VALLADOLID 23 May. (EUROPA PRESS) -
El joven Pablo F.C, acusado de entrar a la fuerza en casa de su exnovia en Castronuño (Valladolid) en junio de 2011 con la intención de que retomara la relación y, ante la negativa de ésta, retenerla durante horas, amenazarla y golpearla, se ha conformado hoy con una condena de seis años y medio, frente a los trece y medio que inicialmente pedía el Ministerio Fiscal.
El juicio previsto para hoy en la Audiencia de Valladolid no ha llegado a celebrarse ya que el abogado de la defensa y las acusaciones pública y particular han pactado una sentencia consistente en una pena global de seis años y medio de cárcel por un delito de allanamiento de morada en concurso medial con un delito de lesiones y otro de amenazas, además de por un delito de detención ilegal, y en todos ellos con la circunstancia agravante de parentesco, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
Como medida de seguridad, el condenado, una vez cumplida la pena privativa de libertad, deberá permanecer alejado de Castronuño por un periodo de diez años, al menos en un radio de cinco kilómetros alrededor de dicha localidad vallisoletana, y tampoco podrá acercarse ni comunicar con la víctima por idéntico perido de tiempo.
Los hechos objeto de la presente causa se remontan a la madrugada del 11 de junio de 2011, cuando Pablo F.C. se personó en el bar 'QTR', sito en Castronuño, donde se encontraban su exnovia, con la que había mantenido una relación de once años, y varias amigas de ésta y se acercó a la primera con el fin de retomar el noviazgo, aunque sin éxito, como así venía ocurriendo en el último año.
Con posterioridad, el condenado siguió a su expareja en el trayecto de ésta hacia su casa y logró entrar a la fuerza en el inmueble, tras lo cual echó el pestillo a la puerta al tiempo que la llamó "puta" y aseguró que todas las mujeres eran unas "zorras".
EN BUSCA DE REFUGIO
La víctima trató primero refugiarse en el dormitorio y después en el cuarto de baño mientras su exnovio la seguía y no cesaba de golpearla y agarrarla del cuello, hasta que la mujer cayó al suelo y se golpeó en la cabeza con una radiador. Ya en el dormitorio, el agresor trató de abrazarla, y ante la negativa a la joven la abofeteó, a lo que ella respondió de igual modo y causándole arañazos.
Durante varias horas el joven alternó estados de tranquilidad con insultos y amenazas y siguió impidiendo la salida de su expareja, a pesar de los requerimientos de ella para poder ir a trabajar. En un momento dado llegó a decir a la víctima que si entraba en la cárcel más le valía estar fuera del país cuando saliera.
Fue sobre las 09.00 horas cuando la joven, en un descuido del acusado, logró ponerse en contacto telefónico con su exmarido. Aunque éste no cogió el teléfono inicialmente, al devolver la llamada ella logró descolgar, sin llegar a hablar, y fue en ese momento cuando el primero se percató de la situación ante lo que pudo oir a través del auricular.
Se dirigió entonces al domicilio de su exmujer y al no lograr entrar acudió a la Guardia Civil y llamó por teléfono a familiares de la víctima, que era la única que tenía llave del piso. El padre y una hermana se presentaron en la vivienda sobre las 11.00 horas, aunque no pudieron entrar hasta que la víctima logró quitar el pestillo, momento en que el acusado abandonó el inmueble.
Se da la circunstancia de que el condenado cuenta en su haber con dos sentencias condenatorias anteriores por violencia de género dictadas por jueces de Lérida y Valladolid, pese a lo cual no se le ha aplicado la agravante de reincidencia.