- El Gobierno anuncia que no dará marcha atrás a la subida de impuestos pese a las nuevas 'caceroladas'
BUENOS AIRES, 26 Mar. (OTR/PRESS) -
Siete años después del 'corralito' las 'caceroladas' vuelven a sonar en Argentina, en esta ocasión a cuenta de las fuertes cargas fiscales que gravan las exportaciones agropecuarias, un sector que representa el 40 por ciento del PIB nacional. Esta medida, respaldada el martes con contundencia por la presidenta, Cristina Fernández, y ratificada hoy por el ministro de Economía, Martín Lousteau, ha abierto la veda a numerosas manifestaciones y protestas en varias ciudades del país, en un movimiento que para el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, no tiene nada de "espontáneo" y que comienza a notarse en las estanterías de las tiendas con la menor presencia de algunos productos de alimentación.
La presidenta se enfrenta a su primera gran crisis social, con los agricultores como protagonistas, que llevan dos semanas de protestas con cortes de carreteras incluidos entre diferentes puntos del país. Fernández confirmó el martes el gravamen a la exportación de granos y advirtió a los productores que no iba a ceder a ninguna "extorsión", recrudeciendo así un conflicto que ha vuelto a sacar las cacerolas a la calle, como sucediese en la crisis económica de principios de siglo. El ministro de Economía defendió hoy la iniciativa impositiva y aclaró que el Gobierno no dará marcha atrás, ya que "si no hubiera retenciones, habría sectores que directamente no podrían comer". Lousteau ya había señalado hacía dos semanas un aumento en la los impuestos a las ventas al exterior de soja y girasol, punto de partida de las revueltas.
A su juicio, los productores agropecuarios quieren "tener híper rentabilidad", pese a que quienes realmente salieron a la calle habrían sido "una clase media urbana que estaría dispuesta a pagar más caros los alimentos". En este sentido, Lousteau defendió que tras la protesta se esconden "dirigentes que no están ideológicamente de acuerdo con el Gobierno", algo que también opina el titular de Justicia, Seguridad y de Derechos Humanos, Aníbal Fernández, para quien la cacerolada frente a Plaza de Mayo "no fue espontánea", sino organizada por "dirigentes políticos, del campo y de una posición acomodada", según informaciones de 'Clarín' recogidas por otr/press. "Es una enorme mentira que haya sido motivado por el discurso, había gente con remeras impresas, con carteles escritos en computadora", recalcó a este respecto.
DE NUEVO, CACEROLAS
Desde que asumiese el poder el 10 de diciembre, Cristina Fernández no había vivido una protesta de esta magnitud, que recuerda a las ocurridas en diciembre de 2001, cuando marchas, saqueos y disturbios se extendieron por toda Argentina contra el Gobierno del radical Fernando de la Rúa, en la época del ya famoso 'corralito'.
El control de las exportaciones de soja y girasol, mediante una subida de impuestos que podría alcanzar hasta el 45%, afecta especialmente a medianos y pequeños agricultores del interior, pero a su causa se han sumado otros miles de ciudadanos que con cacerolas, banderas argentinas y pancartas recorren los tradicionales escenarios de revueltas sociales, particularmente la Plaza de Mayo de Buenos Aires. Estas acciones comienzan a notarse en las estanterías de las tiendas de alimentación, y que comienzan a notar carencias en productos básicos como carne o leche.
El Ejecutivo quiere evitar el colapso originado por el sector agropecuario y ya anticipa medidas contra quienes mantengan los cortes en las carreteras. "Si no se mueven de las rutas los moveremos nosotros", aseguró el ministro de Justicia, ya que "nadie es más guapo que nadie". Por ello, advirtió en la emisora 'TN' de que "irán presos quienes no liberen las rutas".