Pradera subártica del suroeste de Islandia - CREAF - UAB
BARCELONA, 2 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) ha demostrado que la pérdida de nitrógeno del suelo Ártico, como consecuencia del calor, contribuye al aumento de las emisiones de CO2.
Publicado en 'Global Change Biology', ha revelado que el calor hace que los suelos se vacíen de nitrógeno, un alimento esencial para las plantas, y esto hace que la vegetación crezca menos y "no sea capaz de absorber tanto CO2 ni compensar las emisiones que se generan", informa el Creaf este miércoles en un comunicado.
Se ha descubierto con un experimento que el equipo ha llevado a cabo durante una década en Islandia, cerca del pueblo Hveragerdi, donde un terremoto en 2008 provocó la aparición de gradientes geotermales naturales, que calientan el suelo en diferentes intensidades y "convierte al lugar en un laboratorio natural ideal".
Allí, a través de la actividad geotermal, se consiguen aumentos de temperatura del suelo entre los 0,5 y los 40 grados por encima de la temperatura ambiente y "puede observarse qué pasa cuando el suelo de altas latitudes se calienta".
La investigadora y líder del estudio, Sara Marañón, ha señalado que la investigación demuestra que, debido a que con el cambio climático se libera más CO2 desde los suelos árticos, "el nitrógeno se pierde, la fertilidad del suelo disminuye y los ecosistemas árticos no pueden compensar estas emisiones microbianas de CO2".
INVESTIGACIÓN
El equipo usó aminoácidos derivados de algas, marcados con un isótopo pesado de nitrógeno (el nitrógeno-15) que funciona como un trazador "porque permite seguir la pista de este nutriente en el ecosistema".
Los investigadores inyectaron el isótopo en el suelo y, después de varias semanas, analizaron cómo se distribuía en diferentes componentes: la vegetación aérea, la hojarasca, las raíces gruesas y el rizoma, las raíces finas, la biomasa macrobiana y el propio suelo, a lo largo de un rango de temperaturas.
HALLAZGOS
La autora explica que, en una situación normal, los microorganismos están más activos en la primavera y en verano: consumen nitrógeno y lo transforman en amonio y nitratos, compuestos que las plantas utilizan para alimentarse, pero que "cuanto más calor hace este proceso se desincroniza".
"Los microorganismos ya están muy despiertos en invierno, cuando las plantas aún están inactivas por falta de luz y no necesitan esta aportación de nutrientes. Hay un desacople entre oferta y demanda" y el resultado es que el nitrógeno transformado no se aprovecha y se pierda.
El equipo también ha detectado que la capacidad del suelo para actuar como almacén de nitrógeno disminuye a más temperatura, y que "las mayores pérdidas de este elemento ocurren durante la época de deshielo".
En agosto el equipo organizará una nueva expedición de muestreo para continuar investigando cómo afecta el cambio climático a los suelos de las altas latitudes en el marco del proyecto Sócrates.
En el artículo también ha participado el investigador del CSIC en el Creaf, Josep Peñuelas, y personal de investigación de entidades internacionales como la Universidad de Viena (Austria), la Universidad de Amberes (Países Bajos) y la Universidad de Agricultura de Islandia.