Experta señala que la productividad constante se consolida como una forma de evasión emocional

María del Carmen de Loma-Ossorio, psicóloga del Centro Médico Quirónsalud Jaén.
María del Carmen de Loma-Ossorio, psicóloga del Centro Médico Quirónsalud Jaén. - QUIRÓNSALUD
Europa Press Andalucía
Publicado: lunes, 1 diciembre 2025 18:25

CÓRDOBA 1 Dic. (EUROPA PRESS) -

La psicóloga del Centro Médico Quirónsalud Jaén María del Carmen de Loma-Ossorio ha resaltado que, en la actualidad, "vivimos inmersos en una cultura que valora la productividad constante", donde los días se llenan de tareas, notificaciones y estímulos que "nos mantienen en un estado de actividad permanente", motivo por el que "cada vez son más las personas que necesitan mantenerse ocupadas para no enfrentarse a lo que sienten".

Según ha indicado Quirónsalud en una nota, la hiperactividad cotidiana, alimentada por una cultura que premia el rendimiento, se ha convertido en "una forma silenciosa de evitar el contacto con el propio mundo emocional".

En este contexto, la psicóloga ha explicado que, bajo la apariencia de eficiencia, la multitarea, conocida como 'multitasking', "suele ocultar una dificultad más profunda, la incapacidad de detenerse". Así, "cuando el ritmo baja, emergen emociones que el ruido diario consigue mantener a distancia (cansancio, tristeza, frustración, soledad o vacío), y que muchas personas prefieren no mirar de frente. La prisa, en estos casos, actúa como un refugio emocional involuntario".

Esta huida puede generar, a corto plazo, una sensación de control o alivio, pero su coste a largo plazo es significativo. Mantener al organismo en un estado de alerta continuo deriva en agotamiento, desconexión interna e incluso un incremento de la ansiedad. "El cuerpo y la mente no pueden sostener indefinidamente esa tensión", ha avisado Loma-Ossorio.

La psicóloga ha insistido en que el descanso "no es un privilegio ni una renuncia a la productividad, sino una necesidad fisiológica y psicológica". Parar permite que el sistema nervioso se regule, que las emociones se asienten y que los pensamientos se organicen. "Detenerse es un acto de escucha; es el momento en el que podemos observar lo que sentimos y tomar decisiones más conscientes", ha añadido.

Comprender qué emociones aparecen cuando disminuye la velocidad resulta clave para romper este patrón. En muchas ocasiones, detrás de la necesidad de no parar emergen creencias arraigadas como "si no hago, no valgo", y temores relacionados con la vulnerabilidad o la pérdida de control. Revisar estas ideas forma parte del proceso terapéutico hacia una vida más equilibrada.

En un entorno que destaca el hacer por encima del ser, incorporar la pausa se convierte en un gesto de autocuidado y, a su manera, de resistencia. Al respecto, Loma-Ossorio ha subrayado que "la verdadera fortaleza no reside en avanzar sin descanso, sino en atreverse a frenar, mirar hacia dentro y permitir que el silencio revele aquello que la prisa oculta".

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