MADRID 23 Mar. (Por Diego García) -
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Cuenca fue esculpida sobre la piedra caliza, en lo alto, protegida, custodiada por el Júcar y el Huécar, imponente; aún con posibles orígenes remotos, fueron los árabes quienes impulsaron por vez primera a la ciudad que también vio de cerca la legendaria guerrilla del Empecinado; hoy son sus museos de la Ciencia y de Arte Abstracto, o su condición de ciudad universitaria lo que la convierten en sede de la cultura; mientras, el metálico puente de San Pablo nos enseña sus emblemáticas, pintorescas e inolvidables Casas Colgadas...
La capital de la provincia homónima, situada en el centro geográfico de la provincia, es también su centro administrativo, político y cultural. En la confluencia de los ríos Júcar y Huécar, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, Cuenca se encuentra a mil metros de altitud sobre el nivel del mar.
Después de la crisis de su sector textil, la industria perdió importancia. La elaboración de quesos, el trabajo sobre la madera y el mimbre, la industria farmacéutica y del caucho, y el turismo son actualmente la base de su economía.
Los orígenes más antiguos se refieren a Anitorgis, Sucro y Concava como primitivos nombres de la ciudad. También se ha hablado de que fue la capital del feroz pueblo de los concanos, que se mantenían alimentándose de sangre de caballo mezclada con leche.
Pero con certeza se sabe de Cuenca desde el año 784, cuando se tiene noticia de que existía la alcazaba de Kunka, plaza fuerte construida por los árabes aprovechando su privilegiada posición, con la defensa natural que suponen las hoces del Júcar y el Huécar, y la seguridad que otorga la altura.
Fue en el siglo XII cuando las tropas cristianas tomaron la población, estableciendo en ella una sede episcopal. La ciudad creció demográfica y económicamente durante los siglos XV y XVI, con la explotación forestal, las telas, las armas y el papel como principales elementos de crecimiento.
Con la invasión de las tropas francesas en 1808 Cuenca fue saqueada e incendiada por el ejército napoleónico de Moncey, para después ser recuperada por la guerrilla del Empecinado y el regimiento de cazadores de Cuenca. Es en 1855 cuando llega el ferrocarril, hito histórico, dados los múltiples problemas y las grandes carencias que ha arrastrado siempre en sus comunicaciones. La ciudad, que sería asaltada en el transcurso de la tercera guerra carlista, sería republicana durante toda la Guerra Civil española.
A lo largo del siglo pasado se fue consumando el traslado a la parte baja de la ciudad del centro económico y social de Cuenca. Mientras su parte alta se convertía en testimonio del pasado, la ciudad moderna se extiende por la llanura, alrededor de los campos cultivados en torno al antiguo Camino Real.
A través de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ubicada en el antiguo edificio de Carmelitas en la parte vieja de la ciudad, se celebran en Cuenca múltiples cursos, seminarios y encuentros de las más variadas disciplinas científicas y humanísticas. La Universidad de Castilla-La Mancha y la UNED tienen también su sede en Cuenca.
LA CIUDAD VIEJA
Los ríos Júcar y Huécar rodean el rocoso y empinado conglomerado sobre el que se asienta la ciudad medieval. Llegamos a la parte antigua de la ciudad a través del puente de la Trinidad, sobre el río Huécar, entre restos de la muralla medieval. Empezamos a subir, y nos encontramos primero con el edificio Palafox, antigua posada y actual sede de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE), después con el edificio de la Audiencia Provincial, y más tarde con la antigua puerta de San Juan o de Al-Jara, una de las nueve puertas del recinto amurallado; junto a ella, la torre del mismo nombre, lo único que queda de la vieja iglesia parroquial.
Si nos encaminamos a la izquierda llegamos al antiguo barrio del Alcázar, pasando por la plaza del Carmen y Zapaterías, para llegar a la torre de Mangana, construida sobre la explanada en la que se elevaba el antiguo alcázar árabe. Frente a ella, el moderno monumento a la Constitución. Volvemos a la Puerta de San Juan para continuar ahora de frente por la calle Alfonso VIII, y llegar a la iglesia de San Felipe Neri, del siglo XVIII, obra de José Martín de Aldehuela, con decoración rococó en su interior. Detrás, la iglesia de San Andrés, que alberga los pasos procesionales de Semana Santa. Más adelante, otros dos edificios dignos de reseñar, el palacete de los Clemente de Aróstegui y la casa del Corregidor.
La subida continúa, y alcanzamos la Anteplaza; el callejón de la izquierda conduce a la Plaza de la Merced. Aquí se encuentra la iglesia del mismo nombre y el seminario de San Julián, construcción del siglo XVIII. Uno de los principales y modernos atractivos de la ciudad también lo hallaremos en este lugar: el Museo de la Ciencia de Castilla-La Mancha, de los más importantes de todo el Estado de los dedicados al mundo de la ciencia.
De nuevo en la Anteplaza, los tres arcos del Ayuntamiento nos conducen a la Plaza Mayor, centro neurálgico de la ciudad, en donde encontramos la Casa Consistorial, edificio barroco del siglo XVIII, la Catedral, y el Convento de Religiosas Justinianas o Las Petras, del siglo XVI.
La Catedral de Cuenca, 'dedicada' a Nuestra Señora de Gracia, presenta una extraña mezcla de estilos y elementos. Comenzó a construirse a finales del siglo XII, en plena transición entre románico y gótico, pero fue modificada después con elementos renacentistas, barrocos... Su fachada actual es de estilo neogótico, y su actual altar mayor fue proyectado por Ventura Rodríguez en 1752 y construido con mármol de la serranía de Cuenca y de Carrara (Italia). La más importante de sus cuarenta capillas es la de los Caballeros, fundada en el siglo XIII y reconstruida en el Renacimiento.
Retomamos nuestro camino por la calle de San Pedro; a ambos lados, las bonitas vistas de las hoces del Júcar y su afluente, el Huécar. Aparecen las ruinas de la iglesia de San Pantaleón, que fue la primera de la ciudad, construida en el siglo XIII, hoy acondicionada como jardín público. Pasamos después cerca del tranquilo rincón que es la Plaza de San Nicolás, el antiguo Colegio de Jesuitas y la fachada de la Cofradía de la Epifanía. Al final de la calle llegamos a la Plaza del Trabuco, donde se encuentra la iglesia de San Pedro, de origen gótico, pero reconstruida en el siglo XVIII por José de Aldehuela.
Por fin, nos detenemos ante el Castillo. El primitivo castillo árabe de la ciudad fue utilizado más tarde por los reinos cristianos, para que en 1575 se construyese un nuevo edificio como sede de la Inquisición de Cuenca. Antes de convertirse en el Archivo Histórico Provincial fue también cuartel y cárcel militar. Aquí nos encontramos también con la puerta de Bezudo o del Castillo.
Desde aquí podemos bajar hasta la ermita de las Angustias, paseando por la Ronda del Júcar, con vistas a la playa artificial del río, por una fuerte pendiente que acaba en la plazoleta donde se encuentran la citada ermita, de estilo barroco, y el antiguo convento de los Franciscanos Descalzos, del que se conserva la portada y la cruz del Convertido.
De nuevo en la Plaza del Trabuco se nos presenta la opción de regresar a la Plaza Mayor en esta ocasión por la Ronda de Julián Romero o del Huécar. Este camino comienza en la actual sede de la Universidad Menéndez Pelayo, antiguo convento de las Carmelitas Descalzas. Mientras disfrutamos de las bellas vistas sobre el Huécar, llegamos primero a la Posada de San José, y más tarde, junto a la Plaza Mayor, a la iglesia de San Miguel, de origen románico.