Groenlandia, la isla blanca del Ártico

Uummaannaq
EP
Actualizado: martes, 20 abril 2010 19:06

MADRID, 20 Abr. (Por Javier Carrión) -

Advierten los científicos que Groenlandia se derrite sin dilación, pero sus bellezas naturales siguen impresionando en este remoto lugar del planeta que todavía hoy se puede visitar. Detenerse en los pueblos inuit, embellecidos con icebergs y glaciares, y contemplar la fauna polar de esta isla blanca del Ártico, americana y todavía virgen, es una experiencia única.

"Groenlandia es diferente. Si has visto alguna vez el hielo y has sentido el 'virus ártico' nunca te liberas de él y regresas una y otra vez a este lugar. Esta es la gran naturaleza. A la intemperie. Sólo pensar que la gente ha sobrevivido aquí durante más de mil años me emociona. Es la calma de los inuit, el sentimiento que trasmiten y la bienvenida que te dan sinceramente cuando llegas a un asentamiento. Las risas de los niños que te reciben y te agarran con cariño de la mano...". Son palabras, emocionadas, de Anja Erdmann, la jefa de expedición del Fram, el barco estrella de Hurtigruten, la compañía naviera noruega que recorre las aguas de esta isla blanca del Ártico, la segunda más grande del planeta después de Australia, en la temporada estival. Anja, alemana de nacimiento, estudió Turismo en su país, pero desde que conoció Groenlandia en 2000 su corazón y su sangre se volvieron "árticos".

Anja se instaló con poco más de veinte años en Ilulissat, la perla de la Bahía de Disko en la costa oeste de la gran isla, en un asentamiento de 40 habitantes y 200 perros llegando a descifrar muy bien el alma de los inuit (esquimales), a los que fue conociendo a conciencia durante los últimos años.

La "expedition leader", así se la conoce en el "Fram", el barco supermoderno que atraviesa estas aguas como las de la Antártida, ocupa la jefatura de un barco de exploración muy especial. No estamos ante un crucero al uso como los del Mediterráneo o del Caribe; aquí el objetivo radica en descubrir el mundo de los inuits y de los icebergs. Fueron precisamente estos bloques de hielo que flotan en el mar y el cariño de los esquimales que viven en estas tierras en condiciones extremas y aislados durante la mayor parte del año los factores que le hicieron regresar a Groenlandia después de aceptar un trabajo más burocrático en Noruega y haber vivido en Atenas, San Francisco o Londres.

Y es que en Groenlandia la sorpresa salta siempre ante tus ojos. Nunca sabes lo que te espera a cada momento. Puedes descubrir de repente el latigazo de la aleta dorsal de una ballena, maravillarte con la caída en picado de un glaciar sobre el mar o asombrarse con un enredado iceberg espectacular por su forma y sus colores azulados que se reflejan en el mar. Y esa sensación la experimenta tanto la experta tripulación del barco -en realidad sólo se puede visitar estas gélidas tierras por mar o por aire pues las carreteras no existen- como los propios turistas. Puedes haber programado cualquier excursión, y todas valen la pena, pero hasta el último momento su realización depende del estado del hielo y de las condiciones climatológicas. Por eso la palabra que más sale de la boca de los inuit, ya asumida por toda la tripulación, es "Immaqua". Viene a significar "puede ser", "quizás" o como afirma Anja "un 'ojalá' español". No importa. Las impresiones de esta grandiosa naturaleza siempre cautivan. Nadie queda defraudado.

Kangerlussuag es la puerta de entrada habitual a Groenlandia. Unas seiscientas almas viven a la vera de este antiguo aeropuerto militar, hoy ya con la vitola internacional, que construyeron los norteamericanos durante la II Guerra Mundial para servir de trampolín entre Estados Unidos y Europa. El inhóspito lugar tiene fama por ser un magnífico "puesto de observación" de la fauna terrestre ártico y, sobre todo, del buey almizclero. Solo un par de docenas de estos lanudos herbívoros llegaron en los años sesenta procedentes de Canadá, pero hoy pastan y corretean por la llanura más de quince mil que constituyen otra postal de Groenlandia.

Parece mentira, casi una heroicidad, que los vikingos exiliados en Islandia y comandados por Eric el Rojo exploraran en el año 982 estas tierras, entonces de un profundo color verde, a las que denominaron "Greenland". Hoy, pese al cambio climático, el color predominante es el blanco, aunque los bloques de hielo con cada vez más inestables. Nos dirigimos a la bahía de Disko, situada en la costa oeste que es la que concentra el ochenta por ciento de los habitantes de Groenlandia (57.000 h). Un escenario exclusivo en el planeta.

El barco se mueve en dirección norte, con el constante batir de las olas, casi en línea paralela a una costa que solo esporádicamente se ve salpicada de casitas de madera pintadas de colores. Como en Sisimuit, la primera parada del recorrido. Con sus 5.350 habitantes es la segunda ciudad más poblada de Groenlandia gracias a que su puerto se encuentra libre de hielo en invierno. Casi todos ellos se dedican a la pesca -aquí se instaló la factoría más grande de pescado de la isla- y resulta muy habitual ver a los propios pescadores como trozean y venden sus capturas al mejor postor en el puerto "compitiendo" con los cazadores de renos o focas que persiguen el mismo objetivo con la carne y las pieles.

Navegando por el estrecho de Davis entre la isla de Baffin (Canadá) y la propia Groenlandia, alcanzamos Qeqertarsuaq ("isla grande"). Los daneses lo llamaron "Godhaun" ("buen puerto") y está situado en la isla volcánica de Disko. Esta es la única ciudad de la isla y sus orígenes se remontan a 1773 cuando los cazadores europeos de ballenas se concentraron en este puerto por encontrarse muy bien protegido. La ciudad actual emerge en un bello entorno en las faldas de las impresionantes Montañas de Basalto, encabezado por la Base de Investigación Ártica que se dedica fundamentalmente al estudio de la flora y la fauna de Groenlandia, pero quizás lo que más llama la atención es su original playa volcánica repleta en la orilla de icebergs de todos los tamaños que llegan del mar formando un paisaje único.

Sólo habrá que recorrer unas millas más para alcanzar Uummaannaq, ciudad enclavada a 590 kilómetros al norte del Círculo Polar en un paraje único presidido por una escarpada montaña de 1.170 metros con forma de corazón. La isla es el hogar de 1.500 cazadores y pescadores -sobre todo de halibut- y del "Santa Claus" de estas tierras que tiene un pabellón de verano, en estilo tradicional de piedra y turba, al que se accede después de una larga caminata.

Resta la "guinda": Ilulissat. Los "iceberg" ("ilulissat" en groenlandés) dan nombre a este enclave espectacular que mereció también en 2004 el título de Patrimonio del a Humanidad por la UNESCO. En este lugar el glaciar Sermeq Kujalleq, uno de los más activos del mundo, despide cientos de icebergs en la boca del fiordo pues se desplaza diariamente unos 19 metros. Se puede navegar entre los bloques de hielo con alguna de las embarcaciones más pequeñas que parten del puerto ("Jakobshaun") o las más pudientes pueden disfrutar de una excursión en helicóptero por unas 3.000 coronas danesas. En todos los casos el espectáculo está garantizado, pues el glaciar produce cada día veinte millones de toneladas de hielo. De hecho, se cuenta que de aquí partió el iceberg que, arrastrado por las corrientes marinas del Labrador, colisionó con el Titanic en 1912.

GUÍA PRÁCTICA

Como llegar:

- Iberia ofrece un vuelo directo al día a Copenhague desde Madrid, y también vuelos en conexión desde el resto de los destinos de su red (Serviberia 902 400 500 y www.iberia.com). Desde la capital danesa Air Greenland conecta con la isla en Kangerlussuaq (www.airgreenland.com).

- Travesía en barco por Groenlandia:

Salidas programadas 2010:

Disko Bay (9 días): 29 de julio, 5 y 12 de agosto

Disko Bay+Thule (16 días): 19 de agosto

Islandia, Sur de Groenlandia y Disko Bay (15 días): 16 de julio

Inf: Compañía Hurtigruten www.hurtigrutenspain.com / Tel: 934152719