El sobreaforo y la apertura de puertas de emergencias, principales causas de la tragedia

Actualizado: martes, 27 septiembre 2016 15:43

MADRID, 27 Sep. (EUROPA PRESS) -

La sentencia del caso Madrid Arena determina en los hechos probados que la muerte de las cinco adolescentes durante la fiesta mortal se produjo como consecuencia directa del sobreaforo que existió al entrar al pabellón cerca de 16.600 jóvenes y la apertura de puertas de emergencias con acceso directo del público a la pista central para asistir al espectáculo del afamado dj Steve Aoki.

Así lo determina la resolución dictada por los magistrados de la Sección Séptima de la Audiencia Prvincial de Madrid. La sentencia condena a cuatro años de cárcel a Miguel Ángel Flores, el promotor del evento y principal causante de lo sucedido. Pena a otros seis acusados y absuelve a ocho, entre ellos al exjefe policial Emilio Monteagudo y a los doctores Simón Viñals y su hijo Carlos.

En los hechos probados, los magistrados exponen que Madridec comunicó a Diviertt en octubre de ese año el aforo autorizado, siendo distribuido por "plantas fijándose un máximo de 3.000 personas en la planta superior, 3.920 personas en la planta intermedia y 3.700 personas para la planta inferior en la que se encontraba la pista, lo que supone un máximo de 10.620 personas en total".

"A pesar de este aforo máximo autorizado, Diviertt vendió para el evento un número no inferior a 10.914 entradas de talonario, 1.896 entradas electrónicas a través de la empresa Ontickets.es y 3682 entradas a través de la empresa Ticketmaster, lo que supone un total de al menos 16.492 entradas vendidas", recoge el fallo.

Al respecto, recalca la resolución que el promotor del evento y sus empleados eran todos "conscientes" de este exceso de aforo y reseña que esta sobreventa de entradas dio lugar a "un riesgo evidente para la seguridad de todos los asistentes al evento".

"La gran mayoría de los adquirentes de las mismas, a los que hay que añadir quienes las compraron ese mismo día en el pabellón y los que disponían de invitaciones, en número total de, al menos, 16.605 personas, acudieron al pabellón, lo que fue el origen del grave resultado mortal y lesivo producido con posterioridad durante el desarrollo del espectáculo", agrega.

VOMITORIOS CERRADOS Y ZONAS SIN ACCESO

También destacan los magistrados que han juzgado lo ocurrido que los controladores de acceso de Kontrol 34 impidieron el flujo en zonas donde se había previsto que pudiera transcurrir los jóvenes, lo que provocó la masificación en diversas zonas.

En este punto, señala el fallo que "se impidió el paso por diversas escaleras de cota 11 a cota 5 y de esta planta a cota 0 con vallas, cintas, o con personal que se colocaba en las mismas a tal fin, y, en otras, dicho personal intentaba dirigir, de manera descoordinada e ineficaz, el acceso del público a las diferentes plantas".

Y todo ello "sin que Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo, Miguel Ángel Morcillo, o Carlos Manzanares dieran instrucciones a los controladores para que realizaran correctamente sus funciones dentro del recinto".

Además, agrega la resolución que "una gran parte de los denominados "vomitorios" que comunican la pista en la que se desarrollaba el espectáculo con el anillo que rodea dicha planta para la circulación del público asistente y que son vías de evacuación desde la pista, se "cerraron durante todo el evento o en una mayor parte del tiempo coincidiendo con los períodos de mayor afluencia de público en la pista".

Además, apunta a que Francisco del Amo, de Madridec, no comprobó que se cumpliera la distribución del aforo por plantas y cooperó con Flores, Rojo y Morcillo, "en la entrada masiva de más asistentes por lugares distintos del previsto y que estaban considerados como salidas de emergencia así como en que el público fuera dirigido directamente a la pista ya excesivamente congestionada en ese momento".

Asimismo, el tribunal habla de las órdenes dadas para que se aliviaran las requisas, de tal modo que el público pudiera entrar más rápidamente al edificio.

"Los controladores que tenían que verificar la autenticidad de las entradas del público, no las pasaron por el lector en numerosas ocasiones, introduciéndolas directamente en las urnas o contenedores dispuestos a tal fin o, no llegando a ver, ni incluso a coger siquiera, en alguna ocasión, la entrada que el público llevaba", señala.