La niña del agua

Ludivina, beneficiaria de una obra de Plan International
PLAN INTERNATIONAL
 
Actualizado: martes, 22 marzo 2016 12:22

MADRID, 22 Mar. (Por Plan International) -

   Pantanos poco profundos, escarpados barrancos y acantilados que desafían a la muerte... Cuando no existe acceso a agua potable en las casas, las familias en Timor Oriental deben realizar grandes esfuerzos para encontrar una fuente de agua segura, y esta responsabilidad recae normalmente en las niñas y chica jóvenes como Ludivina, que tiene diez años. Gracias a una sencilla bomba de agua facilitada por la organización Plan Internacional, esta joven ha tenido la oportunidad de transformar su vida.

   Es la hora del paseo matutino de Ludivina, una rutina que la niña realiza cada mañana antes de ir al colegio. Cuando amanece, sale de su casa de madera con sus botas de agua en la mano y se dirige con sus dos hermanos menores a la parte trasera de la casa.

   Desde allí, se abren paso a través de la alta y tupida hierba por un escarpado barranco, atravesando un pantano de poca profundidad hasta una pequeña colina, hasta que consiguen llegar al borde de un acantilado. Ludivina mira hacia abajo al vasto cauce del río, que brilla con la luz nublada de la mañana.

   "Siento miedo cuando estoy en la cima del acantilado", dice. Ludivina no debería estar en lo alto del acantilado sino en un lugar más seguro, preparándose para ir al colegio, desayunando y jugando con sus amigos.

Beneficiarios de una obra de Plan International en

Pero no tiene elección. El río situado debajo del acantilado es la fuente de agua más cercana a la casa de su familia --y es su responsabilidad surtir a su familia de agua--.

   Ludivina, su hermana Pasquela, de 7 años, y su hermano Cipriano, de 6, lanzan las botellas de agua vacías por el acantilado y observan cómo caen al sucio suelo que hay debajo. "Es empinado, así que tened cuidado", advierte a su hermana y a su hermano.

UNA RESPONSABILIDAD DE CHICAS

   Ludivina y su familia viven en una pequeña aldea de un distrito montañoso de Timor Oriental y se ganan la vida vendiendo las verduras que ellos mismos cosechan. No disponen de ningún ahorro y todos los miembros de la familia tienen que arrimar el hombro y ayudar en la economía familiar.

   "No quiero que mis hijos tengan que ir diariamente a buscar agua porque sé que es una tarea agotadora", reconoce el padre de Ludivina, pero sabe que es la mejor manera de que sus hijas colaboren en la larga lista de tareas del hogar. Pero al igual que le ocurre a muchas chicas de su edad, esta responsabilidad recae en sus pequeños hombros.

   Cada año se pierden en el mundo 443 días lectivos en buscar y recoger agua. Y en comunidades rurales como en la que vive Ludivina, ésta es una responsabilidad que recae en las mujeres y en las chicas jóvenes.

El viaje de ida y vuelta para buscar agua le supone a Ludivina una hora todos los días y, en ocasiones, la chica debe hacer el mismo recorrido más de tres veces diarias.

NUEVAS PROVISIONES

   A los pies del acantilado Ludivina se mueve rápido, buscando.

"Antes de coger el agua tengo que buscar la zona donde está más limpia", comenta Ludivina inspeccionando cuidadosamente cada chorro de agua antes de tomar la decisión. Los tres niños se ponen de cuclillas en el cauce elegido y comienzan a rellenar las botellas.

   "Nos lleva bastante tiempo regresar a casa con el agua recogida", dice Ludivina, que carga con dos botellas de cinco litros en sus brazos. Su hermana Pasquela carga otra botella y su hermano Cipriano, otra más pequeña.

   Los tres hermanos ascienden con cuidado por el acantilado que tanto les asusta, bregando con las botellas. En la cima se paran para recuperar la respiración, ya están a medio camino de casa. "Me siento fuerte para poder hacerlo", dice Ludivina con determinación.

UN PRECIO MUY ALTO

   La tarea de ir a por agua está pasando factura a Ludivina. Dedicar más de tres horas diarias para ir a buscar agua supone para la niña no disponer de tiempo para jugar con sus amigas o no poder estudiar ni asistir a clases de inglés después del colegio. Esto también tiene un impacto psicológico en la chica.

   "Después de ir a por el agua tengo que ir a la escuela pero me siento muy cansada durante las clases", se lamenta. "Algunas veces llego tarde al colegio y muy triste".

   La imposibilidad que tiene la familia de Ludivina de obtener agua potable está condicionando todos los aspectos de su vida, desde poder acabar el colegio hasta poder encontrar un trabajo en el futuro.

   Como alerta la campaña de Plan Internacional 'Por ser niña', cuando las niñas abandonan la escuela existe más riesgo de que estas puedan contraer matrimonio y quedarse embarazadas antes de que estén preparadas para ello, por lo que no consiguen salir del círculo de la pobreza.

SOLUCIONES SIMPLES

   Pero la carga de trabajo de Ludivina ha disminuido gracias a una bomba de agua instalada con apoyo del programa 'Derecho a Agua y Saneamiento' que Plan Internacional lleva a cabo en Timor Oriental.

   "¡Cuando me enteré de que habían instalado una bomba de agua y de que ya no tendría que ir a buscar agua me puse muy contenta!", dice Ludivina. "¡Ahora puedo jugar con mis amigos, ir al colegio y cantar!".

   El padre sonríe orgulloso cuando habla de su hija. "Ludivina es una niña brillante y estudia duro", comenta. "Estoy muy feliz al ver que ya no tiene que ir a buscar agua y puede dedicar más tiempo para estudiar. Quiero que mis hijos continúen en el colegio y tengan éxito en sus vidas".

   El grifo que se ha instalado también ha supuesto un gran cambio en la vida de Ludivina y la de su familia. Ahora, cuentan con agua para cocinar y lavar y pueden dedicarse a su huerto.

   "El acceso a agua potable es fundamental, sin embargo muchas familias de todo el mundo todavía están privadas de este derecho básico", apunta Hilda Winartasaputra, especialista regional en agua, saneamiento y salud de Plan Internacional en Asia. "Con un mejor acceso a instalaciones de agua, como la bomba de agua que Plan Internacional ha instalado en la aldea de Ludivina, los niños ya no tienen que arrastrar la pesada carga de botellas y recipientes de agua en sus pequeños hombros y recorrer con ellos largas distancias cada día. Además, están a salvo de sufrir lesiones o accidentes y en lugar de eso tienen más tiempo para jugar y estudiar".

   Asimismo, poder acceder a agua potable de manera segura tiene también otras ventajas. "Los niños y niñas pueden ahora beber agua potable y lavarse las manos con jabón después de ir al lavabo, y esto reduce el riesgo de enfermedades como la diarrea, lo que significa que los chicos y chicas disponen de mejor salud para poder estudiar", comenta Hilda.

   En efecto, la instalación de la bomba de agua ha tenido un impacto positivo en la vida de Ludivina. Ahora tiene tiempo para ir a clase de inglés después de la escuela todos los días y el resultado es que Ludivina es una de las mejores alumnas de su escuela.

   "Estoy feliz porque ya no tengo que ir lejos a buscar agua", dice en un perfecto inglés, radiante de alegría.

   Concha López, directora general de Plan Internacional, asegura que "el acceso al agua potable en una comunidad mejora de manera decisiva aspectos como la educación y la igualdad de género. Contar con un punto de agua cercano al hogar mejora los índices de asistencia al escolar, lo que además contribuye al cumplimiento de otro Objetivo de Desarrollo Sostenible, garantizar que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria".