BARCELONA, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -
El palacio que el industrial Julio Muñoz Ramonet dejó en herencia a la ciudad de Barcelona es una joya desconocida por los barceloneses que deja boquiabierto desde el mismo jardín a todo aquel aventurado que puede salvar las puertas que lo ocultan.
Después de que el 25 de julio tomara posesión del palacio, en el número 282-288 de la calle Muntaner, el Ayuntamiento lo ha abierto este viernes por primera vez a los periodistas y a los concejales de la oposición, que lo han podido descubrir en sendas visitas.
El viandante que anda por Muntaner puede imaginarse qué esconden el gran muro y puertas que rodean la finca, pero solo al traspasarlos puede hacerse una idea de la dimensión del palacio, que se muestra imponente tras un estanque de nenúfares y una estatua de una mujer semidesnuda.
El palacio tiene 4.882 metros cuadrados, y el pequeño que da a la calle Avenir, 1.294, y entre ambos --obra del arquitecto Enric Sagnier, que fechó el proyecto en 1913-- forman la finca de la Torre del Marquès d'Alella, ya que la encargó el segundo marqués de Alella, Ferran Fabra.
Muñoz Ramonet la adquirió en 1945 e hizo algunas reformas, pero adentrarse en el palacio supone un viaje a las luces y sombras de una familia que pudo tener tanto cuanto quiso: faltan centenares de piezas, entre ellas las de gran valor, como goyas y un greco.
El gran palacio tiene un salón central con una escalera majestuosa, alrededor del cual se disponen los salones: mire donde se mire aparece algo que llama la atención, como las grandes lámparas y las paredes ocultas tras cuadros, tapices, espejos o estanterías de libros.
El Ayuntamiento quiere verificar la autenticidad de las obras de arte, ya que entre ellas hay un cuadro con una placa de Rembrandt; entre muchos otros, también hay de Anglada Camarasa, Joaquín Mir y un 'casas', aunque este último parece que en precario estado de conservación.
El consistorio no se atreve por ahora a valorar el estado de conservación, aunque no es el óptimo y alguna sala huele a cerrado, y Ciurana ha insistido en que los bienes están como se hallaron: decenas de cuadros, entre ellos un retrato del industrial, yacen apilados en pasillos y una habitación.
LA COCINA AÑADIDA
Esta última tiene justo al lado una cocina que no hace muchos años ordenaron construir las hijas, y que contrasta con el resto del edificio, que tiene un ascensor interior de aquellos de madera y diversas estancias y puertas para el servicio.
Los escudos de armas de Muñoz Ramonet aparecen en tapices y otros elementos, y entre las estancias que llaman la atención figuran los lavabos, ya que sus dimensiones son mayores que las de una habitación de muchos pisos corrientes de la ciudad, y también hay una capilla.
Una de las estancias está flanqueada por estanterías con centenares de libros de lo más variopinto: volúmenes históricos --entre ellos, sobre Napoleón y Luis XIV--, la enciclopedia Espasa, clásicos de la literatura española, novelas y títulos como 'Formación de la Joven Cristiana' y 'Los cachorros del neocapitalismo'.
En el palacio pequeño aún se puede ver el despacho de Muñoz Ramonet, y una piscina de grandes dimensiones sirve de separación con el grande: éste tiene un porche de entrada para llegar en vehículo y que no deja lugar a dudas de que el palacio no es uno cualquiera.