Actualizado 08/09/2008 20:36

"El primer día de colegio". Por Ana Estañ, especialista en Atención Temprana y directora Pedagógica de Área 44.

Todos los padres viven con gran ilusión la incorporación de sus hijos al colegio o la escuela infantil. Desde mucho tiempo antes, han recorrido varios Centros, eligiendo el que mejor se adapta a sus expectativas educativas, han preparado el equipo escolar, han hablado del colegio con su hijo, con los abuelos y, en general, han dedicado gran parte de su tiempo a preparar tal acontecimiento. Pero, llegado el día, en el momento de "abandonar" al niño, la ilusión se convierte en nerviosismo, inseguridad y dudas.

Desde la perspectiva del niño, el día de inicio de su escolarización, puede ser vivido como una aventura divertida o, por el contrario, como la sensación de encontrarse en un ambiente desconocido, rodeado de extraños. Que el niño viva una u otra experiencia dependerá, en gran medida de las actitudes que muestren los adultos que le rodean, especialmente sus padres.

El proceso de adaptación a la nueva situación debe empezar varias semanas antes del inicio de las clases. Durante este tiempo todas las personas que conviven con el niño, tienen que emprender una tarea consensuada de preparación:

No es necesario "reunirse" con el niño para explicarle los fundamentos de la vida escolar, sino que aprovecharemos las ocasiones que vayan surgiendo para comentar las bondades del colegio. No se trata de que el colegio se convierta en el único tema de conversación, tan sólo ocasionalmente.

Todos los comentarios deben hacerse en tono positivo y motivador, evitando frases del tipo: "esto no te lo van a consentir en el colegio", "ya verás cuando vayas al colegio", "¡qué ganas tengo de que vayas al colegio para que ten enseñen a portarte bien!...", etc. Por el contrario, nos centraremos en comentarios del tipo: "¡qué suerte que ya seas mayor para ir al colegio!", "en el colegio tendrás muchos amigos", "verás cuántos juguetes tendrás en el colegio" o "ya quedan muy poquitos días para que puedas ir al colegio". Si el niño tiene edad para comprenderlo, podemos contarle nuestras experiencias escolares positivas.

El niño no debe opinar en cuanto a la elección del Centro. Esa es tarea exclusiva de los padres. Se trata de una decisión muy importante en la que entran en juego muchos factores inaccesibles para los niños, que podrían decantarse por uno u otro centro en virtud de cuestiones irrelevantes, como los juguetes que hayan visto o, incluso, porque el color de las paredes les resulte agradable. Sin embargo, una vez realizada la elección, sí es conveniente que lo conozca.

Durante las semanas previas, en el transcurso de un paseo, o al ir a comprar, procuraremos pasar alguna vez por delante del colegio y haremos comentarios como: "¡Mira, tu colegio!, todavía no puedes venir. Tu profesora y los otros niños aún no han llegado, pero ya faltan muy pocos días para que vengan. Hay que esperar".

Es imprescindible que el niño participe en la preparación del material escolar. Ya se trate de libros, cuadernos, lápices, ropa, mochila, él debe ser parte activa de todos los preparativos. Delante del niño, evitaremos comentarios sobre los precios o el tiempo invertido, o cualquier aspecto negativo. Todo lo relacionado con el colegio debe plantearse como algo bonito y divertido.

No es frecuente que antes de incorporarse al colegio, los niños muestren un rechazo frontal. Todo lo más, expresarán sus temores, diciendo que ellos van, pero si no les gusta, se vuelven. Ante esta actitud, debemos explicar claramente el horario, siempre en términos que ellos conozcan. No podemos hablarles de la duración de las actividades en horas y minutos ya que desconocen su significado real. Les explicaremos, por ejemplo, que después del desayuno, mamá o papá, los dejará con su profesora; que estarán con ella el mismo tiempo que dura una película, o el mismo tiempo que estábamos en la playa, etc.; luego jugarán con los otros niños durante el mismo tiempo que dura cualquier otra actividad, etcétera.

La semana anterior al inicio de las clases, se centrará en la regularización de horarios. Es importante iniciar unas rutinas horarias iguales a las que tendrán en el colegio, en cuanto a hora de acostarse y levantarse, y horario de comida.

LLEGA EL PRIMER DÍA

El día de la incorporación al colegio, debemos tomarnos las cosas con mucha calma. En muchas ocasiones los padres están más asustados que los niños y acaban por transmitirles su nerviosismo. Trataremos de evitar situaciones estresantes innecesarias: El día anterior, se debería dedicar parte de la tarde a preparar, junto con el niño, todo lo necesario para el día siguiente, evitando tensiones y prisas de última hora.

Es mejor despertarse diez minutos antes para no tener que correr. Si el niño ya ha regularizado los horarios, esto no supondrá ningún problema. Si el niño presenta problemas para desayunar, no insistiremos. Es preferible que ese día no desayune a que se creen situaciones de nervios. Lo mismo sucede en cuanto al vestido.

Lo deseable es que el primer día le acompañen sus padres, los dos o uno de ellos. Durante el camino, no es necesario hablar del colegio, incluso es preferible centrarse en otros temas de conversación.

El momento de la despedida, es un momento crítico. Ésta debe ser muy breve, sin grandes aspavientos y sin perder la sonrisa en ningún momento. La persona que acompañe al niño, se despide con alegría, le da un besito y se va. No es momento de realizar ninguna recomendación de última hora. Ese trabajo se ha hecho en los días anteriores. Si queda algo por decir, es mejor omitirlo que hacerlo con prisas, que no hacen más que crear inseguridades.

Es muy importante ser puntuales a la hora de recogerle, tratando de llegar unos minutos antes. Son los padres quienes deben esperar, no el niño. Llegar tarde el primer día es un mal precedente.

Si el niño está bien motivado y mentalizado, si conoce el entorno, si sabe lo que va a pasar y se siente seguro, el primer día de colegio será una experiencia gratificante, tanto para él como para sus padres y se habrán sentado las bases para una buena percepción del mundo escolar, tan necesaria para el buen desarrollo social y cognitivo de los niños.