Destrucción en Alepo, Siria
MARKUS PERKINS/AMNISTÍA INTERNACIONAL
  
Actualizado: miércoles, 24 febrero 2016 10:57

La elección del nuevo secretario general de la ONU supone una buena oportunidad para reactivar la organización

   MADRID, 24 Feb. (Por Miguel Angel Calderón, portavoz de Amnistía Internacional) -

   ¿Qué tendencias dibuja el Informe Anual 2015/16 sobre la situación de los Derechos Humanos que publicamos hoy?

   El mundo está sufriendo un asalto global en toda regla a las libertades. La protección internacional de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario corre peligro de desmoronarse por la acción deliberada de gobiernos de retórica divisiva y xenófoba que atacan, abandonan o sencillamente no apoyan a las instituciones cuya misión es... protegernos.

   Esta presión excepcional ha tenido objetivos concretos: Frustrada por gobiernos recalcitrantes, en particular los actuales miembros del Consejo de Seguridad, la ONU no está haciendo aquello para lo que fue creada. Esto afecta de lleno al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, entre otros programas y agencia de Naciones Unidas. También el Tribunal Penal Internacional ha sufrido ataques, así como los mecanismos regionales de Derechos Humanos.

   El conflicto de Siria y la crisis de refugiados son terribles ejemplos de las consecuencias que tiene para las personas el incumplimiento sistémico del Derecho Internacional por parte de las instituciones.

   Pero Siria es sólo el caso más sangrante. Arabia Saudí, China, Estados Unidos, Hungría, Israel, México, Pakistán, Reino Unido, Rusia o Venezuela son sólo la "lista corta" de todos los países que durante el último año han puesto en jaque el sistema internacional creado para proteger a las personas de las injusticias y la indignidad.

SUEÑO DE NACIONES UNIDAS

Refugiados

Foto: Tomas Rafa/Amnistía Internacional

   Convendría recordar que este sistema, tan vapuleado hoy, es el resultado del esfuerzo colectivo, con todas sus imperfecciones, de generaciones de personas que decidieron hacer realidad el sueño de las Naciones Unidas: "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra" y "reafirmar la fe en los derechos fundamentales del ser humano". Más que diana de ataques, debería ser objeto de protección por parte de todos los gobiernos.

   Por su parte, los grupos armados han cometido numerosas atrocidades, y se han hecho fuertes en lugares donde los Estados no actúan con la diligencia debida, o son incapaces de imponer la ley, y cuando lo hacen, cometen a su vez graves violaciones de Derechos Humanos contra la población civil. Nigeria y la República Centroafricana son ejemplos de ello.

   Los líderes mundiales están actuando tarde y mal frente a las crisis actuales: millones de personas refugiadas sufren, los conflictos proliferan. Y la visceral reacción de muchos gobiernos contra las nuevas amenazas en materia de seguridad ha consistido en reprimir a la sociedad civil y la libertad de expresión, así como en presentar a los "derechos humanos" como un insulto, y "contrarios" a la seguridad nacional, el orden público y los "valores nacionales".

   Este enfoque no sólo es contraproducente, sino también peligroso, y pone en riesgo los Derechos Humanos de todas las personas, no sólo de las personas que huyen de conflictos.

SITUACIÓN EN ESPAÑA

   España no es ajena a esta tendencia global de recorte de libertades y derechos. Durante el último año se han aprobado medidas legislativas que han limitado desproporcionadamente el derecho a la libertad de expresión y el derecho de reunión pacífica, y se han hecho oídos sordos a las recomendaciones hechas por la ONU en cuanto a la protección de los Derechos Humanos en nuestro país.

   Para vergüenza nuestra, España ha recibido diferentes llamadas de atención por parte de mecanismos internacionales como el Comité de Derechos Humanos o el Comité contra la Tortura de la ONU, por haber legalizado la expulsión sumaria de personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas en las fronteras de Ceuta y Melilla; o por no haber regulado el delito de tortura ni de desaparición forzada tal y como establecen los estándares internacionales.

   A su vez, más de una docena de mecanismos de Naciones Unidas y del Consejo de Europa han alertado al Gobierno español por haber dejado sin asistencia sanitaria a cerca de 750.000 personas migrantes en situación administrativa irregular. Y el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales ha pedido a España que destine más recursos en incrementar la oferta de vivienda social.

LLAMAMIENTO DE AMNISTÍA

Rohingya

Foto: Thapanese Ietsrichai/Amnistía Internacional

   En esta situación de asedio global a los Derechos Humanos, hacemos un llamamiento urgente a los Gobiernos y a la ONU para que actúen. El tiempo se acaba.

   A los Gobiernos: que desistan de su ataque contra los derechos humanos, fuera y dentro de sus fronteras, y contra los sistemas que los protegen.

   Al secretario general de la ONU, Ban Ki Moon: que sea audaz en su último año en el cargo y actúe para garantizar que su legado incluye una nueva concepción radical y duradera de nuestro destrozado sistema de protección de las personas refugiadas.

   A la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU: que reactiven la ONU. Este año hay una buena oportunidad: la elección de un nuevo secretario o secretaria general fuerte, que aporte el compromiso, la autoridad moral y la visión necesarios para hacer frente a cualquier Estado miembro que ponga en peligro los derechos humanos, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

   Para ello, el proceso de elección debe ser imparcial y transparente, lo cual no ha sido hasta ahora la pauta, y garantizar que se conoce y comprende la concepción que las personas candidatas tienen de los principales desafíos a los que se enfrenta la ONU en materia de derechos humanos.

   Los Estados miembros de la ONU y su Consejo de Seguridad deben poner en práctica ideas nuevas y audaces, y habilidad política para avanzar en las reformas y en la manera de seleccionar y apoyar a la nueva persona que dirigirá las Naciones Unidas.

   El secretario o secretaria general entrante, que tomará posesión de su cargo en enero de 2017, heredará una organización que ha logrado mucho, pero que necesita de forma desesperada una renovación profunda.

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