MADRID 8 Oct. (OTR/PRESS) -
Ruego que, si es usted una feminista del sector talibán, deje de leer este artículo, porque le parecerá asquerosamente machista.
Bien, ahora que nos hemos quedado los sensatos, confesaré que, jamás, en toda mi experiencia vital, había contemplado tantos ombligos femeninos. De todas las partes del cuerpo humano el menos atrayente es el ombligo. Un nudo de tripas, hecho deprisa y corriendo, no puede devenir en obra de arte, ni siquiera con un marchante habilidoso.
Hasta la aparición del biquini, el ombligo siempre se ocultó, pero he observado que ahora se exhibe, también, cuando las señoras van vestidas de calle, de fiesta, de trapillo o de andar por casa.
Por si estuviera equivocado, he consultado con amigos de mi generación, y de dos generaciones anteriores, y todos han coincidido en que el ombligo femenino no sólo no les llama la atención, sino que asocia el cuerpo a las vísceras y otras interioridades, olvidando la belleza del cuerpo recubierto por la piel, o la sugerencia de otros lugares velados por las telas.
En mi permanente ingenuidad creía que, con la llegada del otoño, las bajadas de las temperaturas lograrían que ese repugnante nudo intestinal cicatrizado desapareciera de la vista, pero hete aquí que, incluso con viento del noroeste y menos de 13 grados, existen hembras corajudas que no se arredran, y se abren el chaquetón y allí está su ombligo, como si fuera un mérito, cuando todos, incluso los más incultos y los más tontos, tienen uno.
El ombligo es tan democrático como el culo, y nadie se queda sin culo, de la misma manera que nadie carece de ombligo. Con la diferencia de que esa parte donde la espalda pierde su honesto nombre puede ser prominente, flaca, armoniosa, sugerente, erótica, flácida o bella, como la Venus del Espejo, de Velázquez, que se puede contemplar en la National Gallery. ¿Algún gran pintor se ha sentido atraído por el ombligo, como tema estético principal? Nadie. En los desnudos pictóricos y escultóricos aparece como un aditamento inevitable, y si alguien se pusiera a distinguir entre ombligos armoniosos y ombligos eróticos, pensaríamos que el abuso del vodka siempre te lleva al ridículo.
Es tan raro que hasta sospecho si detrás de esta exhibición no habrá alguna secta.