TOLEDO 27 Mar. (EUROPA PRESS) -
Caja Castilla-La Mancha y Ediciones MR del Grupo Planeta presentaron hoy las novelas ganadora y finalista del VIII Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio "Shangri-La", de Julio Murillo y "El veneno de Napoleón", de Edmundo Díaz Conde, de las que el director de la Obra Social y Cultural de Caja Castilla-La Mancha (CCM), Martín Molina, avanzó que se trata de "novelas muy potentes, por lo que esperamos que abarquen un espacio protagonista dentro del género de novela histórica en 2008".
En un acto de presentación de ambas novelas históricas, junto a sus respectivos autores, celebrado en el Palacio de Benacazón de Toledo, Martín Molina también expresó su confianza en que "se consiga un volumen de ventas importante de ambas novelas".
Por su parte, el ganador de la octava edición, Julio Murillo, relató durante su intervención los enigmas que engranan la "vertiginosa historia" de "Shangri-La", para la que reconoció que tuvo que emplear un registro muy diferente y mucho más rápido que al que estaba acostumbrado con sus otras dos novelas históricas "Las lágrimas de Karseb" o "Las Puertas del Paraíso".
Situada en la segunda mitad del siglo XX "Shangri-La" relata la historia de cómo un periodista del rotativo londinense The Guardian se ve envuelto en un turbio asunto que le desvelará a entender que toda la historia de la segunda mitad del siglo XX se construyó sobre la monumental mentira de que la II Guerra Mundial no terminó en 1945.
Se trata, dijo Murillo, de un thriller implacable "en el que la muerte, la manipulación de la historia, los secretos de estado y el destino acechan tras cada esquina".
Del mismo modo, el finalista del premio, Edmundo Díaz, declaró que el "secreto de una buena novela reside en cuánto tiempo permanecen sus personajes en la memoria del lector".
Así, Díaz explicó que su novela "El veneno de Napoleón", situada dentro de un romanticismo propio de los autores del siglo XIX, trata una historia de pasiones; "la pasión de una madre, la historia de dos amigos enfrentados hasta la muerte o la historia de un gran amor", porque según afirmó, "deseaba contar una historia del modo más emocionante posible".
En este sentido, reconoció que para contar la historia, enmarcada dentro de la Revolución Francesa, se inspiró en la historia del Conde de Montecristo, "Ben-Hur" y el cineasta americano Alfred Hitchcock, con el único fin de "satisfacer al lector, contando una historia ferozmente humano, y haciéndolo con un ritmo emocionante de hechos".
Se trata, dijo finalmente Díaz, de una novela épica de aventuras y de pruebas que hay que superar con el propósito de trasfondo de conmover al lector con el amor.
"El Veneno de Napoleón" sigue la historia de dos antagonistas que esconden secretos, venganzas, maldad y una larga lista de pasiones e intrigas cuyo pulso se mantiene hasta el final. En esta cautivadora novela aparecen personajes históricos como Napoleón Bonaparte o José Fouché, jefe de la policía napoleónica, que están retratados con rigor, coherencia y vigor narrativo.
VIII EDICIÓN DEL PREMIO.
El Premio Novela Histórica Alfonso X El Sabio es el certamen más importante de su género dentro de la literatura escrita en castellano, algo que queda latente año tras año en el número de obras que se presentan a concurso, este año fueron 253, así como por el éxito cosechado por algunas de las obras, como la ganadora de 2007, "La reina oculta" de Jorge Molist, que ha alcanzado los 140.000 ejemplares vendidos, y sigue encabezando las listas de ventas.
El jurado de esta octava edición, dotada con 50.000 euros para la novela ganadora y de 15.000 euros para la finalista, estuvo integrado por Ana María Matute, Almudena de la Arteaga, Soledad Puértolas, Jesús Sánchez, Juan Sisinio Pérez, Felipe Pedraza, Martín Molina y Carmen Fernández de Blas, como secretaria del jurado sin voto.
El premio nació hace ya ocho años gracias a la "excelente relación" de Caja Castilla-La Mancha y Grupo Planeta, coincidiendo con el auge de la novela histórica. Debido a que el Premio se falla en Castilla, se acordó utilizar en nombre de Alfonso X El Sabio como símbolo de tolerancia y convivencia de las tres civilizaciones que existían en aquellos años, y que es extrapolable a nuestros días.