Fue en los años treinta cuando por primera vez aparecieron los primeros alimentos congelados para su comercialización. Desde entonces hasta ahora cada vez ocupan más espacio en tiendas o supermercados, incluso van ganando terreno a los productos naturales y frescos que nos llegan a la mesa desde la tierra y el mar. La variedad es muy amplia: verduras, carnes, pescados o hierbas congeladas, hasta platos precocinados o apetitosos helados que, ahora, en época estival, tanto se nos antojan. Nada de lo que consumimos, al parecer, se escapa al frío. Pero, ¿debemos congelar todo?, ¿sabemos bien cómo hacerlo?, ¿durante cuánto tiempo?, o bien, comiendo congelados, ¿nos estamos alimentando con seguridad?
Especialistas insisten en que la congelación tiene un efecto mínimo en el contenido nutricional de los alimentos, pero además los conserva mejor y los mantiene seguros. Afirman incluso, que consumir ciertos productos congelados ofrece en ocasiones más garantía que los frescos. Es el caso de las verduras: en ocasiones, y citan este ejemplo, los productos cosechados tardan en ser seleccionados, transportados y distribuidos a los comercios, que luego además tienen que colocarlos estratégicamente en sus escaparates. En este proceso hasta que los consumidores los llevan a su mesa, los alimentos pueden perder gradualmente vitaminas y minerales y, basten las verduras verdes, pueden hacer desaparecer hasta un 15 por ciento de su contenido de vitamina C si se almacenan a temperatura ambiente. En el caso de la carne, de ave o res, o del pescado, si éstos han sido tratados a menos 18 grados o por debajo, la congelación no afecta tampoco a las proteínas, vitaminas A y D o los minerales que contienen.
Fríos, sanos y seguros
-Los alimentos pueden permanecer en un congelador doméstico entre tres y doce meses sin que su calidad se vea afectada.
-Los congeladores deben estar siempre a -18º o incluso menos porque a esta temperatura no puede multiplicarse ningún microorganismo.
-Los congeladores funcionan mejor cuando están llenos y sin mucho espacio entre los alimentos que se conserven. De este modo, los propios alimentos se encargan de mantener el frío.
-Al congelar hay que proteger los alimentos para evitar quemaduras durante el proceso, utilizando bolsitas especiales o recipientes de plástico.
-Nunca se deben introducir alimentos calientes en el congelador.
Mejor comercial que doméstica
No todos los productos resisten bien la congelación doméstica, aunque el hecho de que se haga no resta seguridad al alimento. Es el caso de las verduras para ensaladas los champiñones. En estos casos, o en los de otros alimentos con mayor contenido en grasas, como las natas (que podrían llegar a cortarse), la congelación debe ser preferentemente comercial, ya que es más rápida y garantiza mejor la calidad.
Consejos para descongelar
Y si saber congelar es importante, también es esencial conocer cuáles son los pasos para descongelar, sobre todo porque para cada alimento hay que tener en cuenta algunas indicaciones:
-Pescado: se retira del envase en el que se encuentre y se coloca sobre un recipiente con rejilla para que los jugos de la descongelación queden aparte. Si el pescado está envasado al vacío, puede descongelarse introduciéndolo en agua fría en el mismo envase, para luego escurrirlo.
-Verdura: no deben descongelarse si van a ser cocinadas y directamente se añaden al líquido de cocción.
-Carne: debe descongelarse en la nevera, sin ningún envase y sobre un recipiente con rejilla. Si está envasada al vacío, puede sumergirse en agua fría.
-Marisco: sólo debe descongelarse si se cocina a la plancha o al horno. Si se cuece en agua o al vapor, es mejor hacerlo con el producto directamente congelado. Si no tiene cáscara, debe descongelarse en la nevera; con cáscara puede hacerse bajo agua fría.
¿Sabías que...?
El uso del frío para conservar los alimentos se remonta a la prehistoria, época en la que ya se utilizaba la nieve y el hielo para almacenar las presas que se cazaban. Sin embargo no fue hasta los años treinta del siglo XX cuando pudo descubrirse un método de congelación rápida, lo que permitió poner a la venta los primeros alimentos.