Luis García Montero apunta que Ángel González es "un muerto de muerte imposible" y que "forma parte de su vida"

Actualizado: viernes, 22 mayo 2009 17:20

El libro 'Mañana no será lo que Dios quiera' pasa de ser una biografía personal a un testimonio del tiempo

SEVILLA, 22 May. (EUROPA PRESS) -

El escritor granadino Luis García Montero apuntó hoy que Ángel González es "un muerto de muerte imposible" y que el escritor asturiano "forma parte de su vida y del presente en el que se convierten los recuerdos importantes".

En una entrevista concedida a Europa Press, García Montero, que mañana presenta en Sevilla el libro sobre Ángel González, 'Mañana no será lo que Dios quiera', señaló que el padre y el abuelo del poeta asturiano fueron "las dos personas más importante en su formación", pese al fallecimiento del primero cuando Ángel contaba con tan solo año y medio y no conocer al segundo.

Esa relación, según el escritor andaluz, es "una metáfora de hasta que punto el pasado vive en el presente y la memoria es un ejercicio de ficción que negocia con la realidad", ya que añadió que "uno olvida o recuerda aquello que le permite crearse una identidad para habitar en el presente" y ante esto subrayó que Ángel hablaba de "muertos de muerte imposible" y dos de ellos fueron su padre y abuelo.

El Premio Nacional de Literatura 1994 por 'Habitaciones separados' señaló que ese concepto lo ha desarrollado en su narración para "cerrar la ficción y hablar de Ángel como tal". Confesó que cuando el asturiano murió pensó que la escritura del libro resultaría difícil, pero comprobó que le seguía acompañando y formaba parte de su vida".

La obra, que recoge la biografía de los inicios del poeta Ángel González y la biografía de la dolida España reciente a través de los versos de Montero, empezó como "una biografía convencional, pero la reunión de los datos y las conversaciones a través del tono frío del profesor hacía que se perdiera lo que el andaluz intentaba con la historia, transmitir la emoción con la que Ángel volvía a los recuerdos infantiles y el hombre maduro retornaba a sentir viva su infancia, su adolescencia y los momentos de felicidad y tragedia, por lo que decidió cambiar de tono y utilizar los recursos de la ficción para meterse por dentro de las fechas y dentro de la piel de los documentos para contagiar la emoción de la memoria de Ángel", explicó.

El libro nace de las conversaciones mantenidas entre ambos poetas, que pasaron a convertirse en "disciplina" cuando el libro pasó a ser una realidad. Pactaron, según Montero, hablar "con sinceridad y después eliminar lo que creyeran conveniente". La biografía se detiene en 1951 cuando González viaja a Madrid para matricularse en Periodismo, porque, según el poeta andaluz, "a partir del 51 junto a la emoción del recuerdo se añadían otras incomodidades como cotilleos literarios y episodios sentimentales, lo que no interesaba".

García Montero mostró la complicación de escribir sobre un amigo y señaló que fue necesario "la disciplina de la frialdad y alejarse de los sentimientos del recuerdo", aludiendo a lo que decía Gustavo Adolfo Bécquer a las destinatarias de los poemas de amor, "si un poeta te escribe un buen poema de amor, desconfía de él', porque, según el escritor andaluz, se escribe con la cabeza fría no con el corazón caliente y se trata de construir una experiencia estética que pueda emocionar al lector".

LA MORAL LAICA POR CULPA DE LOS OBISPOS NO DE DIOS

'Mañana no será lo que Dios quiera', un verso de Ángel González, es, según Montero, "una apuesta por la autoridad del ser humano y la autoridad de éste sobre su futuro para no abandonarlo en manos del azar y seguir siendo dueño de él".

González contaba "convencido" de que Dios se le había aparecido en el año 1944 con 19 años, por lo que afirmaba que "él tenía más mérito entre los no creyentes, porque ser ateo habiéndose aparecido Dios en tu vida es por decisión ética". Montero indicó que "la culpa de su moral laica, más que ateísmo, la tenía los obispos más que Dios, por el comportamiento de la Iglesia durante los años 30 justificando el Golpe de Estado y la derrota cruel de los republicanos, lo que le hizo unirse al sueño laico, aunque respetaba a Dios pero no podía ser creyente".

'Mañana no será lo que Dios quiera' es, según el autor de obras como 'La intimidad de la serpiente' o 'Completamente viernes', "un ajuste de cuenta con la realidad y un homenaje a Ángel González del que aprendió a buscar la alegría en su vida y a utilizar los recuerdos para evitar el rencor y para negociar con la felicidad", corroborando la frase que suele decir Montero donde dice "que la poesía es un ajuste de cuentas con la realidad".

Según Montero, para Ángel "la nostalgia no era una trampa y más que sentimientos de venganza tuvo sentimientos de memoria histórica y conciencia que le sirvieron para negociar el presente", pues como decía Jaime Gil Biedma, González fue "un partidario de la felicidad".

El poeta andaluz reconoció que ha utilizado la literatura para consolar los momentos difíciles vividos por el escritor asturiano, intentando superar su muerte con las letras, algo que ya dijo Antonio Machado "los libros nos sirven para seguir hablando con los difuntos".

TESTIMONIO DE UN TIEMPO

Montero, ganador del Premio Adonais en 1983 por 'El jardín extranjero', aseguró que "por su propia manera de ser y el mundo que le tocó vivir, el libro de González pasa de ser una biografía personal a ser un testimonio del tiempo".

Manifestó que "Ángel fue un niño de la guerra que representa un tiempo difícil, donde se ve la configuración de la ilusión de un país moderno, republicano que proclamo pacíficamente la República y como, poco a poco, las ilusiones se descomponían, la violencia sustituyó a las palabras y al final se provoca la muerte y la tragedia". En ese sentido, "González permite vivir en primera persona una historia de todos sobre los años decisivos en la sociedad española", afirmó García Montero.

La relación de González con Sevilla, según García Montero, procedió de su afición a la literatura y su amor por Machado, Juan Ramón Jiménez y la música de Falla. Trabajó en Sevilla como abogado del Ministerio de Obras Públicas, destino elegido por él en su búsqueda de la Andalucía de Machado, Jiménez o Falla, pero "se encontró con una realidad muy dura".

El poema 'Camposanto en Colliure', de González, relaciona, según Montero, el viaje del poeta sevillano entre los perdedores para morir y los viajes de los trenes llenos de emigrantes andaluces en busca de una vida mejor en los años 60 del siglo pasado. Para el asturiano "el exilio económico fue tan duro como el político", reflexionando a la tumba de Machado "sobre la situación de España y la duda de no saber si era más duro morir o vivir la derrota".

Asimismo, González se solidarizó con los inmigrantes andaluces, viendo como "la Andalucía de Machado y Jiménez pagaba una factura dura por la derrota como su familia en la Asturias de los años 30".