Especial Viajes: Nápoles, romana, barroca y siempre fascinante

Piazza Gesu Nuovo.
EP
Actualizado: jueves, 22 octubre 2009 13:00

Por Javier Carrión

A la sombra del Vesubio, Nápoles ha destacado siempre por ser una de las grandes capitales mediterráneas de la historia. Deslumbrante por su barroquismo religioso y por la vitalidad de sus habitantes, la capital de Campania, en el sur de Italia, muestra con orgullo su alma griega, romana y española. Esas fueron las civilizaciones que dejaron un valioso legado en esta tierra acostumbrada a ser conquistada, donde nadie se siente extranjero.

"Los napolitanos somos acogedores y abiertos, quizás porque tenemos un sentido ligero de nuestra existencia. El hecho de estar situados debajo de un volcán, que sabes que te puede dar una oportunidad a la vida o quitártela definitivamente, nos hace vivir al día, ser pacientes y sobre todo disfrutar de los placeres que nos ofrece este mágico lugar". Con estas palabras nos recibe Patricia, la guía local, napolitana de nacimiento y enamorada profundamente del arte de su ciudad, un destino que tiene más de trescientas iglesias y que, dejando al lado su polémico problema de la recogida de las basuras, ya solventado, y el habitual de su caótico tráfico, vale la pena visitar. Sorprende tanto su vieja ciudad, enterrada en muchos lugares, como la más nueva y sus alrededores con tres puntos de atracción incuestionables: las islas más cercanas -Procida, Ischia y Capri-, los restos arqueológicos de Pompeya y Herculano, y la bellísima Costa Amalfitana con pueblos encantadores encabezados por Amalfi y Positano.

El viejo Nápoles

En realidad son innumerables los tesoros artísticos que, bajo tierra y en la superficie, se pueden visitar en Nápoles. Si se decide empezar por el centro histórico, lo más aconsejable es iniciar el recorrido por la piazza del Gesú Nuovo, la puerta de entrada al corazón del casco antiguo. La plaza está presidida por la aguja de la Inmaculada (1747), construida tras una suscripción popular, y por la Iglesia de Gesú Nuovo. El templo fue antes un palacio (s. XV), perteneciente a la familia Sanseverino, a quien se le recuerda por su valerosa lucha contra los aragoneses, y destaca por su fachada "almohadillada" así como por sus mármoles en taracea que fascinan al visitante por sus llamativos colores. El palacio fue adquirido por los jesuitas en 1585.

De este "gran teatro religioso", excelente ejemplo del Barroco italiano, parte la vía Spaccanapoli. Se trata de una antigua calle grecorromana en línea recta de dos kilómetros de longitud, con un laberinto de callejuelas a sus lados, que divide a la ciudad en dos y conduce a algunos de los monumentos más importantes de Nápoles. El más próximo es el monasterio de Santa Chiara, levantado en estilo gótico provenzal y preferido sin duda por la aristocracia napolitana, sobre todo a la hora de celebrar enlaces matrimoniales. El templo, que resultó muy dañado por los bombardeos de 1943, guarda en su interior los monumentos funerarios de la familia real angevina y una capilla dedicada a los Borbones descendientes de Carlos III, el "rey-alcalde madrileño", aunque lo más visitado es su claustro de las Clarisas. En este espacio, alejado del bullicio de las calles más próximas, hay que detenerse en sus bellísimas columnas octogonales y asientos sobre los que se puede disfrutar admirando un conjunto de dibujos originales con una habitual temática común: la naturaleza y las escenas cotidianas de la vida napolitana.

El recorrido por el viejo Nápoles puede continuar por la piazza San Domenico, el lugar donde se encontraban las antiguas murallas griegas de la ciudad, con un bellísimo edificio, el Palacio Corigliano, sede actual del Instituto Universitario de las Lenguas Orientales. Sólo a unos pasos, casi escondida en una callejuela lateral, sorprende la espectacular capilla de Sansevero con su grandiosidad barroca y una escultura única que impacta al visitante. El Cristo Velado, trabajo de Giuseppe Sanmartino, es una excepcional obra de arte gracias al virtuoso tratamiento del mármol y al juego de luces que le acompaña. Bajando unas escaleras, vale la pena asombrarse con las "máquinas anatómicas" que han alimentado leyendas y extrañas historias sobre el príncipe Sansevero, tratado por unos como un hechicero o un demonio y por otros con la vitola de "científico" de la época. Los esqueletos auténticos de un hombre y una mujer se exponen aquí, con los sistemas sanguíneo y nervioso misteriosamente conservados, como si se tratara de un auténtico estudio anatómico.

Finalmente, en la piazza San Gaetano hay dos históricas iglesias, dedicadas a San Paolo Maggiore (s. VII-X) y a San Lorenzo Maggiore (s. XII). Gracias a las excavaciones realizadas en este último templo se ha podido confirmar que el lugar era un antiguo mercado de carne y pescado -se pueden visitar en los bajos de la iglesia las calles y las tiendas de la antigua ciudad romana en el siglo IV- que forman parte de un Nápoles, hoy subterráneo, con más de 700 cuevas esparcidas en todas las direcciones y que puede ser visitado parcialmente con itinerarios guiados.

El centro y la vía al mar

Hay, como es lógico, muchos más Nápoles indispensables que hay que recorrer, aunque se trate de una visita corta. Lo que es hoy su centro, el área delimitada por el Castel Nuevo y el Museo Arqueológico Nacional, la auténtica pinacoteca de Pompeya y Herculano, muestra espacios y monumentos muy interesantes. Un buen ejemplo es el Palacio Real, el primero que se levantó en la ciudad (s. XVII), situado en la piazza del Plebiscito - la más amplia de la ciudad actual y con cierto paralelismo con la de San Pedro en Roma- enfrente de las dos estatuas ecuestres que homenajean a Carlos de Borbón y Fernando I. El palacio, que se construyó en previsión de una posible visita del rey español Felipe III a la ciudad que nunca llegó a realizarse, tiene en su fachada principal las llamativas esculturas de ocho soberanos del Reino de Nápoles, entre ellos los españoles Alfonso I de Aragón, el emperador Carlos V y Carlos III.

Junto al palacio se encuentra la vía Toledo, lo que sería por sus tiendas y comercios la "Gran Vía napolitana", y los Barrios Españoles ("Quartieri Spagnoli"), un lugar fascinante surgido hacia 1530 cuando se inició la dominación española, que merece la pena explorar por su entramado de estrechas calles. Muy cerca, la Galería Humberto I, construida a finales del siglo XIX, es un buen ejemplo del Nápoles más contemporáneo. Una espectacular estructura de hierro y cristal con cuatro brazos de soporte presidida por una gran cúpula en su centro.

Por último, la Nápoles más próxima al mar, la que nos acerca a través de su paseo marítimo a la Colina de Posillipo, depara unas fantásticas vistas del golfo, el Vesubio y las islas. Aconsejable es la subida a la antigua Pausilypon para admirar el Palacio Donn'Anna, que parece caer al Tirreno, y las villas sumergidas en verde que lo rodean. Los amantes de la literatura clásica tienen aquí una cita ineludible: la cueva de Virgilio, su propia tumba y un busto del autor de "La Eneida".

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar: Iberia ofrece un vuelo a diario entre Madrid y Nápoles a través de su franquicia Iberia Regional/Air Nostrum.Inf: www.iberia.com

Para dormir:

- Hotel Cavour. Piazza Garibaldi, 32. Tel: 39 081 283122. www.hotelcavournapoli.it

- Hotel Oriente. Via Diaz Armando, 44. Tel: 39 081 5512133. www.naples-hotel-oriente-turinhotels.com

Para comer:

- Caruso Roof Garden Restaurant. Via Partenope 45. Tel: 39 081 7640044.

- La Bersagliera. Borgo Marinari 10/11. www.labersagliera.it

Más información: www.turismoregionecampania.it