simpatizantes, este último al de militantes, y también hay más profesionales de la política que militancia.

La estructura es diferente en el caso del Partido Demócrata estadounidense, ya que hay más políticos profesionales que militantes.

En el caso del PSOE, el estudio detalla que tiene una estructura distinta, ya que el número de políticos profesionales supera al de militantes, y el de militantes supera al de simpatizantes. De hecho, de los casos analizados, es el partido con menos simpatizantes en activo.

En el caso de los Verdes alemanes (Die Grüne) y el Partido Laborista de Reino Unido (Labour Party), se da una estructura no piramidal, porque hay más militantes que simpatizantes. En cualquier caso, hay menos políticos profesionales que militantes, algo que no ocurre ni en los demócratas estadounidenses ni en el PSOE.

"Sin un buen funcionamiento de los partidos la democracia como marco institucional depende de ello", dijo uno de los autores del estudio, el profesor de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, Jaume López. Explicó que el estudio optó por analizar seis "formaciones políticas de éxito", algo que significa que tienen "posibilidad de influir en la conformación de las políticas públicas".

López dijo que el hecho de que un partido tenga una estructura de triángulo equilátero no es una condición para su éxito, y prueba de ello son los casos del PSOE o el resto de partidos analizados con una estructura no piramidal.

DOS GRANDES TENSIONES

"Un partido político sano, que cumple sus objetivos, es el que su programa y plataforma electoral se convierte en acción de gobierno, en políticas públicas, ya sea en coalición o desde la oposición con un grado de influencia importante", dijo López.

Hay dos "tensiones" que deben afrontar los partidos, y cada una de las seis formaciones lo hace de una manera distinta, lo cual refleja el estudio, que hoy presentó el vicepresidente de la Generalitat Josep Lluís Carod Rovira.

La primera tensión consiste en "articular el pragmatismo y el idealismo" de votantes, militantes, simpatizantes y políticos profesionales, ya que, mientras los militantes son más idealistas, el resto de actores son más bien pragmáticos. La segunda tensión pasa por la ecuación entre "más participación", algo que implica "más representatividad" de los partidos.

"El éxito es una transacción correcta" entre el pragmatismo y el idealismo, y entre la participación y la representatividad, explicó López. Los seis partidos han conseguido "un punto de equilibrio" mediante distintas estrategias entre ambas tensiones.

En el caso de los demócratas estadounidenses, el "éxito" reside en su proceso de primarias, que permite la conexión de los dirigentes y candidatos del partido con sus bases.

PSOE: ÉXITO POR SU "CENTRALIDAD Y CENTRALIZACIÓN"

El estudio concluye que, en el caso del PSOE, debe su éxito electoral y su claro dominio en la mayoría de administraciones españolas --estatal, autonómicas y locales-- durante los años 80 al proceso de "centralidad y centralización" que hizo durante la Transición, cuando su secretario general, Felipe González, abogó por renunciar al marxismo.

El primer intento se hizo en el congreso de 1979, y, ante el 61 por ciento del rechazo de los delegados en el Congreso, González renunció a presentarse, aunque finalmente ello no se produjo con la irrupción del tándem entre González y Alfonso Guerra.

Luego, el partido emprendió un proceso de reforma de sus estatutos, que significó que los delegados ya no iban en representación de las agrupaciones locales, sino de organizaciones provinciales, que posteriormente fueron absorbidas por 17 federaciones, una por cada comunidad autónoma. Así, el partido se volvió "mucho más disciplinado que antes", había renunciado al principio marxista, y daba más poder a nivel organizativo a su Comisión Ejecutiva Federal, dice el informe.

"El principio de disciplina que se impuso en el PSOE durante los años 80 fue muy bien para ganar elecciones pero debilitó a los mecanismos de control de la élite y los de alerta ante casos de corrupción y problemas internos", concluye el documento, que añade que "la larga ocupación del poder incrementó la profesionalización de la militancia", algo que implicó en los años 80 y 90 una progresiva "oligarquización", lo que implica que la mayoría de delegados que iban al Congreso tenían algún cargo dentro o fuera del partido.