El palacio de Muñoz Ramonet, una joya oculta que deja boquiabierto

Está como lo dejaron las hijas, con decenas de cuadros apilados en pasillos

Cuadros apilados en el interior del palacio del industrial Julio Muñoz Ramonet
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Europa Press Catalunya
Actualizado: martes, 17 diciembre 2013 21:36

BARCELONA, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -

El palacio que el industrial Julio Muñoz Ramonet dejó en herencia a la ciudad de Barcelona es una joya desconocida por los barceloneses que deja boquiabierto desde el mismo jardín a todo aquel aventurado que puede salvar las puertas que lo ocultan.

Después de que el 25 de julio tomara posesión del palacio, en el número 282-288 de la calle Muntaner, el Ayuntamiento lo ha abierto este viernes por primera vez a los periodistas y a los concejales de la oposición, que lo han podido descubrir en sendas visitas.

El viandante que anda por Muntaner puede imaginarse qué esconden el gran muro y puertas que rodean la finca, pero solo al traspasarlos puede hacerse una idea de la dimensión del palacio, que se muestra imponente tras un estanque de nenúfares y una estatua de una mujer semidesnuda.

El palacio tiene 4.882 metros cuadrados, y el pequeño que da a la calle Avenir, 1.294, y entre ambos --obra del arquitecto Enric Sagnier, que fechó el proyecto en 1913-- forman la finca de la Torre del Marquès d'Alella, ya que la encargó el segundo marqués de Alella, Ferran Fabra.

Muñoz Ramonet la adquirió en 1945 e hizo algunas reformas, pero adentrarse en el palacio supone un viaje a las luces y sombras de una familia que pudo tener tanto cuanto quiso: faltan centenares de piezas, entre ellas las de gran valor, como goyas y un greco.

El gran palacio tiene un salón central con una escalera majestuosa, alrededor del cual se disponen los salones: mire donde se mire aparece algo que llama la atención, como las grandes lámparas y las paredes ocultas tras cuadros, tapices, espejos o estanterías de libros.

El Ayuntamiento quiere verificar la autenticidad de las obras de arte, ya que entre ellas hay un cuadro con una placa de Rembrandt; entre muchos otros, también hay de Anglada Camarasa, Joaquín Mir y un 'casas', aunque este último parece que en precario estado de conservación.

El consistorio no se atreve por ahora a valorar el estado de conservación, aunque no es el óptimo y alguna sala huele a cerrado, y Ciurana ha insistido en que los bienes están como se hallaron: decenas de cuadros, entre ellos un retrato del industrial, yacen apilados en pasillos y una habitación.

LA COCINA AÑADIDA

Esta última tiene justo al lado una cocina que no hace muchos años ordenaron construir las hijas, y que contrasta con el resto del edificio, que tiene un ascensor interior de aquellos de madera y diversas estancias y puertas para el servicio.

Los escudos de armas de Muñoz Ramonet aparecen en tapices y otros elementos, y entre las estancias que llaman la atención figuran los lavabos, ya que sus dimensiones son mayores que las de una habitación de muchos pisos corrientes de la ciudad, y también hay una capilla.

Una de las estancias está flanqueada por estanterías con centenares de libros de lo más variopinto: volúmenes históricos --entre ellos, sobre Napoleón y Luis XIV--, la enciclopedia Espasa, clásicos de la literatura española, novelas y títulos como 'Formación de la Joven Cristiana' y 'Los cachorros del neocapitalismo'.

En el palacio pequeño aún se puede ver el despacho de Muñoz Ramonet, y una piscina de grandes dimensiones sirve de separación con el grande: éste tiene un porche de entrada para llegar en vehículo y que no deja lugar a dudas de que el palacio no es uno cualquiera.

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