Un interno sobre una formación del CIRE: "Sentimos, al menos en el taller, un momento de libertad"

Un interno suelda una pieza metálica en el taller en el que se imparte el Certificado de Profesionalidad de Soldadura en el Centre Penitenciari de Joves, en La Roca del Vallès (Barcelona), a 28 de octubre de 2025
Un interno suelda una pieza metálica en el taller en el que se imparte el Certificado de Profesionalidad de Soldadura en el Centre Penitenciari de Joves, en La Roca del Vallès (Barcelona), a 28 de octubre de 2025 - DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS
Europa Press Catalunya
Publicado: miércoles, 12 noviembre 2025 9:20

El año pasado 3.397 personas privadas de libertad participaron en 426 acciones formativas

LA ROCA DEL VALLÈS (BARCELONA)/ EL CATLLAR (TARRAGONA), 12 (EUROPA PRESS)

Mohamed, interno en el Centre Penitenciari de Joves, en La Roca del Vallès (Barcelona), es uno de los alumnos del Certificado de Profesionalidad de Soldadura y asegura que asistir a esta formación le ayuda a no pensar en lo que pasa fuera: "Venimos aquí y no sentimos que estamos presos. Sentimos que tenemos, al menos aquí en el taller, un momento de libertad".

Como Mohamed, el año pasado 3.397 personas privadas de libertad participaron en 426 acciones formativas ofertadas por el Centre d'Inciatives per a la Reinserció (CIRE), la empresa pública de la Conselleria de Justicia y Calidad Democrática que tiene como misión facilitar la reinserción sociolaboral de los internos en prisiones, centros abiertos, y centros de justicia juvenil de Catalunya.

Dentro de la oferta formativa del CIRE se distinguen dos grandes categorías, por un lado los certificados de profesionalidad, que se expiden a través del Servei d'Ocupació de Catalunya (SOC) --y que no dicen que han sido obtenidos dentro de prisión-- y donde se ofertan 12 especialidades.

Existe un segundo bloque de formaciones vinculadas al trabajo del CIRE en los centros penitenciarios, nociones básicas previas y necesarias para trabajar en los servicios de cocina, lavandería y tiendas de la prisión, como prácticas de manipulación o de riesgos laborales.

SOLDADURA

El Certificado de Profesionalidad de Soldadura que cursa Mohamed es de nivel 2 --se exige tener la ESO o haber superado una prueba de acceso-- y consta de 410 horas, a las que hay que sumar 80 de prácticas.

Sostiene que el oficio que está aprendiendo le gusta y que pretende sacarse el título para encontrar trabajo cuando salga de prisión; mientras tanto, disfruta asistiendo a la formación, entre otras cosas, porque la relación con el profesor "es muy buena, muy familiar".

"Estás pendiente del trabajo, te olvidas de dónde estás, te sientes como si estuvieses trabajando en la calle realmente porque te entretienes, tu mente no está pensando en los problemas", explica en el taller industrial en el que se imparten estas clases.

Uno de sus compañeros, Guillermo, se apuntó para ocupar su tiempo, para no pensar, y le acabó gustando: "Vi que no podía seguir así, que me tenía que centrar en algo y por suerte encontré la soldadura. Es una oportunidad muy grande que te dan aquí y poco a poco le vas cogiendo el gusto, le vas cogiendo las ganas. No es de un día para otro, es constancia y trabajo".

El formador, Juan José, asegura que este certificado supone una herramienta de la que los internos --con edades comprendidas entre los 18 y los 21 años-- podrán echar mano "cuando puedan y quieran", pues abandonarán la prisión con conocimientos de sobra para incorporarse al mundo laboral.

Asimismo, destaca la buena actitud de sus alumnos, a los que describe como muy válidos, y desmonta los prejuicios que las empresas puedan tener a la hora de contratarlos: "Yo conozco a la persona, en la calle tú no conoces a la persona. Si ellos dicen que han estado en un centro, automáticamente la gente es reacia porque no los conoce. Es simplemente eso: conocer a la persona y darle una oportunidad".

INFORMÁTICA

A pocos metros del taller de soldadura se imparte el Certificado de Profesionalidad de Informática, de nivel 1 --no requiere de titulación previa-- y que consta de 410 horas y de 80 más de prácticas en las que los chavales aprenden mantenimiento y reparación de ordenadores, así como programación y 'software', explica el formador, José Manuel.

Uno de los alumnos, Adam, afirma que antes de ingresar en el centro ya estudiaba informática y que este curso le ha permitido continuar dentro de prisión: "Tengo el objetivo, en un futuro, de estudiar ingeniería informática".

"Desde pequeño estoy acostumbrado a estudiar, a levantarme pronto y, claro, yo al principio cuando entré a la cárcel no tenía actividades por la mañana, era estar en un patio, estar con los chavales, no hacer nada. Ahora que he empezado el curso tengo una rutina y desconecto un poco de estar en la cárcel", explica.

Adam, que espera encontrar trabajo en algo relacionado con la programación o en una empresa de Google, y que también trabaja en el office de la prisión y en la biblioteca, asegura que "estando en el patio aburrido, sin hacer nada, el tiempo pasa más lento y se te hace más largo".

A pocas mesas de él, Andrea reconoce que él se apuntó porque "no entendía mucho de ordenadores y que siempre viene bien saber un poco para casa", aunque en su caso espera retomar los trabajos que hacía antes de estar privado de libertad, como socorrista y vigilante de seguridad.

PANADERÍA Y 'BRIOCHERÍA'

En el Centre Penitenciari Mas d'Enric, en El Catllar (Tarragona), se imparte la primera edición del Certificado de Profesionalidad de Panadería y 'Briochería', con una duración de 580 horas --prácticas incluidas--, en el que 14 internos aprenden el oficio de la mano de Natxa, que desciende de tradición panadera.

En este curso, les enseña a hacer coca de Sant Jordi, panellets, roscón de Reyes, "toda la ruta comercial que exige el calendario de pastelero", además de todo tipo de panes --palitos, de pipas, de nueces, de cebolla, de boniato, de chocolate-- y repostería, como croisants, hojaldres, pasteles y decoración.

Victoria, una de las internas, explica que esta formación "te da la oportunidad de encontrar un empleo, ya formado y ejercer" al salir de prisión, donde espera trabajar para un tercero para adquirir soltura y, en un futuro, montar su propia panadería.

Su compañero, Moha, explica que su mujer es panadera y que cuando se le presentó esta oportunidad lo vio como una posibilidad para abrir un negocio propio, como un restaurante, donde hacer "postres caseros" como tartas, y forjarse un futuro mejor.

"Somos muy afortunados con la docente", asegura Victoria, que subraya que no les hace sentir juzgados, a lo que Moha añade que el clima en el obrador es familiar, que se ha creado un buen vínculo, que aprenden a trabajar en equipo y que se siente agradecido por haber sido seleccionado para esta formación.

"Estoy muy agradecida por esta oportunidad, que se nos escuche y que sepan que se nos ha dado una gran oportunidad formándonos en este curso", señala Victoria antes de retomar las indicaciones de Natxa para continuar con un caso práctico.

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