Tifón Yolanda en Filipinas
ERIK DE CASTRO / REUTERS
Actualizado: martes, 27 octubre 2015 17:38


La ONU pide a los países que fomenten la preparación ante desastres, especialmente en poblaciones vulnerables

BANGKOK, 27 Oct. (Reuters/EP) -

Más de medio millón de vidas se han perdido en la zona de Asia-Pacífico en los últimos diez años, como consecuencia de las catástrofes naturales. La región, la más propensa del planeta a este tipo de desastres, necesita emplear más recursos para adaptarse al cambio climático y soportar temperaturas más extremas, ha señalado Naciones Unidas en un informe.

Un total de 1.625 desastres se han producido en esta zona en la última década --un 40 por ciento del total de catástrofes registradas en el globo--, lo que ha afectado a 1.400 millones de personas y generado unos daños económicos por valor de 523.000 millones de dólares (474.000 millones de euros), según el informe publicado este martes por la ONU sobre los Desastres Naturales en la región Asia-Pacífico.

La organización mundial ha urgido a los gobiernos de la región a invertir en adaptaciones para el cambio climático y a prepararse para nuevos desastres, dado que ahora deben hacer frente a un agravamiento de los riesgos por el crecimiento vertiginoso de su población y economía. "Reforzar la preparación no es una elección o un lujo para nosotros, sino una obligación", ha afirmado el líder regional de la organización, Shamshad Ajtar. "Está probado que la investigación en la prevención de los riesgos de las catástrofes es efectiva. Se trata de un área fundamental, pero al mismo tiempo está desatendida", ha añadido.

Parte de los cerca de 772.000 millones de personas pobres de la región son especialmente vulnerables a estos desastres y tienden a vivir en zonas peligrosas y de bajo valor económico como suburbios urbanos, pendientes, riberas o terrenos inundables. Esta población carece de recursos para tomar medidas preventivas, así como de ahorros a los que recurrir cuando el desastre los golpea, ha señalado la organización en el informe.

La ayuda internacional para las catástrofes destinada en los últimos diez años fue de 28.000 millones de dólares (25.400 euros), aunque la mayor parte no se destinó a la prevención, sino a una respuesta de emergencia y rehabilitación una vez se hubo producido el cataclismo.

El Gobierno de Fiyi, un país insular en el océano Pacífico, comenzó a distribuir fondos para prevenir los desastres durante 2013, una política que respondía a un "desplazamiento de la cultura de la reacción a la cultura de la prevención", en palabras del ministro fiyiano para la gestión nacional de los desastres naturales, Inia Batikoto Seruiratu.

Con una población de 887.000 personas, Fiyi está mejorando sus carreteras, puentes y muelles, así como las infraestructuras que suministran el agua y la electricidad, ha afirmado Seruiratu en una conferencia de la ONU celebrada en el centro de Bangkok.

HACER LAS CASAS MÁS FUERTES

Con una mayoría de población rural, Fiyi también se está centrando en desarrollar programas que aseguren el bienestar económico, incrementando el presupuesto para ayudar a las comunidades rurales a reparar o reconstruir sus casas con materiales de mejor calidad que puedan resistir ciclones. "Si miras las cifras de anteriores desastres, se está empleando una gran cantidad de dinero en rehabilitar las viviendas porque la mayoría de las personas perdieron su lugar de residencia", ha afirmado el ministro.

"Es una cuestión sobre costes y beneficios: mejor incrementar la asignación en las viviendas, que emplear más dinero cuando el desastre se produzca", ha apostillado Seruiratu.

Por otra parte, Ajtar ha afirmado que la cooperación regional resulta crucial, dado que muchos de los desastres golpean varias fronteras, lo que comprende ciclones, inundaciones, sequías y terremotos --incluido el que sacudió Pakistán y Afganistán el pasado lunes y que alcanzó una magnitud de 7,5 en la escala Richter.

"Es especialmente preocupante el hecho de que las catástrofes cada vez son más frecuentes, de mayor duración e intensidad", ha señalado la dirigente.

También ha ensalzado la labor de los sistemas de detección de peligros, aunque ha apostillado que estos deberían incluir unos procedimientos más rápidos y fiables en la comunicación de las advertencias, así como mecanismos de respuesta y una financiación de larga duración para respaldar el desarrollo de los mismos.

"Desde el tsunami indio de 2004, nuestro sistema de advertencia se ha fortalecido, pero todavía no tenemos datos de la última milla", ha añadido Ajtar.

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