Publicado: jueves, 4 enero 2018 14:56

   La jueza no ve probado que los padres supieran que moriría de no llevarlo a urgencias

   GIRONA, 4 Ene. (EUROPA PRESS) -

   Una juez ha condenado a una multa de 2.000 euros al matrimonio que convivió durante al menos un mes con el cadáver de su hijo de siete años, que murió por causas naturales en el domicilio familiar en Girona a finales del año 2015.

   En su sentencia, la titular del Juzgado Penal 1 de Girona le condena por homicidio por imprudencia menos grave al no tener pruebas para achacarles un delito de homicidio por imprudencia grave, como pretendía la Fiscalía, que reclamaba tres años y tres meses de prisión para cada uno.

   El menor sufrió una crisis asmática --de intensidad no determinada-- que requería asistencia médica especializada: el matrimonio Hopkins era consciente de la agravación de su salud pero desconfiaba del sistema sanitario y no lo llevaron a urgencias, muriendo al cabo de un tiempo que no se ha podido determinar, aunque los forenses lo calculan en un mes o mes y medio.

   Sin embargo, la jueza considera que no hay pruebas directas para asegurar que los padres fueran conscientes del grave riesgo de salud del menor con resultado previsible de muerte, tal y como sostenía la Fiscalía.

   Los dos acusados declararon en juicio que su hijo había tenido una crisis asmática pero que se fue a dormir y ya no despertó, que no asumieron que había muerto y que rezaron para que se despertara.

   Explicaron también que se establecieron en Girona en 2014 con sus tres hijos, que dejaron Estados Unidos por razones de salud pensando que en España había mejor calidad de vida y que tienen a los menores escolarizados por internet.

   Un subinspector de los Mossos d'Esquadra relató que cuando el día de los hechos llegaron al piso encontraron todo muy sucio y con basura por todas partes; cuando preguntaron a la pareja por el hijo que faltaba, el padre les dijo que estaba durmiendo y que no le molestaran.

ESTADO DE DESCOMPOSICIÓN

   Como los agentes sospecharon que algo extraño pasaba, subieron al piso superior pese a los grito de la señora y de los otros dos menores, y encontraron al menor muerto tapado con sábanas en avanzado estado de descomposición.

    Otro de los policías explicó al tribunal en el juicio que el entorno familiar era como una burbuja, que hacían cánticos y pedían a Dios que su hijo volviera a la vida, y que eran conscientes de que su hijo había fallecido pero que estaban convencido de que Dios se lo podría devolver.

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