Actualizado 24/12/2008 12:11

"Tiempo para las personas". Por Juan José Escribano Otero, investigador de Universidad Europea de Madrid

Vamos rápido. Rapidísimo. Con el correo electrónico, la web, la mensajería instantánea, la telefonía móvil, la videoconferencia, los blogs, las compras 'on line'... y otras tantas cosas que nos permiten manejar información a una velocidad asombrosa. El tiempo en que nos movemos se mide en segundos: no esperamos más de un segundo a que cargue un sitio web porque sentimos que perdemos el tiempo; si el ordenador tarda segundos en arrancar, nos agobiamos...

Ese ritmo nos envuelve, nos atrapa, nos domina y, poco a poco, vamos ordenando otros aspectos de nuestra vida a semejante cadencia. Pensar, reflexionar, leer libros consume demasiado tiempo. Navegamos a menudo en un océano extenso, pero de muy poca profundidad, porque la profundidad es lenta y la extensión rápida. Se prima la acción directa, ágil, inmediata. El tiempo aceptado desde que el semáforo se pone en verde hasta que el coche que tenemos delante se pone en marcha es cada vez menor. La premura señorea nuestra vida occidental, urbana y global.

Vamos muy rápido pero, según nos contó Javier Tamarit, de la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (FEAPS), en la sesión 'Las TIC como herramienta contra la exclusión social' celebrada en la Universidad Europea de Madrid, hay personas que no tienen desarrollada la capacidad de comprender el paso del tiempo, que viven en un eterno presente. ¿Qué ocurre con estas personas? Pues que a cada segundo su entorno cambia, toma decisiones y se quedan fuera. Para ellas, desarrollar soluciones tecnológicas que les permitan comprender y gestionar su tiempo, prever su futuro inmediato, es una necesidad de primer orden. Si lo conseguimos, su calidad de vida mejorará espectacularmente. La propuesta no es enseñar a estas personas con discapacidad intelectual el manejo de la tecnología actual, sino generar tecnología para que puedan desenvolverse en su rutina con la mayor normalidad posible.

El tiempo, de nuevo el tiempo. ¿Cuánto tiempo nos cuesta sentirnos felices? ¿Cuánto tiempo superar una depresión, o el dolor por la pérdida de un ser querido? Fernando Alberca, director de comunicaciones de la ONG Teléfono de la Esperanza, nos acercó al funcionamiento de su organización. Esta ONG lleva desde 1.971 intentando minimizar este tiempo de sufrimiento para mitigar sus consecuencias. Más de 150.000 llamadas al año dan una idea de la labor que realizan. Pero las tecnologías de la información, en su vertiginoso desarrollo, hacen que el teléfono no sea el único medio para acercarse a una persona en crisis emocional. El Teléfono de la Esperanza inicia ahora, consecuentemente, la tarea de buscar esos nuevos caminos para seguir ayudando. De nuevo, es una adaptación de la tecnología a la persona y no al revés.

Pero el tiempo sigue pasando, ¿y qué se está haciendo desde la comunidad universitaria para paliar estas situaciones? Susana Muñoz, del grupo de investigación TEDECO, y Julia González, del grupo Quercus, contaron las actividades de sus respectivos grupos: apoyo tecnológico para el mantenimiento de una universidad en Burundi y desarrollos para facilitar la navegación web a personas ciegas, respectivamente. Por una parte, permitir a una comunidad africana aprovechar su tiempo en aprender; por otra, permitir a invidentes aprovechar su tiempo para navegar por los documentos web. En ambos casos, adaptar la tecnología a las personas y a su tiempo. Dos propuestas concretas, dos casos de éxito de los que aprender.

Pedro José Lara, de la Universidad Europea de Madrid, cerró las intervenciones en representación de MATICES (Modelos de Aplicación de Tecnologías de la Información Contra la Exclusión Social). Este grupo ha recogido el guante lanzado por FEAPS y Teléfono de la Esperanza. MATICES tiene como uno de sus principales proyectos la creación de una red telemática que posibilite el desarrollo de una metodología llamada Planificación Centrada en la Persona (PCP), la cual pretende, a grandes rasgos, ayudar a personas con problemas a desarrollar su proyecto de vida, su proyecto de futuro, su proyecto de tiempo.

Otro de los proyectos del grupo es ayudar a Teléfono de la Esperanza en su desarrollo, adaptando la tecnología a la función social del Teléfono. Vídeo conferencia, Second Life y mensajería instantánea son algunos de los nuevos caminos que pueden complementar a la ayuda telefónica y presencial actual.

En estos tiempos de crisis financiera, invertir en mejorar el tiempo y su utilización por parte de cada vez más personas es, desde nuestro punto de vista, una excelente inversión, máxime si tenemos en cuenta que tarde o temprano todos, absolutamente todos, sufriremos una discapacidad crónica y degenerativa. Lo que hagamos ahora para mitigar sus efectos no es una cuestión de generosidad, es una necesidad egoísta.